Hace unos años Federico León transformó su casa en un teatro. El lugar estaba en el Abasto, un barrio donde tradicionalmente el off porteño se ha hecho fuerte, y funcionaba como centro de operaciones de este actor, dramaturgo y director que fue acumulando prestigio nacional e internacional gracias a obras de la talla de Cachetazo de campo, El adolescente y Las multitudes. Pero León se cansó de tanto trajín cotidiano y decidió separar las cosas. Compró un terreno generoso en el Abasto y construyó ahí su nueva vivienda. Mantuvo las cosas así durante un tiempo y, finalmente, no pudo con su genio: pergeñó una obra notable (Las ideas) y decidió estrenarla ahí mismo. Otra vez el teatro en casa. Sobrevino entonces una nueva mudanza, ahora a una casa de Parque Chas, que parece definitivamente destinada a su vida privada, y el espacio del Abasto se transformó en Zelaya, donde ahora repuso Las ideas, que protagonizan él mismo y Julián Tello. Sumó a la programación teatral una nueva versión de Cimarrón, la obra de Romina Paula que ya pasó por el TACEC de La Plata y el Cervantes, agregó un ciclo de cine curado por el coleccionista Fernando Martín Peña y hasta proyecta cursos de cocina y astrología.
"Mi casa siempre termina siendo el lugar donde gesto mis proyectos, el centro de las reuniones de trabajo y de los ensayos. Se da así", explica León. "Lo bueno es que, ahora que ya no vivo ahí, llego a Zelaya y veo el lugar de otra manera, como si fuera un extranjero. Me mudé en septiembre del año pasado y muy pronto empezó a pasar eso".
Entre los proyectos de León y sus socios, Rodrigo Manuel Pérez y Rocío Gómez Cantero, figura una muestra de work in progress teatrales: fragmentos de obras que aún están en proceso de ensayo, que servirán para que el público pueda enterarse de su próximo estreno, a la manera de las colas que proyectan los cines. También han pensado en apelar a la memoria para recuperar tramos de obras del pasado, un ejercicio que pondrá contentos a los nostálgicos y les permitirá a los que no las vieron, pero escucharon, algo sobre ellas, tener al menos una aproximación pasajera.
Zelaya tiene un jardín de buenas dimensiones, una pequeña piscina y una iluminación que embellece el ambiente y apuntala su temperamento íntimo. Agostina Luz López, también actriz, dramaturga y directora, suele organizar concurridas jornadas de lectura en las que hay mesas con ofertas de editoriales independientes, y no hace mucho Rosario Bléfari animó un aventurero ciclo de música experimental.
Cerca de Zelaya, en Gascón al 4200, funciona Los Vidrios, la sala de Lisandro Rodríguez (que antes se llamaba Elefante Club de Teatro), que también tiene como característica su diversidad de propuestas y su elasticidad para transformarse. "Siento que son espacios con objetivos y políticas comunes", remarca León. "Lugares donde la programación no responde a un solo patrón y refleja el verdadero deseo de los que los gestamos. Vamos incorporando las dinámicas de la gente que circula por acá. Por eso hay teatro, cine, música, gastronomía, astrología... El mundo del teatro a veces es un poco cerrado. Queremos que haya cruces, mezclas, sociedades. Creo que Las ideas impulsó esta especie de laboratorio vivo que hoy es Zelaya", añade León, quien coordina él mismo un seminario de teatro titulado Noctario que empezó el 9 de abril y terminará el 28 de mayo. "La experiencia empieza cuando entrás en la casa: hay un jardín que es muy protagonista, una construcción de madera al fondo, un clima de refugio, digamos. Es el propio espacio el que ya te propone algo".
Zelaya, en Zelaya 3134, CABA.
Para consultar programación: Facebook: Zelaya / Twitter: @3134Zelaya / Instagram: @zelaya3134_teatro