Fue teñido por un destino trágico al ser víctima de crisis económicas, aislamiento vial y el suicidio de uno de sus fundadores
- 7 minutos de lectura'
En las afueras de Miramar nace el último tramo de la ruta 11. Sinuoso y poco conocido, a punto tal que por momentos uno puede ser el único conductor, transitarlo se siente como dirigirse al fin del mundo. Este camino estrecho y sin iluminación deriva en un tímido boulevard, única vía asfaltada de Mar del Sur, un pequeño pueblo costero que prometía ser el nuevo destino veraniego de la élite argentina y es ahora un tesoro escondido.
En pleno centro se destaca el antiguo y majestuoso hotel “Boulevard Atlántico”, representativa ruina de aquello que no fue: vajillas de plata, muebles traídos de Europa, pisos de pinotea, un gran salón comedor, dos canchas de tenis y 76 habitaciones. Hoy en día solo queda su fachada y una parte de la planta baja que funciona como cafetería y restaurante, aunque está en marcha una restauración que incluye un spa, gimnasio, piscina climatizada y un paseo de compras.
Con apenas 2400 habitantes, un solo balneario y un modesto centro con no más de ocho comercios, pero una costa ancha y mar privilegiado, es hoy el destino ideal para quienes buscan paz e introspección. Mientras que pequeños poblados como Chapadmalal abandonan su serenidad a costa del crecimiento comercial y las grandes localidades balnearias como Mar del Plata son demasiado masivas para algunos, Mar del Sur mantiene la calma a causa de su accidentada historia.
El tren que nunca llegó
Fundado en 1889, pretendía transformarse en un gran centro turístico para un grupo selecto. El suntuoso hotel, erigido por el Banco Constructor de La Plata bajo el comando de Carlos Mauricio Schweitzer, compartía esa visión optimista. Pero el tren que planeaba conectar a Mar del Sur nunca llegó, truncando la gran ambición que tenía este pueblo en ciernes y condenándolo a un destino pacífico.
Laureano Clavero, investigador y documentalista, explicó a LA NACION que las tierras pertenecían originalmente a la familia Otamendi, quien le encomendó el trazado del pueblo al reconocido agrimensor J. Eugenio Moy, también presente en la planificación de las ciudades de Miramar y La Plata. Se organizó de modo tal que pudiese albergar un alto flujo de visitantes, aunque la crisis económica que azotó a la Argentina bajo la presidencia de Miguel Juárez Celman en 1890 cambió esos planes.
La localidad quedó unida con Miramar, la ciudad más cercana, por un precario camino de tierra, convirtiéndose en una propuesta para quienes tuviesen la voluntad de vivir cierto aislamiento. Propietarios de antaño recuerdan que debían realizar las compras con anticipación en un centro urbano cercano, ya que no había siquiera un almacén y, con mal clima, no podían salir.
“En el año 1892, el principal impulsor del hotel, Carlos Mauricio Schweitzer, se suicida, marcando esta historia con un tinte trágico y dejando al hotel huérfano en una batalla legal hasta ser administrado por la familia Gasco”, relata Clavero. Bajo esta gestión vivió sus años dorados, llenando las casi 100 habitaciones y alentando el crecimiento del pueblo en el área circundante.
Motivados por la calma del lugar solían frecuentar su galería reconocidos artistas plásticos, escritores y músicos como Litto Nebbia o Bárbara y Dick, que encontraban allí mayor inspiración para sus obras y le aportaban un carácter contracultural. Se encuentra también archivo que registra la visita de Nito Mestre en las costas sureñas. Mientras tanto, se continuaron construyendo chalets en los alrededores y conformando una pequeña comunidad veraniega.
Pero debido a la poca rentabilidad de un pueblo tan alejado y conflictos burocráticos, el hotel no recibió la inversión de mantenimiento suficiente y se fue degradando. “Las dificultades de manutención, los problemas legales y en especial el problema de su dominio sumieron al edificio en un estado ruinoso, el cual se ha visto incrementado con el paso de los años. Estos hechos determinarán su clausura definitiva en la década de los 90″, explica en una investigación el arquitecto Pablo Grigera.
Un sentimiento de pertenencia
A pesar del fracaso del hotel, la localidad funcionó por años casi como un barrio privado de familias que se conocían entre sí y que conformaron un profundo vínculo, con Mar del Sur como articulador. Gran parte de los visitantes residía durante el año en San Isidro, Adrogué y Olivos.
