El conductor y presentador televisivo tenía apenas 49 años y se encontraba en la cima de su carrera profesional cuando se suicidó, hecho que consternó a todo un país
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Ese día, el martes 15 de octubre de 1996, Leonardo Simons llegó una hora antes a su trabajo. Saludó al portero, le pidió dos diarios, Ámbito Financiero y Clarín, y subió a su oficina, en el piso 13 de avenida Córdoba al 1367. Una hora más tarde, sus dos secretarias lo encontraron sentado sobre la ventana que daba al aire luz, de espaldas al vacío. Las mujeres lo sujetaron del pantalón para evitar el salto -reconstruyeron las testigos más tarde- pero él se desabrochó el cinturón y logró caer.
Simons se suicidó una mañana de primavera, hace exactamente 28 años. La noticia no solo desconcertó a su familia, sino también a todo un país. La muerte del afamado conductor y presentador televisivo, que en ese momento conducía el programa de entretenimientos Ta Te Show, en Telefé, se publicó en la tapa de los principales diarios del país y fue televisada en vivo por los canales de aire. Hasta el mediodía, los reporteros se apretujaron en la vereda del edificio para lograr filmar y entrevistar a los familiares cercanos, que ingresaban entre llanto y desesperación.
“Se suicidó por nada”
La reacción general fue de sorpresa: ni los periodistas ni sus seguidores podían entender cómo un hombre que parecía tenerlo todo —familia, amigos, dinero, fama y trabajo— hubiera tomado semejante decisión.
Sus seres queridos, en cambio, conocían su pesar, el dolor que opacaba todo el resto. “Las notas háganselas a Carlos en la cárcel”, gritó a los reporteros, entre el enojo y la impotencia, Ruth Kisielnicki, la mujer de Simons, aproximadamente una hora después del suicidio.
La mujer se refería al hermano de su marido, el ex juez Carlos Wowe, que estaba preso desde hace tres meses en la cárcel de Caseros. El ex jurista estaba acusado de cohecho, tentativa de cohecho y tenencia de arma de guerra, con una posible condena de cuatro a quince años. Wowe había sido denunciado por pedir una coima a Bernardo Neustadt a cambio de brindarle acceso al expediente de un juicio en el que el periodista estaba involucrado.
“[Leonardo] estaba pasando un mal momento. No soportaba que su hermano estuviera metido en algo semejante. No hablaba del asunto, se esforzaba por mantener el buen humor, pero nosotros sabíamos que estaba mal”, dijo Eugenio Gorkin, director de piso de Ta-Te-Show, a la revista Gente, después de la muerte de su compañero.
Ni bien se supo de la causa contra su hermano, Simons llamó a Neustadt. Según relató meses después el periodista, el conductor le comunicó lo avergonzado que estaba por el accionar de su hermano, con quien ya no tenía trato “desde hace tiempo”, y lo deprimido que se sentía a causa de ello. Luego de su suicidio, Neustadt pronunció: “Este muchacho, en un país donde nadie se pega un tiro por todo, se suicidó por nada”.
“Se me reventó la cabeza”. Las tres cartas que dejó
Los peritos encontraron tres cartas escritas en puño y letra en el bolsillo del pantalón que llevaba puesto Simons el día de su muerte. Tres mensajes cortos para sus hijas, su mujer y sus amigos. “Papá prefirió tomar esta actitud que cree valiente porque se me reventó la cabeza y es mejor que ser una carga de por vida para ustedes, estando en un manicomio. Las amo como a nadie amé en este mundo”, escribió, en lápiz y sin firma, en la nota que le dejó a sus hijas, Vanesa y Bárbara, producto de su primer matrimonio, con la ex locutora Alicia Gorbato.
La carta dedicada a Ruth es un indicio de que Simons venía planeando el suicidio desde hace casi una semana. Está fechada el 9 de octubre anterior, 6 días antes del día en que fue encontrada. “Me diste 10 años de felicidad”, le dedicó a su esposa, además de pedirle que cuide a las hijas de él “por el resto de sus vidas”. La carta para sus amigos, a quienes prefirió no enumerar para no olvidar a ninguno, es de agradecimiento. También es explicativa: “Mi bocho explotó y necesita paz”, escribió, antes de despedirse con un “hasta siempre”.
De la pobreza a la fama
“Éramos muy pobres”, solía contar Simons, sin tapujos, cuando le preguntaban por su infancia. Leonardo Simón Wowe, el verdadero nombre del conductor, era hijo de Raúl Wowe, un inmigrante polaco que llegó al país antes de la invasión nazi. La familia vivía en Villa Crespo, pero Raúl y su esposa, Zulema, tenían un pequeño almacén en La Paternal, donde Leonardo trabajó durante su adolescencia, luego de la escuela. Con tan solo 14 años, el joven también hacía trabajos esporádicos como vendedor ambulante y animador de fiestas infantiles.
Pese a las dificultades familiares, él y su hermano lograron terminar el secundario e ir a la universidad. Leonardo se inscribió al mismo tiempo en la Facultad de Ingeniería y en el Instituto Superior de Enseñanza Radiofónica (ISER). No se graduó en la primera, pero sí en la segunda. Simons recibió el título de locutor nacional en 1968 y, dos meses después, consiguió trabajo en Canal 13, donde condujo dos ciclos: La campana de Cristal y La Feria de la Alegría.
Su fama empezó años más tarde, cuando migró hacia Canal 9 para conducir Música en Libertad, con María Isabel Ramírez. En total, Simons trabajó 22 años en esta emisora, donde se lució conduciendo programas de éxito nacional, como Sábados de la Bondad, Finalísima y El juego de los Matrimonios. En 1993, pasó a formar parte de Telefé, donde hizo Ta Te Show, programa en el que trabajaba cuando tomó su última decisión.
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