Nació en Las Catitas (Santa Rosa, provincia de Mendoza) como Elina Fernández (que acaba de cumplir 30 años) y se define como una mujer de perfil bajo. A los 19, llegó a Buenos Aires con el sueño de convertirse en mannequin de alta costura e hizo camino de la mano de Claudio Cosano, Gabriel Lage y Jorge Ibáñez, entre otros diseñadores. Su nombre cobró protagonismo cuando se puso de novia con Eduardo Costantini (73) –uno de los hombres más ricos de Argentina; en 2018 figuraba entre los doce más poderosos de nuestro país, según la lista de Forbes– en mayo del año pasado y el 22 de febrero de 2020, se casaron sorpresivamente en una ceremonia con cuarenta invitados. Desde entonces, quiere presentarse (y así lo pide en esta nota) con su apellido de casada.
EL LUGAR Y EL MOMENTO INDICADO
"Siempre siento que tengo un Dios y una energía superior que me va dando señales y conduciéndome en el camino correcto –dice–. A Eduardo lo conocí el 2 de mayo de 2019, luego de que una tormenta demorara mi vuelta a casa. Fui a hacer tiempo a Ninina –el café que está en el Malba [fundado y presidido por Costantini]– hasta conseguir un taxi y el destino hizo que me sentara en una mesa en diagonal a la que Eduardo se suele sentar. Primero no lo reconocí porque soy muy despistada, pero nos mirábamos mucho. Cuando paró la lluvia, pedí la cuenta y se me acercó. Me puse tan nerviosa… Yo estaba soltera y sin ganas de conocer a nadie, y sentí un flechazo. Recuerdo que me dijo que, si me iba, tenía miedo de no volver a encontrarme… De todos modos, al principio, no me convenció hasta que me relajé y nos quedamos hablando más de tres horas. Al día siguiente salimos y nos pusimos de novios", cuenta.
–¿Sólo bastó una cita?
–Sí. [Se ríe]. Hubo una energía que nunca había sentido. Me invitó a comer y a partir de ese momento, nunca más nos separamos. Todos los días hacíamos un plan. A los ocho días de nuestro coup de foudre, organizó un asado y vinieron sus hijos y sus nietos. Son una familia encantadora, todos divinos.
–Y a los nueve meses, se casaron.
–Todo se dio de manera muy rápida, pero acertada. El 8 de diciembre me propuso matrimonio, luego de acompañarme a la peregrinación por el Día de la Virgen en Cabildo y Juramento. Después, vinieron nuestras vacaciones, y al regresar de un viaje por Europa, nos fuimos directo al Registro Civil y nos dieron fecha para cuatro días más tarde.
–¿Cómo se lo contaron a sus familias?
–A mí me daba nervios llamarlos y contarles. Primero se lo dije a mi hermano, que iba a ser mi testigo, y luego a mis padres, que aún no conocían a Eduardo, pero se pusieron muy contentos porque era la primera vez que me veían feliz. Siempre supe que quería casarme y tener una familia. Y él, para decirles a sus hijos, creó un grupo de WhatsApp y se los anunció.
–¿Cómo se lo tomaron sus hijos?
–Se quedaron helados porque era todo muy rápido, pero se lo tomaron bien. No invitamos a todos sus nietos porque era algo chico. La fiesta más importante estaba prevista para el 28 de marzo en el Alvear Palace, pero con la pandemia lo pospusimos y aún no lo reprogramamos.
–De sus siete hijos, al Civil asistieron tres.
–Sí, Tomás, Malena y Gonzalo. Eduardito no pudo porque vive en Estados Unidos, y en cuatro días no logró organizarse para venir. Las hijas mayores tampoco asistieron porque estaban de viaje.
–Se dijo que sus otros hijos no estaban de acuerdo con que se casara.
–La prensa siempre inventa y nunca falta el malintencionado que miente. Pero nosotros nos lo tomamos con gracia porque sabíamos que no era real. Desde el primer momento en que me vieron me aceptaron como su familia y eso se siente, se puede ver. Por eso, no nos enganchamos con los rumores.
"SE HICIERON UNA NOVELA"
La noticia del repentino casamiento de Eduardo y Elina despertó revuelo mediático y comentarios diversos. Anamá Ferreira, quien dijo conocer a Elina, sostenía que la boda era parte de un "plan maestro". Y hasta se habló de brujería y rituales que ella le habría hecho para que Costantini volviera a dar el sí. "Cuando surgió toda esa movida, nosotros estábamos de luna de miel en Bariloche y no mirábamos televisión. Al llegar, mis amigos me contaron todo y a mí me divirtió. Se hicieron una novela tremenda", afirma.
–¿Te angustiaron esos comentarios?
–Para nada. Nunca había tenido tanta exposición, yo siempre me resguardé. Nuestra pareja generó revuelo porque somos originales, con edades diferentes. Somos un matrimonio atípico. Está bueno que pasen estas cosas para descubrir quiénes son las personas que te rodean. Como soy relajada, no me enganché con esos comentarios. Nada me dolió sino que me enseñó. El amor le duele a aquellos que no lo tienen, lo escuché en una película y creo que es un mensaje muy real.
