Belfast, la capital de Irlanda del Norte, es una ciudad portuaria e intensa, donde sigue latente la división entre protestantes (unionistas, partidarios del Reino Unido) y católicos (independentistas, a favor de la integración con la república de Irlanda), que se expresa en más de 2.000 murales distribuidos en sus barrios.
Uno de los episodios más impactantes del histórico conflicto fue el domingo 30 de enero de 1972, cuando 14 católicos civiles que se manifestaban en Derry en contra del encarcelamiento a los sospechosos de pertenecer al IRA (Ejército Republicano Irlandés), fueron asesinados a manos del Primer Batallón de Paracaidistas del Reino Unido. Esa tarde, el "Domingo sangriento", inspiró la canción Sunday Bloody Sunday de la banda irlandesa U2.
Por otra parte, cada 12 de julio los protestantes celebran la victoria del rey Guillermo de Orange sobre su suegro, el monarca católico Jaime II de Inglaterra y VII de Escocia, acontecida en 1690 en la batalla del río Boyne, que corre próximo a la localidad de Drogheda.
El 12 de julio es el acontecimiento anual más importante de Irlanda del Norte a despecho de los católicos, quienes consideran que semejante movilización nacional -200 mil personas y más de 1.400 bandas con un total de 30 mil músicos que tocan la flauta- es un exceso.
En Belfast, la conmemoración culmina a las cero horas en llamas, cuando unas 300 piras de gran tamaño se activan en los fueros protestantes y queman la bandera de la república de Irlanda. Este año, la policía prohibió la ceremonia de las hogueras por el riesgo que significan para las casas vecinas. Los "orangistas" se enojaron, y mucho. Resultado: en la víspera del 12 de julio volaron cócteles molotov (uno cayó en un barrio católico), hubo quemas de autos, cortes de ruta, odio. Belfast es una ciudad temperamental.
Escrito en los muros
Los avatares políticos en la que Belfast se vio inmersa durante tres décadas, llenan 20 km de muros, que suman 99 y algunos miden más de siete metros de alto, pintados de ambos lados con consignas militantes. Esos fragmentos de la lucha armada cuentan la historia de una sociedad convulsionada y violenta que, dos décadas después de la firma del Acuerdo del Viernes Santo, sigue dividida.
El este es protestante (Shankhill, el barrio que mejor lo representa), con sus iglesias presbiterianas y evangélicas, con pintadas alusivas a Jesús y a la moral de un mundo divino. Hay portones que se cierran a las diez de la noche, de manera que nadie sale y nadie puede entrar.
En el oeste de Belfast se respira aire republicano, flamean banderas irlandesas y algunas palestinas también. El paisaje del separatismo se completa por el norte con los barrios periféricos de Ardoyne y Glenbyrne, Tiger Bay y Newington. Las calles Bombay y Cupar Way, Kashmir y Springfield Road, Alexandra Park y Atlantic Avenue forman un triángulo caliente con ghettos separados por "muros de la paz". Alambre de púas, acero y hormigón, muros infranqueables que la voluntad no quiere derribar. Dan seguridad, dicen. El odio los une. En los barrios de clases media alta, como Lisburn y Castlereagh, ni en el resto de la ciudad, no hace falta esconderse.
Estos kilómetros de murallas son un ítem fuerte en el circuito turístico de Belfast, que también es conocida por el Titanic, mítico transatlántico al que se le rinde homenaje con un museo fuera de serie.
La mejor manera de recorrer los murales es en un black cab tour, guiado por taxistas locales que cuentan de primera mano la tensa convivencia entre católicos y protestantes, en un recorrido por sus graffitis más emblemáticos.
Se complementa con la visita a la tristemente famosa cárcel de Crumlin Road Gaol. Abierta en 1846, estuvo activa hasta que se cerró, en 1996. Fue una cárcel que cobró relevancia con los presos políticos en los tiempos de The Trouble, que incluyó mujeres y chicos de diez años.
Durante 150 años aquí hubo casamientos, partos, ejecuciones, partos, huelgas de hambre exitosas, fugas… la vida misma relatada en una interesantísima visita de 70 minutos, que incluye recorrido parcial del túnel que unía la cárcel con el ex palacio de justicia, del otro lado de la calle.
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