La historia de Pierdante Piccioni, que inspiró la serie DOC, revela un curioso caso de amnesia que le hizo perder los recuerdos de más de una década de su vida
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Hasta el momento del choque que lo dejó seis horas en coma, el italiano Pierdante Piccioni sabía algunas cosas: transcurría el año 2013, a sus 54 años, estaba casado, tenía dos hijos y se desempeñaba como médico jefe en la sala de emergencias del hospital Pronto Socorso de Lodi, a 45 minutos en auto desde Pavía, su ciudad de residencia. Además, era profesor universitario y consultor del Ministerio de Salud.
Pero cuando salió de su estado de inconsciencia en una habitación del hospital enseguida descubrió que muchas de sus certezas se habían borrado. Al abrir los ojos no lo sorprendió tanto el hecho de encontrarse en una cama, en bata y conectado a un montón de cables. Recordaba el vuelco de su auto, el golpe en la cabeza y, al volver en sí, escuchaba a un colega que, de espaldas a él, comentaba que la tomografía de cráneo no mostraba signos de hemorragia. Un dato positivo, sin dudas. Sin embargo, algo le causó estupor: todos a su alrededor parecían haber envejecido varios años y a algunos de ellos, que lo trataban con familiaridad, directamente no los reconocía.
Se despertó del coma con la noción de estar viviendo sus 42 años, casado con una atractiva psicóloga y trabajando como médico internista. Para él, su accidente automovilístico había ocurrido en la carretera de circunvalación de Pavía - hecho ajustado a la realidad- cuando volvía de dejar a su hijo Tomasso en la puerta de la escuela, el 25 de octubre de 2001, el día de su octavo cumpleaños -solo que no era esa la fecha que mostraba el almanaque-.
El impacto del vuelco le provocó un traumatismo de cráneo y dejó una lesión en la corteza cerebral que afectó parte de su memoria. En un instante su mente perdió los recuerdos de los últimos doce años de su vida. De pronto, sus colegas no eran sus colegas, sus hijos no eran sus hijos y la bella mujer que tenía en frente -al verla pensó que era hermosa- era, sin embargo, muy distinta de la foto representada en sus recuerdos.
El Doctor Amnesia y lo poco que se sabe del cerebro
La del llamado “Doctor Amnesia”, es una historia que sorprende porque ilustra cómo, pese a los grandes avances de la ciencia, todavía es poco lo que se sabe acerca del funcionamiento cerebral. En El hombre que confundió a su mujer con un sombrero el escritor y neurólogo Oliver Sacks, también autor del libro que inspiró la película Despertares, cita el caso de un paciente que como Piccioni sufrió un estado de amnesia, pero de otro tipo. El capítulo El marinero perdido cuenta las consultas de Jimmie G., que padece una amnesia anterógrada (la pérdida de la capacidad de formar nuevos recuerdos) que lo vuelve incapaz de recordar nada de su vida desde el final de la Segunda Guerra Mundial, y lo hace olvidar incluso los eventos que suceden apenas unos minutos antes; aunque sus capacidades intelectuales están intactas y su inteligencia es sobresaliente, esta condición le impide comportarse como una persona normal, capaz de desenvolverse sin ayuda, por lo que está internado en una casa de cuidados, con solo 49 años de edad. En el relato, Sacks expone su propia angustia como neurólogo ante la imposibilidad de devolverle al paciente algún sentido de satisfacción y felicidad dentro de un contexto de pérdida de memoria constante que lo lleva a olvidar lo que hace de un momento a otro. El capítulo comienza con una cita de Luis Buñuel: “Hay que haber comenzado a perder la memoria, aunque sea sólo a retazos, para darse cuenta de que esta memoria es lo que constituye toda nuestra vida. Una vida sin memoria no sería vida, como una inteligencia sin posibilidad de expresarse no sería inteligencia. Nuestra memoria es nuestra coherencia, nuestra razón, nuestra acción, nuestro sentimiento. Sin ella no somos nada. La memoria, indispensable y portentosa, es también frágil y vulnerable. No está amenazada sólo por el olvido, su viejo enemigo, sino también por los falsos recuerdos que van invadiéndola día tras día… La memoria es invadida continuamente por la imaginación y el ensueño y, puesto que existe la tentación de creer en la realidad de lo imaginario, acabamos por hacer una verdad de nuestra mentira. Lo cual, por otra parte, no tiene sino una importancia relativa, ya que tan vital y personal es una como la otra”.
“¿A quién le gustaría que lo atienda un médico con lesiones en su corteza cerebral?”
Durante la charla TEDxLecce que brindó sobre su historia, Piccioni mostró imágenes de la tomografía computada de su cerebro luego del accidente y de su historia clínica: “Mi informe dice que tengo lesiones en la corteza cerebral, ahora pregunto: ¿a quién le gustaría que lo tratara un médico con un informe como este? A Pierdante Piccioni no se le borró la memoria de corto plazo sino que pudo generar nuevos recuerdos a partir de las nuevas vivencias. No pudo volver a ser el jefe de servicio porque había perdido los últimos conocimientos médicos necesarios para ejercer la profesión. Le ofrecieron que aceptara una pensión por invalidez y diera por terminada su carrera profesional. A los 54 años dijo “No, no estoy terminado” y tuvo la humildad, la fuerza y el coraje de ponerse a estudiar de nuevo. Le tomó dos años rehabilitar, con sesiones de fisioterapia, algunas funciones motoras que se habían dañado en el accidente y el mismo tiempo reactualizar sus conocimientos médicos. Aceptó empezar de cero en un puesto en otro hospital asignado a tareas administrativas o como auxiliar de los equipos médicos. Hoy es nuevamente jefe de servicio en el hospital.
