El stand up paddle, furor en el Este
Se trata de remar de pie sobre una tabla y está de moda en Laguna Garzón
PUNTA DEL ESTE.- Bajaba el sol sobre un mar planchado en Manantiales. Flotando como boyas, un puñado de surfistas esperaba a que llegase esa ola que los pusiera en movimiento. Más cerca de las rocas, a la misma altura que ellos, un muchacho en traje de neoprene llamaba la atención: parado sobre la tabla, remo en mano, se adentraba en el agua para correr, así de pie, esas olas que los surfistas dejaban pasar. ¿Un improvisado que a falta de olas se había hecho de un remo y subido a la tabla? No. El muchacho disfrutaba del deporte acuático que es novedad esta temporada en Punta del Este: el stand up paddle.
Un deporte para practicar en aguas abiertas, pero también en lagos, lagunas y hasta incluso ríos, que consiste en desplazarse de pie sobre una tabla específica, más larga que una típica de surf, con el impulso de un remo. "Es un deporte que depende mucho del clima. Lo ideal es practicarlo sin viento, porque es más pausado y más pensado que otros. Y hay tres cosas básicas a tener en cuenta: remar con agua plana, tener algunas nociones de surf para entrar en el mar y una tabla [paddle board, de ahí el nombre] de entre 200 y 170 litros como mínimo, dependiendo del peso del tripulante", aconseja Laura Moñino, subcampeona sudamericana de windsurf, que tiene una escuela de kitesurf y windsurf en la Laguna Garzón y que desde esta temporada alquila también tablas y remos para practicar este deporte.
Hasta hace dos años, ella y Carlos Vignolo, su pareja, repartían sus días entre Maui, en Hawai, y Punta del Este. Y fue en la isla donde lo vieron por primera vez: allá es furor hace unos seis o siete años, a partir de reconocidos surfistas como Robby Naish y Laird Hamilton, que comenzaron a practicarlo. En Punta del Este, Carlos y Laura resultaron pioneros: el año pasado, además de ellos, sólo lo practicaban un par de amigos suyos y algunos brasileños. "Acá llegó hace tres o cuatro años, pero esta temporada comenzó a hacerse más masivo", coinciden.
Para Laura, este deporte suele ser una alternativa: si hay viento, prefiere navegar con el kite o la tabla de windsurf. Y cuando no hay viento, pero sí olas, surfear. Ahora, si no hay viento ni olas se hace stand up paddle. Para Carlos es ideal para el invierno, cuando le da más fiaca salir a surfear. Sin embargo, para aquellos sin experiencia en deportes acuáticos puede surgir como una alternativa para adentrarse en ese mundo. "Tranquilamente se puede arrancar de cero. Y tampoco hay edad: puede salir un padre con el hijo sentado en la tabla y con el salvavidas puesto", asegura Laura.
El escultor montevideano Daniel Escardó da fe de ello: sin mucha experiencia en deportes acuáticos, arrancó este año y en dos semanas se metió unas ocho o nueve veces con la tabla y el remo en la Laguna Garzón, donde ya aprendió a remar, virar e impulsarse. "Particularmente me gustó mucho por lo tranquilo que es. Un día estaba en la playa y vi cómo algunos entraban en el mar elegantemente parados. Me pareció genial porque siempre me gustó el remo por el ejercicio, pero nunca me convenció eso de remar sentado. Con la postura siempre tenés alguna molestia. Y esto es completamente diferente. Te sentís un semidiós que camina sobre el agua", cuenta entre risas.
Ahora su idea es comprarse un buen remo de fibra de carbono y arreglarse con cualquier tabla de windsurf que encuentre a mano. Una específica para este deporte -la recomendada por los entendidos- puede costar entre 1000 y 2000 dólares mientras que el remo puede variar entre los 400 y 100 dólares dependiendo del material; si es plástico, será más barato; si es de fibra de vidrio o de carbono, más caro. Eso sí: también se puede alquilar el equipo completo por 20 dólares la hora en la escuela de la Laguna Garzón.
"En Europa los que están a full con esto son los hoteles con laguna. Y en lugares como Colorado o Bariloche lo practican con tablas más chicas y trajes térmicos para bajar rápidos, incluso con tablas inflables. Aunque en aguas planas, lo que es muy lindo es que permite excursiones de larga distancia y un mayor contacto con la naturaleza. Acá, en Punta del Este, por ejemplo, se puede remar corriente y viento a favor por el arroyo Maldonado y desembocar en el mar en La Barra", dice Carlos.
Los que todavía no se acostumbraron a compartir las olas con ellos son algunos surfistas que los ven como intrusos. Más de uno que entró al agua parado sobre la tabla y con el remo en la mano los ha escuchado decir: "Uy, rajemos que ahí vienen los de la manija"; o "uh, otra vez los escoberos"; o "llegaron los gondolieri". Todos apodos para este nuevo deporte que ya empezó a prender.