El Niño Rodríguez. “El quedarse en casa hoy se volvió un disvalor”
“Era un sábado a la noche. Tenía plata y hacía calor. Me dije viejo aprovechá sos joven. Y me fui al cine a ver una de terror...”. Cuando a Javier “El Niño” Rodríguez le propusieron adaptar un clásico del rock nacional para una colección de libros ilustrados (La Marca Editora, 2019) no tuvo dudas y eligió “Pensé que se trataba de cieguitos”, el recordado hit de Los Twist que supo conquistarlo cuando todavía estaba en el secundario. “Fue un disco muy potente en ese momento de retorno de la democracia. Me impactó porque no hay nada que marque más la liberación de una determinada situación que poder reírse de eso”, subraya este historietista, publicitario, diseñador y animador audiovisual respecto al tópico de la canción (la Dictadura y sus terribles personajes) y el humor con que la banda de famosamente se aproximó a esos temas.
–¿Cómo te recordás en ese ‘83 de Los Twist y la primavera alfonsinista? ¿Te ves parecido al que sos hoy o todavía no tanto?
–Ya me recuerdo bastante así, como el que soy ahora. Vivía en Rosario, estudiaba Bellas Artes y ya trabajaba haciendo historietas, al principio en pequeñas publicaciones o fanzines y ya después en revistas como Fierro o El Tajo. Había una gran ebullición. Un momento parecido al de hoy en el sentido de que cualquiera puede mostrar sus trabajos a través de las redes sociales o internet. En aquel momento era a partir del fanzine y la fotocopiadora. Una hazlo tu mismo del espíritu punk que se compartía y que iba más allá de escuchar esa música o usar esa estética.
–En esta época, para hacer humor, hay que tener en cuenta cada vez más variables para no herir susceptibilidades. ¿En tu caso cómo te resultó ese cambio de paradigma?
–Me resulta indiferente, tanto a favor como en contra. Considero que la única libertad que existe es la que te das a vos mismo. Si vos pensás que te la dan otros, cagaste. Porque nunca va a alcanzar a todos en consideración. Mi vieja se mató. Mi viejo también murió igual. Y sin embargo, tanto antes como después, más o menos pude cumplir lo que quiero. Entonces no voy a hincharle las pelotas a alguien que hace chistes sobre suicidio. En todo caso es mi responsabilidad consumirlo. Igual te digo esto pero no estoy tan seguro de que la sociedad haya cambiado tanto desde aquellos años.
–¿En qué sentido?
–En que no creo que las voces que más se escuchan necesariamente representen a la sociedad. El pensar que la sociedad es representable ya es una ilusión. La realidad es que no tenemos idea de lo que piensa la totalidad de la sociedad. Me parece que hay ciertos espacios que son más fluidos y otros más sólidos. Hay cosas que fluyen y otras que no. Yo prefiero fluir, otros prefieren solidificarse. Además en los medios, en el humor, si querés causar quilombo lo causás en cinco minutos. Es la mercancía más barata que existe dentro la comunicación. Tenés que putear a uno más famoso que vos y listo.
–¿Cómo fue tu infancia?
–En casa con problemas salen chicos extrovertidos. Como sabía que me las tenía que arreglar solo, siempre fui muy independiente. Sabía que sino no había mucha opción. Cuando digo que a los 15 años fui a buscar trabajo no es que me acompañaron. Tengo memoria de haber sido muy independiente, obligado por las circunstancias. Lo que pasa es que cuando sos chico, sos de goma, te adaptás. Lo que sí, en mi casa, había mucho libro y revista. A mi padre le gustaban mucho las historietas. Tenía la colección completa de la revista Mad, por ejemplo. Entonces aprendí inglés leyendo historietas porque quería saber qué decían los chistes.
–Mad era muy corrosiva.
–Sí, totalmente satírica. Tomaba los elementos más salientes de la cultura de la época y los daba vuelta. Mi escuela es un poco esa. Por eso yo no creo que haga humor negro sino sátira. Parece que fueran sinónimos pero no lo son. La intención del humor es hacerte reír un rato. Ahora, si yo estoy haciendo una sátira del capitalismo, ahí no solo se trata de humor sino también de mostrarte algo que veo. 1984 de Orwell es una sátira. Las tiras que hago también.
–¿Cómo creés la pandemia y la cuarentena afectaron al humor gráfico?
–Hay un montón de temas que hubo que pensar de cero. Lo más complicado fue dibujar barbijos y que no queden pésimo (risas). Pero más allá de eso, toda situación traumática tiende a estabilizarse y en esa estabilización es donde empiezan a asentarse los formatos que se van a usar a futuro. Todavía estamos entre la inercia de lo anterior y lo nuevo.
–¿Está surgiendo una nueva sociedad y un nuevo tipo de humor?
–Siempre están cambiando las cosas. Lo que tuvo este caso de diferente es que fue simultáneo y planetario. Eso hace mucho no pasaba. Hay que remontarse a una guerra mundial para algo parecido. Y no siempre hay una guerra mundial.
–¿Y en lo personal cómo te afectó la cuarentena?
–Me puse a producir libros. Uno sobre el celular y la relación que tengo con ese aparato, que puede llegar a ser una cosa heavy, todos lo sabemos. Otro es de humor político pero sin políticos porque no aparece ninguno, ya no necesito dibujarlos. Y el tercero, que acabo de terminar, es sobre Visite nuevo México, la tira que hice antes de Luche Peluche y de la cual salieron la mayoría de sus personajes: Tony Torres, el periodista; Betina, la modelo; Mortadela, el cartonero, son todos de ahí. Tiene como 250 páginas y me llevó como 20 años hacerlo. Hoy lo releo y no tengo la mas puta idea de lo que me pasaba en la cabeza cuando hice esas tiras (risas). Pero creo que ese va a ser el libro que más satisfacciones me va a dar publicarlo. Estoy buscando que sea una edición grande y bonita.
–¿Qué esperás para este 2021?
–Quiero hacer mucha publicidad porque después de la pandemia las marcas van a tener que hablarle de manera diferente a la gente. Por ejemplo eso que se escuchó tanto el año pasado, eso de que “ahora vas a poder disfrutar de tal cosa sin salir de tu casa”, ya no va más. Hoy ya es lo peor que te pueden decir. Un cliché que ya no sirve. Encerrarse ya no es un valor, ahora hay que buscar salir, el valor es la libertad. Entonces me interesaría crear formatos que en vez de reciclar cosas que ya no sirven encuentren nuevas maneras y conceptos para acercarse a los clientes luego de todo lo que vivimos y nos pasó. Porque las cartas volaron por el aire y hay que barajar de nuevo.