Cuando Kuwait entró en escena, el exarquero Ignacio Lovera supo que era tiempo de afrontar un nuevo desafío, a pesar de las costumbres distantes y los 50 grados de calor
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Ignacio Lovera comenzó en las inferiores y tenía 17 años cuando ascendió al primer equipo de Colón de Santa Fe, dándole inicio a una carrera destacada como arquero, donde fue capitán del equipo campeón de la reserva en 2013 y desempeñó un papel crucial en el ascenso a la Primera División en 2014. Sin embargo, su odisea apenas sí había comenzado en un mundo que con los años le abrió las puertas para vivir experiencias que nunca imaginó atravesar ni en sus sueños más alocados.
La primera vez que cruzó las fronteras por un período prolongado fue para buscar nuevos horizontes en el Club Unión La Calera de Chile, donde continuó perfeccionando sus habilidades hasta 2017. Fue en los tiempos en los que dejó atrás su vida como jugador, que Ignacio se sumergió asimismo en las aguas del coaching empresarial, un universo que decidió unir con su deseo de transformarse en entrenador de arqueros a nivel internacional. Con el apoyo de sus seres queridos y de la mano del técnico Juan Antonio Pizzi, Lovera atravesó nuevas fronteras que lo llevaron a España y a Bahréin, un destino que se sintió extraño en un comienzo y que le brindó el coraje necesario para dar otro salto aún mayor: vivir en Kuwait.
Convocado para formar parte del cuerpo técnico de la Selección Nacional de Fútbol, su misión en el país árabe del Golfo Pérsico incluían colaborar para eliminatorias asiáticas del Mundial 2026, entre otros torneos de gran magnitud, sin embargo, pronto descubrió que la mayor riqueza de su aventura radicaba en los aprendizajes que la nueva cultura tenía para ofrendarle y las enseñanzas que él, como argentino, tenía para obsequiar.
Kuwait y el apoyo de la familia y la pareja, a pesar de la distancia: “Uno tiene que ir por lo que le gusta y aspira a ser”
Ignacio se hallaba de vacaciones con su pareja y sus hermanos, cuando la palabra Kuwait llegó a sus oídos. La propuesta salió de los labios de Nicolás Pizzi, miembro del cuerpo técnico de la federación de su padre, Juan Antonio, un espacio que Lovera agradece cada día.
Apenas le consultaron acerca de su disponibilidad y sus ganas de sumarse al nuevo desafío, el exarquero dijo que sí, a pesar de ser consciente de que se trataba de un rincón del planeta que lo alejaría de su familia, pareja y entorno: “Que es lo que se siente y más extraña día a día”, dice Ignacio, pensativo.
“En mi interior lo quería, quería un desafío nuevo y una nueva experiencia de este calibre. Lo conversamos mucho con Jose, mi pareja, ella estaba muy contenta, es muy compañera y me empuja mucho en las decisiones personales e insiste siempre que uno tiene que ir por lo que le gusta y aspira a ser, algo que valoro mucho, me da tranquilidad y me facilitó mucho la decisión”.
“De parte de mi familia también, la noticia los tomó de manera sorpresiva y con mucha alegría. Recibo siempre el apoyo de mis padres y mis hermanos, son muy compañeros y seguidores de lo que uno elige hacer y estoy muy agradecido a ellos por ser siempre un sostén”, continúa Ignacio con emoción.
Modernidad, calor, respeto y calidad de vida: “No existe prácticamente la inseguridad”
Aterrizó envuelto en adrenalina y con las expectativas de quien está ante un nuevo comienzo. Los desafíos deportivos por delante -Copa del Mundo y Copa del Golfo- acaparaban sus pensamientos, cuando Ignacio vivió los primeros impactos de la capital, Kuwait. La ciudad sobre el Golfo Pérsico surgió impregnada de edificios modernos y llamativos, acompañados por un paseo muy extenso colmado de restaurantes destacados.
Bahréin ya había sido una gran maestra cultural. Ignacio conocía los hábitos religiosos y las costumbres del día a día de Kuwait, donde por ejemplo es conveniente aceptar las comidas o bebidas que se ofrecen, ya que negarse se percibe como rechazo a la hospitalidad; que la sobremesa tiene lugar antes de que comience la comida y es extensa, o que los invitados suelen ser atendidos primero y se continúa por orden de edad, y que es conveniente dejar algo en el plato para indicar que no se desea seguir comiendo.
“Sabíamos un poco de qué se trataba la cultura, y ya no nos llaman tanto la atención y estamos acostumbrados. Lo que sí notamos acá son las altas temperaturas, que en verano rondan entre los 40° y 50°, un factor muy incidente en el desempeño del deportista y a tener en cuenta a la hora de los entrenamientos y competencias”, explica Ignacio.
“Las oportunidades laborales que se presentan en destinos como estos considero que son muy enriquecedoras y, en mi caso, trato de sacarles el mayor provecho posible. De enriquecerse cultural, humana y profesionalmente. Oportunidades que me han hecho participar de competencias como las Eliminatorias a la Copa Mundial 2026 en Estados Unidos-México-Canadá, la Asian Cup 2023 en Qatar, conocer diferentes países, estadios, personas, culturas y sensaciones propias que anteriormente no había identificado”.
