El mundo sigue loco por Bielsa
No está del todo claro si Marcelo "Loco" Bielsa hierve la escena futbolística con sus conceptos (el repliegue ofensivo-defensivo, la presión al rival, la posesión de pelota, los ataques veloces sin transiciones y gran intensidad física) o se trata más bien de una marca que no tiene traducción, un sello grabado a fuego en la cabeza de todos los futboleros. Quizá no tenga importancia revelar la respuesta. De una u otra forma, Bielsa se asoma en el mundo del fútbol como una alucinación que vuela todo lo vivido.
En noviembre último, el exentrenador de la selección argentinale donó a Newell’s Old Boys, club del que es hincha, el hotel Jorge Griffa, una concentración de primer nivel para el polideportivo del equipo rosarino en Bella Vista. En rigor, donó el dinero para construirlo (US$2,5 millones) y, fiel a su estilo, mantuvo un perfil bajo sobre el proyecto, siguiendo paso a paso su avance con gente de su confianza. El lugar, de 2000 metros cuadrados y cinco plantas, tiene salón de usos múltiples, auditorio, sala de videos y vestuarios, entre otros espacios. Según los directivos de la institución rojinegra, Bielsa les transmitió que no se trata de una donación: "Es una devolución de todo lo que el club me dio", les dijo. En la inauguración, el entrenador transmitió un mensaje para los hinchas a través de una videoconferencia: "Nada me emociona más que evocar cada día a Newell’s". ¡Un loco agradecido!
El Loco no fue noticia entonces, pero sí unas semanas más tarde, por una canción que dio la vuelta al mundo. Un grupo de hinchas (dentro del cual se encuentra Micky Perr, reconocido humorista inglés) del Leeds, equipo que hoy dirige, creó la "Rapsodia Bielsa", inspirado en el hit de Queen "Rapsodia Bohemia". Lo hizo como respuesta a las iniciativas del DT, que van mucho más allá del éxito o el fracaso.
Existen muchos futboleros que admiten que les gusta más Bielsa que el fútbol que proponen sus equipos. ¿Es posible hablar diez horas seguidas de Bielsa sin hacer mención a sus tácticas? Sí. Hay un Bielsa construido de anécdotas y un Bielsa filósofo. Hasta la cacofonía de su apellido parece entrar en sintonía con la de pensadores contemporáneos: Rancière, Žižek, Agamben, Bielsa…
De su filosofía hay mil anécdotas. En Leeds, por ejemplo, él les consultó a los directivos cuántas horas debe trabajar un aficionado para pagar una entrada al estadio. El cálculo determinó que eran tres horas. Entonces, Bielsa convocó al plantel a juntar basura de los alrededores del club durante ese lapso. La idea era que apreciaran el esfuerzo que hacen los hinchas para ir a verlos jugar.
Respecto del fútbol en sí, Bielsa aspira a un duelo de diseños tácticos. Está convencido de que los futbolistas deben ser instrumentos de los entrenadores. Que solo de ese modo se obtiene eficacia. En un punto, lo suyo es una abstracción deportiva. El entrenador aplica en sus equipos una marca singularísima que, a simple vista, se observa en el frenesí de jugadores voraces por conseguir la pelota. En ese aspecto, entre los aficionados de Leeds circula un chiste con ironía británica. ¿Cómo descubre un ciego a un equipo de Bielsa? Por el zumbido de las moscas, responden, en alusión al interminable trajinar de los jugadores.
"Abre tus ojos, mira al cielo, somos Leeds –dice la nueva canción (hubo otras) dedicada al DT–. Soy solo un fan de los Leeds, de una familia de Leeds."
Pero, ¿en que creyó el equipo de Yorkshire Oeste –región del norte de Inglaterra, habitada mayormente por clase media–, para reclutarlo con el fin de que lo devuelva a primera división? Aunque Leeds es un grande de Inglaterra, hace quince años que no juega en la máxima categoría y tambaleó financiera y deportivamente en ese lapso. De hecho, hasta jugó un año en la League One (algo así como la B Metropolitana de nuestro fútbol de ascenso) durante 2005, lo que fue la peor catástrofe de su historia deportiva.