“Fue como viajar en una máquina del tiempo. Tuve problemas de movilidad en el brazo derecho y en la pierna derecha, sufrí afasia (un trastorno del lenguaje que se caracteriza por la incapacidad o la dificultad de comunicarse), pero el mayor problema tenía que ver con la memoria”, relató el médico en ABC.
Con la ayuda terapéutica, de la familia y de los amigos, a lo largo de los años posteriores pudo redescubrir sus recuerdos y reaprender su oficio mientras, en paralelo, iba reconstruyendo su vida familiar y personal a través de fotografía e historias. Así lo relata en su libro autobiográfico Meno Dodici, escrito junto al periodista Pierangelo Sapegno, sobre el que se basa la serie DOC, producida por la RAI, que se puede ver en la plataforma de streaming de Amazon, Prime Video.
Como guiño artístico, el propio Piccioni hizo un cameo en el segundo episodio de la primera temporada de ‘DOC’, donde representa a un paciente.
Despertar en un mundo cambiado de emociones perdidas
En una entrevista en el diario La Repubblica, reveló algunos de los desafíos que más lo desconcertaron. El mundo había cambiado, en lugar de la lira italiana, la moneda en curso era el euro, los pequeños celulares con botones, ahora eran planos y táctiles, las redes sociales... ¿Qué son las redes sociales?, preguntaba. “Mis hijos me hicieron volver a ver las películas que me habían gustado, me mostraron las fotos de los viajes que habíamos hecho, y me dieron de probar los vinos que apreciaba”, expresó el médico.
No solo observó que todos a su alrededor parecían haber envejecido de pronto, sino que tampoco se reconoció a sí mismo al contemplarse por primera vez en el espejo. Cuando le preguntaron si quería que fueran sus hijos a visitarlo, respondió que no, la sala de un hospital, donde un paciente está postrado, conectado a catéteres y máquinas, no es un lugar para niños pequeños. Solo que los chicos ya no tenían los 8 y 11 años, que Piccioni suponía: eran dos hombres barbudos, parados a los pies de la cama, que le preguntaban por su salud. Y la pregunta por sus padres, que habían fallecido sin que él lo recordara, fue uno de los momentos más difíciles de superar.
“El problema no fue la memoria, fueron las emociones que perdí. Nadie puede devolvérmelas. Ni eso ni las personas que perdí en ese tiempo, por ejemplo, mi madre. Nadie se puede imaginar lo que fue para mí ir al cementerio a ver la fotografía de mi madre en una lápida. En mi cabeza, ella estaba viva”, se reveló en ABC.
“¡Tenés arrugas en el cuello!”
En su charla TEDxLecce, Piccioni cuenta qué le pasó cuando vio a su mujer con el aspecto de una persona doce años mayor de como la recordaba. “Les doy un consejo: mientan siempre”, bromea al auditorio tras narrar cómo fue el rencuentro al despertar del coma con su esposa, Maria Assunta Zanetti, una renombrada psicóloga especializada en cerebro y trastornos del comportamiento. “Tenés arrugas en el cuello”, no pudo evitar sorprenderse y verbalizar su sorpresa, algo que hasta hoy le vale reproches.
“Cuando la vi ya no la reconocí”, - recuerda el médico ante la periodista Andrea Greco, publicada en la revista Oggi- Pero era una persona aún más interesante de lo que recordaba. Y me gustó de nuevo por esta misma razón”.
Y, si bien la mujer que estaba a su lado y que le estaba devolviendo los recuerdos perdidos era algo distinta de la que se había enamorado en su vida “anterior”, también de ella se enamoró en la segunda. “A menudo digo -agregó el médico en tono de broma- que soy el único hombre que siempre ha engañado a su esposa con su esposa. Como psicóloga, ella me contactó con sus mejores colegas para que me ayuden a recuperar la memoria, pero si ‘yo la hubiese elegido solo por esto, sería gratitud y no lo es. Enamorarse es otra cosa. Vi a mi esposa y dije: ‘Me gusta esta mujer’. Hay parejas que se alejan y se separan repetidamente y otras que se reencuentran después de 20 años y están bien juntos, mejor que antes. A nosotros nos pasó algo así“.
Como corolario de su historia, Piccione suele contar que tuvo un aspecto positivo inapreciable en muchos sentidos: se reconoce como un hombre mejor, capaz de disfrutar de las pequeñas cosas y como un médico más involucrado con las historias de los pacientes que le toca tratar.
“En busca de mi tiempo perdido, también hice cosas aparentemente sin sentido, como ir todas las mañanas frente a la vieja escuela de mis hijos, con la esperanza ciertamente no de volver a verlos como niños, que ahora es imposible, sino de despertar todo lo que había sido tragado del agujero negro de la memoria”, reconoce a La Repubblica. “Como una especie de homenaje al concepto platónico de anamnesis, según el cual percibir lo que tenemos a nuestro alrededor, incluso cosas nuevas, no es otra cosa que recordar, despertar lo que ya tenemos en el alma. Un principio filosófico y poético, ciertamente no científico, pero en ese momento era todo lo que tenía para consolarme”. Parece algo así como un superpoder. Y quizá lo sea, después de todo.
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