"Tengo el recuerdo de ser muy chica y pasar horas recortando las revistas House & Garden de mamá: me inventaba casitas para mí y para mis amigas". Así desanda María Silvia Loitegui sus primeros pasos en el diseño interior. Luego vienen las imágenes de sus años como estilista en Para Ti; más tarde, cuando se casó y decoró su primer hogar ("un dos ambientes que empapelé de escocés y al que le pinté el hall de rojo furioso con pintura de auto"), recuerda la insistencia de sus amigos para que los ayudara con la decoración; después, sus años exponiendo en FOA.
Puesto a nuevo
Separado por una puerta doble de madera, el living se presenta como un ambiente pulcro y luminoso. Nada queda ya del espacio con el que se encontró María Silvia la primera vez. "Este departamento estaba en ruinas, así que había mucho por hacer. Lo más importante fue pulir los pisos y pintar, ahí volvió a la vida. La pintura hace magia".
La interiorista sumó sus preferidos al sector de relax: fundas lavables, alfombras de yute, flores frescas y muchos libros. El toque final lo da una obra de su hijo Alejo, abogado devenido artista, que ocupa el lugar protagónico sobre el sofá de tres cuerpos.
"Que mis hijas Milagros y Sylvie sean arquitectas y podamos trabajar juntas es un regalo del cielo. Aunque estemos con proyectos diferentes, nos consultamos todo: hay una estética compartida"
"Las pequeñas cosas de la vida son las que te dan felicidad. En las casas es lo mismo: que esté prolija, con perfume y flores, sábanas frescas, toallas mullidas, algo rico en la cocina. Eso siempre es un buen comienzo"
Amor por el detalle
Aquí se recuperaron los pisos de madera tarugada y se reformaron las alacenas, llevándolas a un blanco inmaculado, interrumpido solamente por las mesadas de mármol negro.
Por último, la estrella del pallier pintado de un gris-celeste que María Silvia creó a fuerza de mezclar y probar (nunca compra "colores hechos") es el inmenso mapa antiguo de América del Sur. Lo compró en un remate para un cliente que, después, se arrepintió por considerarlo demasiado imponente. A ella le vino perfecto para acompañar las dimensiones de este espacio, que dejó prácticamente vacío porque es donde juegan sus nietos, triciclo y todo.
De puño y letra
Herencia. "Tuve la suerte de tener una madre con un gusto impecable y mucha gracia: compraba en remates, anticuarios, ferias de usado. Nada demasiado lujoso, pero ella hacía que quedara espectacular".
Bienestar. "El presupuesto acotado te limita, pero el ilimitado no te genera bienestar. Hay detalles en una casa que nada tienen que ver con el dinero: orden, iluminación, música".
Menos es más. "Tengo un solo juego de platos y de cubiertos. Con ellos recibo a mis amigos y a mis hijos cuando vienen a comer".
Iluminación, la clave. "Puede ser un espacio maravilloso, pero si está mal iluminado, todo está mal. El dimer es un buen recurso para generar clima de manera muy económica, por ejemplo. La luz cálida, en lugar de la fría, siempre".
Acústica. "Entelé el comedor, porque el terciopelo es genial para la acústica. Y los que nos conocen saben que en casa todos gritamos, así que es perfecto".
Pintura. "Cuando uno no puede hacer grandes cambios o reemplazar un mueble, pintar es una solución rápida. Uso muchísimo la pintura. Los pintores son mis magos".
Fascinación. "El diseño argentino, tanto el tradicional como el actual: mimbres, tejidos artesanales, platería".
Paciencia. "Cuando quiero algo, lo espero, no lo reemplazo por otra cosa. No me gusta convivir con algo que no me provoca emoción"
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