El primer enemigo de los mosquitos: la curiosa historia del espiral
Cuenta la historia que, para 1895, los veranos de Japón resultaban insoportables; un poco por el calor y la humedad, pero más que nada por los mosquitos.
Eiichiro Ueyama, un empresario exportador de naranjas, buscaba una solución práctica para repeler insectos voladores. Por relatos de los más viejos, conocía la existencia del humo que, al emanar de la combustión de ciertos inciensos, podía aniquilar a la poderosa fuerza aérea de los dípteros.
En eso andaba cuando un agricultor de Estados Unidos le proporcionó las semillas de una flor famosa por espantar y matar insectos en las Américas, conocida como piretro o pelitre, y que en Europa era conocida como la flor de Dalmacia que tapizaba los campos croatas.
Ueyama sembró los campos de Japón con esta planta de la familia de los crisantemos (Tanacetum cinerariifolium) tan parecida a la margarita silvestre que suele confundirse con ella.
El emprendedor cultivó especialmente en la región de la prefectura Wakayama con el fin de elaborar un insecticida capaz de repeler bichos de todo tipo más allá de los alados, como pulgas y piojos, que además de resultar fastidiosos también podían transmitir enfermedades tan graves como las transmitidas por mosquitos.
Los alados dípteros y su infantería terrestre, los cascarudos escarabajos, caerían por igual frente a la acción plaguicida de la piretrina natural.
Para 1890, había creado el “polvo para matar pulgas” a base de la flor natural del piretro molida y mezclada con aserrín, y luego llegó su gran invención: el primer incienso mata mosquitos con forma de sahumerio, como reseñó The Japan Times.
El espiral mata mosquitos de Yuki
El invento se hizo popular en todo Japón, pero en rigor de la verdad no era tan original. Hacía por lo menos mil años que en China se empleaban plantas que contenían piretro para el control de plagas, y para mediados del siglo XIX en Europa ya se vendía en las boticas el famoso “polvo de Persia” contra las pulgas y garrapatas que se elaboraba con las variedades de margaritas de la península balcánica.
Pero la originalidad no era el problema, ya que el incienso de Ueyama era implacable contra la potencia alada de la fuerza aérea díptera, sino que solo duraba 40 minutos, demasiado poco para descansar en paz.
Fue Yuki Ueyama, la esposa de Eiichiro, principal impulsora y a la vez crítica del incienso mata mosquitos, quien encontró la solución tras siete años de ensayos.
Yuki logró producir una bobina, embebiendo un palito largo y flexible con el producto, a base de almidón y piretrina, que luego enrolló dándole forma infinita. Había nacido el espiral.
El primer espiral de la historia salió a la venta en 1902, podía durar horas encendido, atacando el sistema nervioso de moscas, piojos y mosquitos, aniquilándolos en una guerra química sin cuartel; el mismo espiral que casi 120 años después sigue encendido en todo el mundo, aunque con una fórmula bien diferente.
El “espiral de mosquitos en forma de remolino” fue un éxito en Japón e hizo conocida en todo Asia a la incipiente Kincho, la compañía de Eiichiro y Yuki Ueyama para el control de plagas, famosa por haber inventado el repelente en espiral y por el gallo rojo de su logo.
Del campo al laboratorio
Después de la Segunda Guerra mundial todo cambió. Las sustancias naturales extraídas de los campos tapizados de esa suerte de margaritas silvestres (las piretrinas) les dieron paso a sus replicantes sintéticos (los piretroides).
La producción de piretrina natural en Japón mermó considerablemente, y los cultivos europeos como los yugoslavos o españoles no pudieron competir con un nuevo protagonista en la producción del crisantemo: Kenia.
El francés Charles Willemot había sembrado su finca en las tierras altas cercanas de Nakuru en 1855 y, 100 años después, el país africano se convertiría en el principal productor de piretrina natural, como reseñó la revista de agroecología LEISA.
Pero, además, en 1949 Milton Schechter sintetizó la aletrina, el primer piretroide que no provenía de una planta pero era muy similar en cuanto a la estructura molecular de la sustancia original; fue el principio de los insecticidas sintéticos.
Para 1960, incluso la japonesa Kincho dejó de emplear en la fórmula de sus productos el piretro natural. Se inició así la era de los piretroides sintéticos, y no solo como repelentes de insectos, sino también como plaguicidas en la producción agraria.
Pero, ¿el pasaje del piretro natural al sintético -de la piretrina al piretroide- es peligroso para el medio ambiente? ¿Y para la salud humana?
Un trabajo publicado en la Revista Cubana de Salud Pública en 2019 puso el ojo en los espirales producidos a base de piretroides sintéticos, todavía más cuanto que, en amplias regiones de Sudamérica, estos pesticidas arremolinados se emplean masivamente para combatir al mosquito Aedes aegypti como vector de las infecciones por dengue, chikungunya y zika.
El paper se llama “Precauciones en el uso de los espirales antimosquitos” y describe que el piretroide “al hacer combustión, produce humo con partículas pequeñas (< 1 μm) que pueden ingresar hasta los alvéolos y causar problemas pulmonares, vómitos, diarrea, convulsiones y parálisis, entre otros”. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) clasifica a los piretroides sintéticos “como levemente peligrosos”.
Precauciones en el uso de espirales
Un repaso por la información rotulada que brindan las principales marcas de espirales que se consiguen en el mercado argentino nos acerca un poco más a la comprensión del fenómeno de los remolinos mata mosquitos y de su potencial toxicidad para el ser humano cuando son empleados de manera negligente.
Ahí aparecen desde el no tan obvio “lavar las manos con abundante agua y jabón después de aplicar el producto” hasta el “no almacenar ni transportar con alimentos y semillas”, pasando por “evítese el uso excesivo” y “este producto no puede ser utilizado con poca ventilación ni en presencia de personas asmáticas o alérgicos respiratorios”.
Un punto importante de las etiquetas es donde destacan prestar atención al lugar desde donde se realiza la combustión: “Mantener la cabeza a una distancia mínima de dos metros del punto de liberación del producto”.
Al rescate de la piretrina o pelitre natural
El “polvo de Dalmacia” con el que se elaboraban los espirales creados por Eiichiro y Yuki Ueyama viene siendo rescatado en el marco de una nueva agenda verde, como remarca el manual “Agricultura sin plaguicidas sintéticos”, compilado por el profesor Nello J. A. Cucchi del INTA (2020).
Según el trabajo, la piretrina natural controla un amplio rango de insectos entre los que se encuentran cochinillas, moscas blancas, pulgones, gorgojos y hormigas, entre otros, y es válido emplearla en cultivos orgánicos y agroecológicos de frutales, vides, olivos, hortalizas y ornamentales.
Su mecanismo de acción tanto para las plagas del campo como para los mosquitos de la ciudad es bien conocido: el piretro ataca el sistema nervioso del insecto “que queda sucesiva y repetidamente excitado, incapaz de alimentarse y moverse, muriendo en breve tiempo por inanición”.
Además, si bien con el tiempo “su poder biocida comienza a mermar, se pone en evidencia una de sus propiedades más importantes: son poderosos repelentes”. Aún cuando sea natural, la piretrina también posee riesgos ambientales: “presenta un efecto repelente” para las abejas y “moderadamente tóxico para peces”, pero es “prácticamente no tóxico para aves” y su “toxicidad en mamíferos es baja”.
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