Efecto Me Too: el divorcio entre Mario Testino y Vogue que sacude a la moda
NUEVA YORK
Afuera brillaba el sol frío típico del invierno neoyorquino, pero en las colas para entrar a los espacios ultraminimalistas/kitsch/glamurosos/grunge (o cualquier punto intermedio que hubiera decidido el ambientador) donde se realizaban los desfiles de la Fashion Week, se sentía un dejo de sombra permanente.
La gente corría de un lado al otro alardeando pases e invitaciones, las influencers se tomaban selfies mientras los fanáticos del street style a su vez las retrataban, las señoras cubiertas de pieles saludaban a otras eternas del circuito, los periodistas se intercambiaban los últimos datos de las mejores fiestas y los aun mejores after parties. Pero tras las acusaciones de acoso sexual por parte de dos de los principales fotógrafos del circuito, Bruce Weber y Mario Testino, considerados de la casa por las grandes publicaciones y marcas, había algo de trasfondo sombrío en la atmósfera. Estos casos, además, se suman al de otro top: Terry Richardson, quien tenía una larga historia de denuncias, pero del cual recién ahora las revistas se distanciaron en masa, a tal punto que Elle, que ya le había encargado la foto de portada de enero 2018 con la actriz Zoë Kravitz, mandó a que se hiciera de vuelta con otro fotógrafo, esta vez una mujer y argentina, Paola Kudacki.
"Dudo que estos incidentes sean lo último que escuchemos sobre abusos en la industria", señaló a LA NACION revista Jo Ellison, columnista del Financial Times y su editora de temas de moda. Y, efectivamente, a los pocos días saltó el caso de otro top acusado de abuso: el francés Patrick Demarchelier, el primer retratista oficial de la familia real británica, extranjero y famoso por sus icónicas fotos de la princesa Diana.
Aun así, fueron los casos de Weber y Testino los que marcaron, según muchos concuerdan, el fin de una era, el momento Harvey Weinstein de la moda y la prueba de que el movimiento #Metoo está vibrante allí también. Es por el terremoto que desataron que, en todas las Fashion Weeks de comienzos de 2018, "el humor, el ambiente se ha alterado de la misma manera que ocurrió en Hollywood tras su propio movimiento sísmico", dijo Stephen Doig, editor de moda masculina de The Telegraph. "Creo –o ciertamente espero– que esto será el punto en que se partan las aguas, y que sin importar el género, el abuso en nuestra industria será la excepción y no la norma, como ha ocurrido silenciosamente por demasiado tiempo".
Las acusaciones sobre Testino (por parte de 13 asistentes y modelos masculinos que trabajaron con él durante campañas de los 90) y Weber (otros 15) salieron a la luz durante la semana de la moda masculina de Milán.
"No podrían haber llegado en un momento de mayor impacto", subrayó Doig, quien explicó que para las modelos el calendario tiene muchas fechas clave, pero para sus pares hombres, ese es de los pocos momentos en los que todos los ojos están puestos exclusivamente sobre ellos y la industria que los emplea. Y que mucho más que mirando la ropa, quienes estaban en la primera fila en Milán se la pasaron leyendo e intercambiando todo tipo de historias sórdidas sobre el ambiente en general.
Por supuesto que los dos acusados en cuestión son mucho más que fotógrafos. Bruce Weber no solo ha sido considerado quien mejor traslada el ideal norteamericano de belleza fresca a la imagen, sino también, en sus campañas para Abercrombie & Fitch de los 90, quien trajo la homoerótica al mainstream. Mario Testino, por su parte, ha sido tan central al mundo de los famosos que, en The Guardian, la columnista Hadley Freeman se preguntaba, parafraseando la famosa pregunta filosófica del árbol y el bosque: "Si una revista no incluye una foto de tapa de una celebridad sonriente retratada por Mario Testino, ¿acaso la revista existe?".
Su historia, además, tenía algo de terriblemente romántico, y era como uno de esos mensajes de las tarjetas Hallmark de que todo se puede lograr si se lucha por los sueños. Nacido en Perú, Testino había empezado desde lo más bajo en el mundo de la moda. A puro esfuerzo y talento, se volvió parte central no solo de Hollywood, sino del establishment más rancio, incluso sinónimo de fotos icónicas de la casa real británica. Pero nunca se olvidó de sus orígenes y fundó un museo en Lima, MATE, que sirvió para darle un núcleo fashion de resonancia internacional a la capital peruana.