“Vos ibas cada verano y ya sabías con quién te ibas a encontrar porque eran siempre los mismos, no podían, sino convertirse en amigos. Recuerdo aventuras nocturnas donde paseábamos con linternas en mano porque no había iluminación en las calles y nos escapábamos a ver películas en el viejo hotel”, recuerda Paola Cittadini, que disfrutó Mar del Sur durante toda su infancia.
Esa seguridad y privacidad era uno de los factores más distintivos y lo convertían en una propuesta única. Aunque poco a poco el público fue cambiando -y falleciendo los antiguos fundadores-, los propietarios sostienen que se mantiene una calma y tranquilidad imposible de encontrar en otros destinos.
“Recuerdo que el centro duraba media cuadra y tenía muy pocos comercios. Pero fueron esos veranos donde hice muchos amigos y viví mis primeras borracheras, amaneceres en la playa y fogones con guitarreadas. Algunos días nos metíamos al mar de noche sin preocupación y otros nos insolábamos durante el día”, narra Nazareth Puente, quien explica que va a Mar del Sur desde que tiene uso de razón y no lo cambiaría por nada.
Los habitués de la época dorada dieron vida al “Club Rocas Negras” frente al mar, un lugar de reunión para charlar durante largas horas y compartir un café, pero sobre todo expresión de un marcado sentimiento de pertenencia de aquellas familias que conformaron a su vez otra gran familia.
“Las estadías consistían en ir de casa en casa con una guitarra, jugar al croquet u organizar peñas en el rancho de la señora Repetto a la luz de las velas”, cuenta Ana Maria Ruggeri, quien veranea en Mar del Sur desde hace más de 50 años.
Custodiando las olas y testigo de infinitos atardeceres, una imagen de la Virgen es parada obligada de caminantes y peregrinos que le brindan ofrendas o expresan sus deseos. “La llevamos a cuestas desde el centro por tres kilómetros entre un grupo de vecinos amigos junto con el Obispo de San Isidro, quien comandaba las misas de los domingos durante la temporada”, relata Ana Maria.
Todo cambió cuando se extendió la ruta 11 asfaltando el camino desde Miramar: Laureano Clavero, explica que representó un boom para el pueblo, aumentando sus visitantes y construcciones. Algunos vecinos estuvieron de acuerdo con la medida, mientras que otros presentaron una resistencia por considerar que amenazaba la concepción campestre de Mar del Sur.
“Comenzó a arribar un público más propio de otras ciudades costeras y hasta aparecieron habitantes permanentes, cosa que antes prácticamente no existía y cambió el perfil del pueblo. Con la ruta se perdió para siempre la identidad fundacional”, reflexiona una visitante histórica. El tramo fue asfaltado en 1987 y permite llegar desde Miramar en aproximadamente 15 minutos.
A lo largo de los años esta transformación provocó que algunas familias decidieran buscar otros destinos para vacacionar. Aun así, sitios históricos como la antigua capilla o Rocas Negras son testigos fieles de las vivencias de aquellos tiempos y algunos descendientes aún bañan sus pies en las costas sureñas manteniendo viva la identidad del pueblo.
Laureano Clavero advierte que en los últimos años hubo un auge de construcciones modernas frente al mar y actualmente se observa un crecimiento en el área “El Remanso”, donde nuevos visitantes decidieron construir viviendas para alquileres temporales. Otros Invirtieron en terrenos vírgenes con una visión a largo plazo.
El futuro es todavía incierto y quizás algún día se retome aquella ambición fundacional. Algunos afirman que será pronto, cuando aquel grupo que migró de Mar del Plata a Chapadmalal en busca de paz se vea disgustado por su reciente crecimiento y observe Mar del Sur como la alternativa más cercana.
Otras noticias de Verano 2025
- 1
Cómo utilizar el orégano de manera efectiva para ahuyentar a las cucarachas de tu casa
- 2
Noruega ofrece trabajo a personas que hablen español con salarios de hasta 5400 euros
- 3
La fruta que ayuda a dejar el azúcar sin grandes sacrificios
- 4
“Vale 70 millones de dólares”. Fue el relacionista público uruguayo más importante en los 90 y rescató el Águila Imperial del Graf Spee