El simpático conejo que evitó un robo en la casa de sus dueños
Sabbath, el animal en cuestión, se convirtió en todo un héroe para la familia de Cristina Rodríguez Henao
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Bugs Bunny, el conejo blanco de ‘Alicia en el país de las Maravillas’, Roger Rabbit o el pesonaje japonés Usagi Yojimbo, los conejos estuvieron presentes en la vida de las personas durante años y se ganaron el cariño de la gente siendo estrellas del cine, la literatura, las caricaturas y la televisión.
Pero, ¿sería usted capaz de tener un conejo por mascota en su casa? Aunque para algunos es una idea descabellada, ya son varias las familias que conviven con estos animalitos y que los han adoptado como un miembro más de su familia.
‘Mi conejo evitó que robaran mi casa’
Cristina Rodríguez es ingeniería de alimentos y una amante de los conejos. Según esta joven, el amor por estos animales empezó gracias a Sabbath, su primera mascota que murió a los nueve años. Afirma que este animalito de ojos delineados y orejas negras le enseñó que no hay conexión más poderosa que la que se construye entre un humano y su conejo mascota.
A Sabbath lo conoció cuando vio por primera vez una conejera durante una visita que hizo junto a su familia a una tía que vive en Sotaquirá, Boyacá. “El dueño del lugar nos dijo que pasáramos más tarde y tipo ocho de la noche me entregó un conejito pequeñito y me dijo que me lo obsequiaba (...) Como me gusta Black Sabbath y era sábado, decidí bautizarlo Sabbath”, cuenta.
Para ella era un conejo muy especial, pues en las noches le gustaba proteger a la familia y por eso custodiaba con gallardía la puerta de la habitación de sus amos. Una noche repentinamente comenzó a zapatear con la pata trasera la puerta de una de las habitaciones. Fue tanto el ruido que el papá de Cristina decidió levantarse de la cama y ver que pasaba con la mascota.
Tras inspeccionar, descubrió que se trataba de una señal de Sabbath para avisar que había un ladrón tratando de abrir la cerradura de la puerta. El conejo estaba haciendo hasta lo imposible para protegerlos del robo.
“Apenas mi papá prendió la luz el ladrón salió corriendo. No fue la primera vez que nuestro conejo mascota nos avisó de que alguien estaba en peligro, otra noche comenzó a zapatear y al día siguiente nos enteramos de que en el edificio frente a nuestro hogar uno de los pisos se estaba incendiando. Ni siquiera el celador del edificio se había dado cuenta, pero mi conejito si lo había hecho”, narra.
Actualmente Cristina, junto a su papá y mamá, vive con cuatro conejos: Rasputín, que fue un regalo de un compañero sentimental; Muñeca, una conejita que heredó de su hermana luego de que ella tuviera que tomar la decisión de irse del país; Canela, una conejita que vio en una página de adopción, y Apolo, un animalito que adoptó con su mamá ya que era propiedad de un habitante de calle que no tenía cómo mantenerlo.
Como son tantos conejitos, le asignaron a cada uno un espacio en la terraza. Allí viven como reyes, ya que tienen cuatro pequeñas casas, todos los días se les cambia su papel, se alimentan con una dieta que varía entre concentrado, agua, apio, manzana o lechuga y cada dos días zanahoria.
“Muchos dicen que los conejos no expresan emociones y eso no es cierto, son muy sensibles y lo demuestran de múltiples formas. Por ejemplo, cuando salimos a vacaciones, usualmente dejamos una persona para que vele por ellos, pero cuando yo empiezo a hacer la maleta se ponen tristes, lo saben. También a veces saltan hasta la cama y me buscan para que los acaricie, así son ellos”, concluye Rodríguez.
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