A diferencia de Richardson, nunca habían salido denuncias públicas sobre Weber y Testino. Pero ciertos medios británicos luego sugirieron que Testino no había sido llamado para hacer los recientes retratos del príncipe Harry y Meghan Markle, como era esperado, porque los royals tenían algún tipo de información sobre el escándalo que lo involucraría poco después.
Tras las denuncias, Anna Wintour, una amiga personal, Testino y Weber, inmediatamente sacó un comunicado diciendo que el grupo editorial Condé Nast suspendía todo trabajo con ambos fotógrafos para el futuro próximo. Weber negó las acusaciones, mientras que los abogados de Testino dijeron que sus acusadores "no pueden ser considerados fuentes confiables".
Es importante aclarar que todavía no hubo una decisión de la Justicia, ni se probó nada. Aun así, algunas de las principales marcas, como Burberry y Michael Kors, se unieron al veto a los fotógrafos, lo cual demuestra el poder de la decisión de la llamada Nuclear Wintour. Anna Wintour no solo es la editora de la Vogue estadounidense, sino también directora creativa de todo Condé Nast (grupo responsable de buena parte de las revistas que también los empleaban, en ediciones norteamericanas e internacionales, como Glamour, Vanity Fair y Condé Nast Traveler). En la industria ya ven difícil que la carrera de los fotógrafos acusados pueda sobrevivir, al punto que Freeman ironizó al respecto: "Bienvenido el valiente nuevo futuro donde solo Annie Leibovitz queda para hacer las grandes portadas".
ESTIGMA MASCULINO
Otro tema que muchos señalan significativo para que el caso de Weber y Testino haya tenido tal resonancia es que fueron hombres los que denunciaron abusos, a diferencia de mujeres en los casos de Richardson y David LaChapelle.
Como analizaba el podcast Fashion Unzipped (juego de palabras en inglés, cuya traducción literal sería moda con el cierre bajo), a diferencia de tantas otras profesiones, en general las modelos son más conocidas, importantes y ganan más dinero que sus pares hombres. A menudo, ellos son contratados solo como extras en las producciones fotográficas. Los conductores del podcast especializado dijeron que si existiera algo así como una cadena alimentaria del mundo de la moda, los modelos masculinos estarían en el primer eslabón, y que las denuncias hayan partido de ellos requería de un enorme coraje. Señalaron, también, que el estigma de ser varones altos y fibrosos, y de no haberse defendido en situaciones en las que no se sentían cómodos, podía ser más grande que para las mujeres.
Es que con los hombres "hay una cierta actitud tipo Chippendales –le dijo Adrian Clark, editor de la revista de culto Shortlist, a The Telegraph–. Los abusadores lo disfrazan como si todo fuera diversión inocente, y este abuso de poder no es solo ejecutado por hombres, sino también por mujeres".
Pero ¿puede cambiar la situación? Hay un prudente optimismo en el aire respecto del futuro. Ellison misma, por ejemplo, confesó que le dan "cierta ilusión" algunas medidas que se implementaron en las compañías más emblemáticas. Bajo la guía de Wintour, Condé Nast ahora ha tomado un compromiso escrito de proteger a los modelos (de todos los sexos, naturalmente). Cualquier producción fotográfica que implique desnudos, ropa transparente, trajes de baño, animales, uso simulado de alcohol o drogas o poses sexualmente sugestivas debe tener un consentimiento firmado por anticipación. Algo similar ya están haciendo los conglomerados del lujo Kering y LVMH, dueños de las grandes marcas como Dior, Yves Saint Laurent, Gucci, etcétera. "Esto sugiere que la industria está tomando una mayor responsabilidad a la luz del clima actual", señaló.
Aunque luego aclaró que lo irónico en todo esto es, naturalmente, que la publicación de imágenes de modelos desnudos o semidesnudos en poses sexualmente provocativas continúa proliferando. "Por todo esto el asunto del consentimiento y el control se vuelve, y se volverá, cada vez más confuso", concluyó.
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