El túnel por donde escapó “El Chapo” Guzmán sigue activo y es un infierno para los vecinos
Hace siete años, huyó de la prisión del Altiplano, en Almoloya de Juárez, recorriendo 1.6 kilómetros bajo tierra. Hoy en día, esa estructura causa estragos en la zona.
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Don Lauro Colín es dueño de 23 hectáreas a la redonda del Centro Penitenciario y hace unos años vendió parte del terreno que terminó usando el narcotraficante para su fuga. Desde aquel recordado episodio, cientos de visitas y patrullajes de la Guardia Nacional ocurren todos los años, lo que sigue generando un fuerte nerviosismo a él y al resto de los vecinos.
Luego del escape, Lauro Colín enfrentó reclamos de los federales, quienes cuestionaron su desconocimiento sobre el vecino que adquirió las tierras y sus planes. En declaraciones con Milenio, Javier López, yerno de Don Lauro, aseguró estar “hasta la madre” de las visitas. Sin embargo, recordó lo ocurrido previo a la fuga: “Venían ahí unas personas, unos albañiles que fueron los que estuvieron construyendo y eran personas humildes, no se veía nada raro, nada, nada y una camioneta roja que era la que venía a darles vueltas, venía a diario, eso era todo el movimiento que había cuando estaban construyendo”.
Asimismo, junto a Lauro, reclamaron que las visitas y cuestionamientos de los federales luego de tanto tiempo son insoportables. En este sentido, resaltaron: “El Cefereso está ahí, en una Lomita, en otra lomita está la casa que construyeron, se ve perfectamente bien. ¿Por qué nadie vino a ver quién estaba construyendo, qué personas? Nadie vino, nosotros cómo vamos a saber que estaban haciendo eso”.
La persecución policial en la zona se intensificó mucho según el relato de los vecinos. En declaraciones con Milenio, otras personas aledañas que no quisieron dar sus nombres por estos conflictos, contaron: “Cuando alguien mete maquinaria para trabajo del campo, luego vienen a interrogar, y aunque se les demuestra que es por trabajo diario molestan a quien la trae, entonces ya no quieren venir o rentar maquinaria”. Otro afectado agregó: “Yo iba a vender un caballo y cuando vinieron a verlo, traían camionetas grandes y vinieron los policías a ver qué pasaba y el vendedor se me espantó.
Más allá de las molestias ocasionadas por los efectivos, los problemas repercuten en el terreno donde se construyó el túnel. “El túnel está vivo todavía, taparon un pedazo allá, otro para acá pero aquí no. Decían que no se caía nada y ahí está la prueba que se cayeron, cuando dinamitaron allá abajo se cayeron, ahora ¿Quién me va a pagar la afectación?”, exclamó.
Además, los hoyos que realizó el gobierno federal para dinamitar el túnel representan un gran peligro para la maquinaria que trabaja en el sitio, los animales y los niños. A pesar de las quejas de los vecinos, hasta el momento, no hubo respuestas del gobierno para solucionar estos problemas.
Así, desde hace siete años, la salida del túnel de Guzmán sigue en esa casa y los vecinos sufren a diario las consecuencias de la fuga de unos de los narcotraficantes más reconocidos del mundo.
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