El exitoso personaje infantil desató una batalla entre dos mujeres que reclaman su propiedad intelectual. La historia del batracio más codiciado
Cabeza ovalada, ojos desorbitados, sonrisa king size. Cuerpo verde y remera cortita. Para la seño que lo hizo celebridad, es El Artista Antes Conocido Como Pepe. Adriana Szusterman no quiere mirar atrás, aunque cada tanto se le escapa una sentencia amarga: "Soy la única artista prohibida del país".
El año cero es 1988, cuando la animadora Analía García –alias Candela– quiso honrar el amor de sus hijos por los batracios. "Es una cuestión de identidad. Tiene que ver con la inclusión de lo rechazado por la sociedad. Es verde, no tiene cola y es un sapo", explica. Por eso escribió "El sapo Pepe", que empezó a cantar en su programa de ATC, Súper Súper. Al costado aparecía una criatura verde bastante distinta de la actual, pero, como bien dice el tema, era un sapo que se llama Pepe.
Fue un hit under entre las maestras jardineras, hasta que lo escuchó Adriana, que solía sacar los temas de Xuxa en su salita. Era buena: los padres la animaban a grabar. Les hizo caso y salió al mundo. En el volumen 2 de Cantando en Amapola (1999) incluyó la canción de Analía, que ese mismo año decidió patentarla en Sadaic. Los CD funcionaron bien, Adriana le vendió en 2001 un espectáculo al Paseo La Plaza y su carrera despegó.
En 2005 Sergio Strauch, esposo y productor de la nueva estrella, contrató un estudio de diseño para que creara al Pepe que conocemos hoy. También registró la marca. El conflicto se espesó en 2009: García inició una demanda por nulidad y otra por infracción a la ley de propiedad intelectual.
El 28 de noviembre, cuando faltaban diez minutos para la función de Adriana en San Isidro, una escribana y un integrante de Sadaic llegaron con una notificación que le prohibía interpretar la canción. Ya sobre el escenario, explicó el problema y hubo silbidos. Las mamis se sobrepusieron y cantaron a capela, con lágrimas y aplausos. "El último sapo Pepe de Adriana" tiene 1,9 millones de vistas en YouTube, aunque Analía pide aclarar que "¿El sapo Pepe dónde está?" suma 31,9 millones de vistas.
En 2010 Candela curó la participación de Pepe en el show de su amigo Pipo Pescador, que hizo un mix del mega-hit con sus propios temas. No fue el único: ese mismo año, la producción de Adriana recordaba que "hay veintitrés personas en el país que incluyen al sapo Pepe como un personaje popular en sus espectáculos y cada uno tiene su propia caricatura". Entre ellos está Diego Topa, que a raíz de los cimbronazos legales debió salir al escenario con alguien muy parecido, el sapo Keke.
Después de las medidas legales, Adriana debió eliminar la palabra "Pepe" de shows, libros, discos, videos e Internet. Ahora tiene un sapo que se llama Poing Poing. Su esposo se queja de que el Pepe alfonsinista era "un títere de mano de pañolenci, de veinte centímetros como mucho, con un crochet en el pecho" y recuerda que siempre coexistieron sapos en los espectáculos infantiles: el de Cantaniño, el sapo Sapienso, los sapos Kiko y Kika de Xuxa, la mismísima rana René.
Más allá de la genealogía anfibia, Analía ganó la batalla y llevó a Pepe a los teatros porteños. Ella escribe y sus hijas actúan. Mientras las causas avanzan, se queja de que "esta señora le deformó la identidad a Pepe, agregándole amigos y una historia que no tiene". En la oficina de Adriana dicen que "los abogados no nos permiten hablar de estos temas".
En mayo de este año el conflicto sumó un episodio: Adriana fue procesada por declarar 24.800 CD y DVD con sus actuaciones cuando, en verdad, habían sido casi 110.000. Sufrió un embargo de $200.000 y podría recibir penas de entre un mes y seis años. Aun así, esta temporada siguió girando y reventando Corrientes, donde festeja el cumple del "sapo más querido... nuestro gran amigo el sapo Poing Poing". Mientras tanto, se aferra a la licencia que le queda: todo el merchandising de Pepe. Una caja que haría derretir a Walt Disney.
Entre Quico y Scooby-Doo
La saga de El Chavo del 8 es la madre de todas las batallas legales por personajes infantiles. Para horror de Roberto Gómez Bolaños, Carlos Villagrán siguió interpretando a Quico por décadas."Es mío, yo lo hice; él ni siquiera sabía que yo inflaba los cachetes", suele defenderse el actor, que a pesar de todo debió usar una vestimenta diferente y el nombre Kiko, porque la Justicia le dio la razón a Chespirito, creador del traumatizado infante. Bolaños también tuvo un largo conflicto con María Antonieta de las Nieves, alias la Chilindrina.En 1995, cuando olvidó renovar los títulos de propiedad, ella la registró como propia. Dos demandas no lograron impedir sus giras independientes.
Diego Domma, abogado especialista en propiedad intelectual, bucea en la jurisprudencia y recuerda que Oscar Demelli, La Momia de Titanes en el ring, combatió por su alias con Paulina Karadayijan, la hija de Martín. En 2012 los jueces le permitieron usar la marca Oscar La Momia Demelli –así, todo junto– a quien más tarde se probó como cantante. El año anterior, Cris Morena perdió un juicio contra Omar Bermolen, de la marca de ropa Florincella. La jueza destacó la buena fe del empresario, que "se evidencia en el ofrecimiento de excluir los artículos de ropa interior". Y, en diciembre de 2007, la Justicia había fallado contra Juan Manuel Canales, un bañador de perros que quiso treparse al éxito del gran danés, registrando la marca Scooby-Doo y su dominio en la web. Hanna Barbera, en cambio, no tuvo resarcimiento por daños y perjuicios.