"Después de tantas locuras vividas en los últimos años, no vemos riesgos en que nos dirija un entrenador mundial al que apodan el Loco. Fue la decisión más sensata que tomaron en los últimos treinta años nuestros dirigentes. Sabemos que Bielsa pelea con los dirigentes y pide lo que necesita para mejorar al equipo. Pase lo que pase, su llegada ya es positiva para el club", expresó un hincha en la presentación del argentino en Ellan Park, el estadio de los "Whites".
El primado de Bielsa se aparta de intereses creados del fútbol globalizado, orientado desde que es profesional a garantizarles más recursos a los equipos más poderosos. "El tipo es de una honestidad irreductible –señala el periodista Alejandro Caravario, que prepara una biografía sobre el Trinche Carlovich, otro mito del fútbol al que se compara con Maradona–, Bielsa se debe exclusivamente a sus proyectos. Ni la guita ni el cartel, ni las lisonjas de una hinchada masiva lo conmueven. Va con su librito donde lo dejan trabajar en paz. Donde pueda ser libre y pueda decidir desde cuáles jugadores se compran hasta el largo del césped de las canchas de entrenamiento. Por eso, es capaz de rechazar una oferta del Barcelona y quedarse con una del Deportivo Pío Pío, si acepta sus condiciones. Eso se llama compromiso. Ergo, los hinchas del Pío Pío lo adoran desde el minuto uno".
Perdidos en la traducción
Los traductores son el nuevo borde de sus viajes como entrenador por el mundo. Conocer las palabras específicas de un vocabulario ajeno le resulta una tarea ardua, y por eso los intérpretes son los nuevos protagonistas de su trabajo. El francés Fabrice Olszewski fue el primer capítulo de una novela que alcanzó una dimensión inusitada en la redes sociales, sobre todo en los canales de YouTube, donde hay una parrilla extensa de sus conferencias subidas por la cuenta @lapizarradebielsa (también hay de sus sermones frente a sus jugadores).
Olszewski trabajó para la Asociación de Fútbol Profesional de Chile filmando los entrenamientos de esa selección cuando estuvo al mando del Loco. Antes del Torneo Esperanzas de Toulón, en Francia, el DT lo invitó al viaje para traducir las conferencias de prensa. Según Fabrice, aquella experiencia no tuvo nada memorable, pero Bielsa la tenía presente en algún lugar de su memoria y, seis años después, lo llamó para trabajar con él en Olympique de Marsella, equipo al que arribó en 2014.
Ese hombre de pelo largo y barba –con pinta de jugador de fútbol atorrante–, se convirtió en menos que una celebridad, ya que en esos instantes de preguntas y respuestas se mostraba alterado, como si fuera una pieza más que debía cumplir con los tratados futbolísticos de su mentor. "Tras una práctica le reproché la virulencia con la que se había dirigido a los futbolistas y le dije que había abusado de su poder. Pensé que quería hablar. Se acercó y me dijo: ‘Vamos, esto se va a resolver a golpes de puño porque es la única manera de resolverlo’. Yo estallé de risa y me fui. Después me ofreció disculpas, yo ofrecí las mías y el tema se resolvió muy fácil ", recordó durante una entrevista con Canal + Sports, de Francia.
En el mejor momento de mi carrera deportiva fui dirigido por un leproso. Nunca jugué tan bien al fútbol como cuando me dirigió él
En 2017, Bielsa firmó contrato con el club Lille, también de ese país, y le confió su discurso a otro francés: Salim Lanrami. Aunque Lanrami es fanático del Olympique de Marsella, puede decirse que es sapo de otro pozo. Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos, participó en conferencias de filósofos e historiadores como Noam Chomsky y Howard Zinn. Escribe columnas periodísticas en el sitio Red Voltaire y fue autor de Fidel Castro, héroe de los desheredados, que resalta la trascendencia mundial del líder cubano. Seducido por la fuerza organizativa del entrenador, había abandonado el claustro académico para investigar sobre su vida. Hasta viajó a Rosario para sentir en carne propia cómo se había criado Bielsa. A partir de entonces, sus columnas periodísticas dejaron de concentrarse en Castro y el Che Guevara para focalizarse en el Loco. Y tal vez fue el anzuelo para acercarse a él: Bielsa leyó sus columnas y se interesó por su trabajo. El choque se produjo por decantación, y Salim ofició como traductor en el corto paso de Bielsa por el Lille, y ahora lo acompaña en Leeds, porque habla varios idiomas.
