En abril de 2009, el diseñador Elie Saab nos recibió en su casa de Beirut. Ya nos había abierto las puertas de su espectacular piso parisino, donde alguna vez presentó sus colecciones, pero en esta oportunidad estaba muy orgulloso de recibirnos en su ciudad natal.
La propiedad, de seis habitaciones, conservaba el viejo estilo local de ventanas y puertas arqueadas, techos altos y piedra alisada. "Es una casa libanesa antigua, de principios del siglo XX, que ha sobrevivido todo el período de guerras que asolaron el país", le contó a Naty Abascal.
Ahora, desde el trágico martes 4 de agosto, la casa de Saab presenta una de las imágenes emblemáticas de la capital libanesa devastada por una explosión que dejó 170 muertos y más de seis mil quinientos heridos. La explicación oficial es que el estallido fue provocado por el incendio de un depósito, en el puerto, donde habían estoqueado una enorme cantidad de nitrato de amonio. Como todo a su alrededor en el barrio Gemmayzé, la mansión quedó en ruinas.
"Gracias a Dios, acá todos están bien", dice Elie Saab apenas pone un pie en lo que fuera su pequeño palacio estilo Las mil y una noches. Cada paso está acompañado por el ruido de los pedazos de vidrios que cubren el piso. Lo sigue de cerca su hijo mayor, Elie Junior. Estaban trabajando juntos en su taller, muy cerca de aquí, en el momento de la explosión. "Vi a mi hijo cubierto de sangre y no lo podía creer. Pensé: ‘OK, está herido, pero está bien, sólo está cortado en su cabeza y en sus brazos’.
Fueron quince minutos que se sintieron como dos días. No era sólo un tema padre e hijo, estaba preocupado por todos en el atelier, siempre trabajamos como una familia, todos bajo un mismo techo", recuerda Saab. Algunas columnas del salón principal están caídas y del balcón que coronaba el frente de la casa no queda prácticamente nada.
"Vamos a empezar de nuevo", dice el diseñador con voz firme. La zona más afectada por la explosión concentraba una importante cantidad de galerías de arte y boutiques, como también bares y restaurantes. Los que habían logrado mantener sus puertas abiertas y sobrevivir a la peor crisis económica en la historia de Beirut recibieron la explosión como un tiro de gracia.
GOLPE A LA MODA
El sector creativo libanés, con gran reconocimiento en el mundo de la moda, está arrasado. La boutique principal de Zuhair Murad, otro de los gigantes de la moda nacido en este país, estaba ubicada a metros del puerto. El edificio, de varios pisos, con su nombre grabado en el frente, quedó en ruinas. "El esfuerzo de muchos años se hizo humo en un instante", escribió el premiado diseñador en redes sociales.
E inmediatamente después compartió su alegría de saber que todo su equipo había logrado salir del edificio antes de la explosión. En una entrevista con Vogue, contó: "Vimos que había fuego en el puerto, pero no pensamos que sería tan serio. Nos fuimos del edificio y después se produjeron las dos explosiones. Todo desapareció en un minuto. Gracias a Dios no perdimos a nadie, pero aún no podemos calcular el daño". Todo su archivo fue reducido a cenizas, junto con gran parte de su trabajo para las próximas colecciones ready-to-wear y couture. Sólo se salvó lo que estaba en su atelier de París, por supuesto.
Otro genio creativo que padeció la explosión fue Rabih Kayrouz, uno de los diseñadores preferidos de Céline Dion, con maison en París. Kayrouz tenía su taller en el Palacio Dagher, un edificio espectacular del siglo XIX, con arcadas y molduras, que ha quedado arruinado. Sin embargo, el diseñador no tiene dudas: "Esta bella dama se va a recuperar, estaremos de regreso rápidamente", asegura.
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