El regreso de la jabonería clásica
En las páginas del libro Femenino singular, una historia de la belleza, la investigadora española Ángela Bravo advierte que la etimología de los jabones deriva de una fórmula extraída de la corteza del árbol palo jabón y que, disuelta en agua, se usaba para lavar cabelleras. Las cajas blancas y preciosistas que anuncian las pócimas de tuberosa e ylang ylang, cedro y vetiver, sándalo y peonía o neroli y petit grain, numeradas del uno al cuatro, simbolizan a b, como se denomina el nuevo proyecto jabonero del experto Martín Sabater. Más cerca del clasicismo que pregona la farmacia Santa María Novella, en Firenze, que de los locales de la cadena inglesa Lush, unas y otras asoman como accesorios y complementos en los exhibidores de la tienda Pesqueira, de Palermo; en Félix, de Paseo Alcorta, la florería Atlántico y en varias de las tiendas multimarca de Córdoba y de Rosario. El corto documental sobre el proceso de elaboración implícito en b., dirigido por Kuche, exhibe imágenes del laboratorio de estética fabril: Martín Sabater viste una remera monocroma y un hoodie, dispone las esencias en tubos y en pipetas, mientras que la banda sonora conjuga sonidos de Prokófiev –un fragmento de Romeo y Julieta– y el crujido de los papeles de seda que pliegan las operarias con sus cofias y uniformes blancos. “Aprendí el oficio de la jabonería desde muy pequeño. Mi abuelo fue perfumista, él empezó a destilar aceites esenciales con alambique en los años 30, en Mallorca. Estudió química y perfumería en Grasse y, cuando se instaló en Buenos Aires, fundó la firma Itasa y luego Sabater –rememora Martín Sabater–. Fue el creador de la Vieja Lavanda Fulton, también de la línea de jabones Vierge, que se envolvían en papeles crêpe de colores, se vendían en Harrods y perfumerías elegantes.” A comienzos de 2000, Martín Sabater ideó junto con sus hermanos una jabonería en Palermo, que creció al ritmo del movimiento de diseño de autor, cuyo interiorismo aún conserva cajones de verdulería y los panes de jabón con los tonos dignos de alguna pantonera. Tanto en su tienda de Palermo Viejo como en la de Barcelona (ubicada en pleno Barrio Gótico) divulgan el proceso mecánico de la fabricación del jabón, exhibiéndolo con sus máquinas piloto, que se utilizan para la elaboración de jabones en laboratorio y para las producciones no masivas. Desde Barcelona, que conduce íntegramente Eliana Sabater, se atienden las tiendas de Atenas, Rímini y Torino.Acerca de los procesos implícitos en la trama jabonera, destaca: “Parte de una reacción química llamada saponificación y de otra mecánica, que consiste en la mezcla y compresión de aceites esenciales, composiciones aromáticas con distintas notas sumadas a fijadores naturales. Todo surgió por accidente, en las cercanías de Sapo, una montaña cerca de Roma donde las mujeres acudían a lavar la ropa. Al frotar percibieron que salía espuma, y comprobaron que la grasa de los animales que caían al agua sumado a los minerales de la montaña generaban una solución jabonosa. El primer paso fue mezclar esa grasa con hidróxido de sodio”. Entre sus futuros desarrollos subraya la incorporación de notas de comino y de helecho, una línea de amenities para las cabinas de primera clase y de business para algunas compañías aéreas y destaca su nuevo desvelo: la creación de un jabón en polvo y con ph muy bajo para el lavado de la ropa entre sibaritas.
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