El día de su presentación en Leeds, Bielsa leyó una carta en un inglés muy precario. "Me gustaría decir que mi inglés es malo, me sentiría avergonzado si me escuchara hablar en inglés. Pero lo voy a mejorar, quiero mejorarlo", se animó. Luego trató de continuar: "This is… quería decir esto antes de empezar", se corrigió a sí mismo. Lanrami, a su lado, se mordía los labios, incómodo por no poder cumplir su rol.
Bielsa busca la precisión y para eso escoge las palabras con esmero a riesgo de parecer solemne y hasta ridículo. Tras la derrota frente al Blackburn de esta temporada, expuso una curiosa tesis sobre los malos resultados del equipo la primera parte de la competencia. Con arrogancia de médico señaló: "De los últimos ocho partidos, solo ganamos dos. No es posible no ver un problema en esa situación. Tratamos de no equivocarnos en el diagnóstico. Si no, cualquier corrección sería equivocada (sic). Debemos corregir. Debemos alterar esta secuencia de resultados y debemos ver cuáles son los verdaderos motivos por los cuales dejamos de ganar".
Algunas de sus conferencias adquieren un carácter epistemológico. Es enmarañado, pero nunca negocia frente a los periodistas. Tampoco dice lo que quieren escuchar, ni imposta un registro por presión del medio o para quedar canchero. Sus respuestas también son ocurrentes, como cuando un reportero le preguntó qué opinaba de "este partido que tuvo de todo". Él dijo: "Su pregunta me exime de responder, me hubiera encantado responder ‘este partido tuvo de todo’, pero ya lo dijo usted con su pregunta". Torea a la prensa con fundamento, los educa. Se enoja con los lugares comunes. Se enoja con los que se toman el fútbol a la ligera y no se preparan como este arte complejo les exige.
Su postura resulta otro imán. Mira el piso cuando habla, se viste habitualmente con jogging hasta el punto que es improbable verlo con otra ropa; no tutea a nadie –ni siquiera a los jóvenes–, y se ríe de cosas que solo parecen causarle gracia a él. En síntesis: a Bielsa no le importan las jerarquías establecidas por el estatuto de la fama.
Tras renunciar a la selección argentina –luego de la medalla de oro en Atenas 2004–, Bielsa se tomó un descanso como entrenador. Regresó al trabajo en la selección de Chile, en 2007, y clasificó a La Roja a un Mundial luego de dieciséis años. Su trabajo se hizo notable en el cambio de mentalidad de los jugadores de ese país.
Michelle Bachelet, entonces presidenta de Chile, saludó, en medio de un semicírculo formado por los jugadores con Bielsa a cargo, al equipo que acababa de regresar de Colombia, ya clasificado para el Mundial de Sudáfrica. Era octubre de 2009. En ese acto protocolar, Bachelet se paró delante del plantel y, con un movimiento de manos, los envolvió con esta historia. Una mujer se le había acercado en una feria para transmitirle al oído que ella ya era del "equipo MB". De entrada, no comprendió, y los jugadores tampoco. "Marcelo Bielsa-Michelle Bachelet", sonrió pícara sobre la coincidencia de las iniciales de ambos, cuya alianza encubría una fuerza silenciosa para buena parte de esa nación.
Esa tarde tomaron té –que Bielsa sirvió– y conversaron junto al entonces presidente de la ANFP, Harold Mayne-Nicholls. Bielsa dijo que quería hacer con la selección lo mismo que Bachelet había hecho con el país: ponerlo de pie ante el mundo. La visita de aquel día destellante terminó con el DT y Bachelet recorriendo las instalaciones de Juan Pinto Durán, el famoso búnker en el que se entrena la selección de Chile, y que el Loco hizo reformar a su gusto. Ella se tomó fotos con todos los jugadores –algunos la llamaron "mami"– y escuchó las bromas que el entrenador les hacía en tono paternal a sus jugadores. La expresidenta coronó el encuentro con un reportaje del Canal 13 local. En cámara, dijo que el argentino "tiene esa mezcla fatal para las mujeres entre guapo y misterioso".
Los chilenos se rindieron a sus pies, como casi todos los hinchas, salvo muchos argentinos. "Cuando una banda como la nuestra obtiene un líder cuyo apodo es el Loco, eso suena como una fórmula segura para el desastre. Sin embargo, nosotros lo vemos como la fórmula que nos devuelva la gloria". Palabra de un hincha de Leeds, que también ama a Bielsa más allá de los resultados deportivos.
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