El proyecto que ya es un hit conceptual
En la calle Cavia, al 2985, se encuentra una casona que otrora le encargó un buen hombre al prestigioso arquitecto y artista noruego Alejandro Christophersen, como regalo para su mujer. Al fallecer esta última, en 2011, el gobierno de la ciudad decidió proteger la construcción "por capturar la esencia misma del grand siècle". Hoy se puede visitar. Porque ahí se encuentra, desde hace una semana, Casa Cavia.
"Casa Cavia surgió como un espacio para que mi mamá, Ana Mosqueda, abriera su editorial Ampersand", explicó Lupe García, directora creativa del proyecto. "Ella no quería que fuera un lugar en donde solamente se produjeran libros, sino donde se intercambiaran ideas, como sucedía en las editoriales de 1900. Así que una vez que empezó la restauración, decidimos que abriríamos la casa al público", detalló. Ante el desafío de remodelarla preservando el diseño original, la familia García Mosqueda contrató al estudio inglés Kallos Turin, quien decidió constituir al edificio en parte de la arquitectura contemporánea. "El proyecto se basó en la investigación de los cafés de Buenos Aires de los años veinte y treinta. El espacio provoca en cierto modo una sensación contradictoria: es antiguo y moderno a la vez", detalló Lupe. Ella es realizadora cinematográfica, por lo que piensa sus proyectos a la manera de la puesta en escena de una película. "Así como se convoca a un equipo de rodaje, elegí a los integrantes de Casa Cavia entre los mejores en lo suyo", explicó. Y es verdad: la planta baja - entre el jardín e interiores - reúne a un ramillete de rockstars: Pablo Massey está a cargo del restaurant. Julián Bedel instaló su ya reconocido laboratorio de perfumes, Fueguia 1833. Silvana Grosso montó una peculiar tienda: "Flores Pasión". Inés de los Santos desarrolló la coctelería y Próspero Velazco, una pastelería académica.
El nivel de detalle es obsesivo y reconfortante. De paredes grises, molduras afrancesadas, espejos añejados, sillones de terciopelo verde manzana y una heladera a la vista color dorada, la casa recrea un verdadero hogar, de gusto exquisito. Del techo de uno de los cuartos cuelga una bandada de libros, o un guiño para que los comensales se animen a subir al segundo piso - por una importante escalera de mármol-, en donde, finalmente, se encuentra Ampersand. También funciona allí una sala destinada a clases, presentaciones y charlas. "Como un centro cultural, queremos lanzar libros, ofrecer cine al aire libre y muestras de arte", dice Lupe.
Un rasgo por lo menos llamativo es que hace tan sólo una semana que Casa Cavia abrió sus puertas, a modo de "soft opening" para recién lanzarse oficialmente en febrero, y ya no hay lugar para sentarse a comer si no es con reserva previa. "En Londres estudié las nuevas tecnologías aplicadas a los negocios, para que éstos prosperen en poco tiempo. De mi experiencia con La Panadería -(su otro restaurant, en San Telmo)-, aprendí que los proyectos se construyen a partir de una identidad que no se traiciona. Pero en realidad no podemos creer que en siete días hayamos superado los objetivos", agregó Massey. Los vecinos lo pedían a gritos. Ahora súmense todos los demás. No diga que no le avisé.
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