–¿Tomaste medidas legales?
–No, los personajes mediáticos me divirtieron porque crearon una novela. Son gente del medio y necesitan pantalla, aparecen inventando cualquier cosa. A la única persona que le hice una denuncia penal es a la hija de mi ex pareja [Oscar García] porque dijo cosas gravísimas [la hija dijo que Elina no estaba bien psíquicamente y que "no tiene sus patitos en fila]. Le inicié una causa por daños y perjuicios. Pero prefiero no hablar de eso, le quiero dar importancia a mi presente, al hombre espectacular que tengo a mi lado, que es tan buena persona.
–¿Qué te conquistó de Eduardo?
–Lo nuestro fue mágico. Fue una señal del universo, pasé de no querer estar en pareja con nadie, de tenerle miedo al amor, a ponerme de novia al otro día de conocer a Eduardo. Fue una energía inexplicable.
–¿Tenés ganas de ser mamá?
–Eso todavía no lo conversamos. Recién nos casamos, teníamos pensado viajar al exterior, algunos planes laborales, pero por la pandemia quedó todo en pausa. Por ahora no está en mis planes ser mamá, pero no sabemos qué puede ocurrir mañana.
–Hubo rumores de embarazo.
–Sí. Otro capítulo de la novela. [Risas]. Interpretaron eso por la foto que subí a mis redes con Eduardo, pero siempre que posamos él me agarra la panza. Sueño que mi familia con Eduardo siga creciendo, porque me hace muy feliz, pero ahora no es el momento. Nunca pensé que estar casada me complete de esta manera. Siempre fui muy feliz con mi trabajo, pero llegaba a casa y estaba sola. El amor de Eduardo me completó: es un sentimiento puro y sano.
"ES TOTALMENTE NUEVO PARA MÍ"
"Desde que tenía 4 años sabía que quería ser modelo de alta costura, vivir en Buenos Aires y triunfar en el mundo. Mi primera experiencia la tuve a los 12, cuando mis padres, Alfredo y Claudia, me llevaron a un concurso para participar en un desfile de una marca de ropa para chicos en el Hotel Hyatt de Mendoza", recuerda. "Fue shockeante a los 19 años venirme sola a esta ciudad enorme. Los primeros cuatro días me acompañó mi mamá, y luego tuve que buscar un lugar para quedarme porque el departamento que había señado a la distancia era espantoso. Con el destino a mi favor, fui a sacar unas fotocopias en la facultad y encontré unos panfletos de la residencia Inmaculada Concepción, en donde decían que ofrecían alojamiento. Ahí me quedé y hasta el día de hoy sigo teniendo relación con las monjas", cuenta.
–¿Tus padres siempre apoyaron tu carrera de modelo?
–Sí, siempre me ayudaron mucho. Pero al ser de un pueblo tan chico, se encontraron con gente que los juzgaban porque su hija de 15 salía peinada y muy maquillada para hacer una producción de fotos
–¿Cómo fue tu llegada a Buenos Aires?
–Al principio mi mamá me prestó plata porque cuando llegué estaba todo parado por la gripe porcina y no había desfiles. Me la pasaba haciendo castings y hasta trabajé de recepcionista en una universidad para poder mantenerme. Por suerte, después pude trabajar en el exterior –en Chile, China y Tailandia– y centrarme en el mundo del modelaje. A la pasarela no la cambio por nada, amo mi trabajo y no lo pienso dejar.
–¿Y cómo te sentís en el mundo de Eduardo?
–El universo de él es totalmente nuevo para mí. Suele tener muchos eventos, sumado a su trabajo en el Malba. Desde que estamos juntos estoy aprendiendo mucho de arte y cada día me gusta más. Cuando pueda voy a hacer un curso de Historia del Arte y mientras tanto, estamos enfocados en hacer nuestra fundación para ayudar a la gente más vulnerable. Estamos impulsando un plan de ayuda humanitaria, trabajando de manera proactiva con los intendentes de Tigre y Escobar para afrontar las dificultades de la pandemia. Entregamos viandas alimentarias en Escobar e hicimos donaciones para equipar un sanatorio nuevo y el montaje de un hospital de campaña para atender de manera provisional a los vecinos afectados por el coronavirus. Con parte importante de la donación que hicimos, se compraron insumos médicos para diferentes establecimientos municipales de salud, y la parte restante se destinó al programa integral de Fortalecimiento Alimentario Escobar Hambre Cero.
–¿Cómo llevan la convivencia durante el aislamiento?
–Nos ayudó para tener más tiempo para estar juntos. Nos unió más. Eduardo es una persona maravillosa, siempre está a disposición del otro, me ayuda en la cocina y en la huerta… A mí me gusta sorprenderlo con platos nuevos. Me gusta compartir nuestra felicidad en redes sociales porque mucha gente nos ve y se da cuenta de que la edad es lo de menos. Me escriben para decirme: "Qué bueno que te animaste a blanquear su amor, ahora yo también me voy a animar". Se dan cuenta de que no importa el qué dirán.
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