“Tenemos la suerte de tener un staff de trabajo muy unido y humano y poder compartir mucho en conjunto, teniendo una calidad de vida buena, lo que hace más lindo y entretenido al trabajo. En los lugares que tuvimos la posibilidad de estar y trabajar, las personas con las que hemos tratado lo han hecho de manera cálida y con mucho respeto. Particularmente he notado que la calidad de vida en general es buena, no existe prácticamente la inseguridad y albergan una gran diversidad étnica”, continúa Ignacio.
Entrenar a una cultura diferente: “Conozco el por qué de las cosas”
La pasión de Lovera por el deporte no se limitó al fútbol. Antes de vivir en el Medio Oriente, Ignacio había decidido aplicar su experiencia y conocimientos al ámbito empresarial, graduándose con honores en Gestión de las Organizaciones. Esta fusión de deporte y negocios se convirtió en su lema, llevándolo a crear Game Changers, un programa que busca transformar a altos ejecutivos en líderes de élite: “Al igual que en el deporte de alto rendimiento, los líderes empresariales deben enfrentar los desafíos con determinación y excelencia”, asegura Ignacio.
Ya en Kuwait, Lovera logró combinar su pasión, experiencia y visión para formar a un grupo humano con hábitos y costumbres muy alejadas a las propias: “La describiría como una experiencia enriquecedora, que me nutre y abre la mente a nuevas formas, nuevas ideologías, nuevos estilos y procesos que pueden ser aplicados en diferentes ámbitos y lugares”, afirma.
“Ser entrenador de arqueros es apasionante. El arquero suele compartir mucho tiempo con su entrenador, por lo general el entrenamiento es independiente al resto del equipo, con trabajos específicos donde uno le pone su impronta, y eso hace que se genere una relación más cercana y la incidencia de uno pueda ser más directa”.
“En lugares con costumbres, idioma y formas adquiridas distintas, aprendo mucho, conozco el por qué de las cosas, conozco virtudes y falencias del puesto y el rol que tiene uno, y considero que aplicar nuestras metodologías y formas arraigadas en lo que respecta a lo grupal, al entrenamiento, a la técnica, al liderazgo, al cuidado personal, estilo de vida dentro del ámbito deportivo y demás, es muy importante y beneficioso para la consecución de objetivos y metas, así como también para el crecimiento profesional y deportivo en estos lugares. Considero que es un rol donde el jugador y el coach se nutren constantemente y ambos tienen que estar dispuestos a aportar todos sus conocimientos y experiencias y abiertos a adquirir nuevas formas, ideas y metodologías”.
Costumbres dispares y aprendizajes en el camino: El deseo de cumplir sueños es universal
Muchos años pasaron desde que Ignacio comenzó su travesía en el universo deportivo, tiempos de crecimiento personal y laboral donde la pasión fue su motor, y en donde, a medida que las puertas se abrieron, un mundo increíble, rico y diverso emergió ante él. A diferencia de Santa Fe, en Kuwait los hombres en lo cotidiano suelen llevar traje y camisa, mientras que las mujeres normalmente llevan pantalón, manga larga o vestido por debajo de la rodilla. Sin embargo, hoy en día, tanto hombres como mujeres visten ropa de diseño occidental y el uso de velo es opcional, excepto si se visita alguna mezquita.
En Argentina quedaron también los saludos informales, para darle paso a la formalidad y el respeto por el orden de jerarquías. Los hombres se dan un apretón de manos y el saludo entre diferentes géneros es con una leve inclinación de cabeza.
El horario de trabajo también es diferente, por cuestiones religiosas, se trabaja de domingo a jueves, por lo que viernes y sábado es fin de semana. Por supuesto, llegar tarde es considerado descortés, pero la paciencia en la toma de decisiones es de suma importancia. También por religión, la actividad laboral puede interrumpirse para dar paso a la oración.
Pero sin importar si se trata de Argentina, Chile, Bahréin o Kuwait, en su camino Ignacio comprendió que, si bien existen diferencias evidentes entre los seres humanos, el deseo de cumplir sueños es universal.
“Y considero que esta es una región donde hay mucho para explotar, indagar y aportar desde nuestro lado, nuestra visión y amplia cultura del deporte que tenemos los argentinos; que hay que estar abiertos a diferentes formas, estilos, hábitos, porque también enseñan, nutren y brindan herramientas para aplicar en lo profesional y en la vida cotidiana”.
“También aprendí que hay diferentes formas de trabajar, de vivir y de sentir, que los procesos dan sus frutos cuando se trabaja de forma correcta y consciente, y que se puede aportar experiencias y conocimientos a pesar de las diferencias culturales”, concluye.
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Destinos Inesperados es una sección que invita a explorar diversos rincones del planeta para ampliar nuestra mirada sobre las culturas en el mundo. Propone ahondar en los motivos, sentimientos y las emociones de aquellos que deciden elegir un nuevo camino. Si querés compartir tu experiencia viviendo en tierras lejanas podés escribir a destinos.inesperados2019@gmail.com . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, no los protagonistas. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.
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