El mundo de hoy, en pocas palabras
“Del griego micro (pequeño) y logos (palabra, estudio, tratado) más el sufijo -ia (acción, cualidad), el estudio de las cosas muy pequeñas, que no pueden verse a simple vista”: la definición de micrología sirve para explicar la esencia de este mini gran libro. Se llama Cultura snack, y es una obrita maestra de Carlos A. Scolari, catedrático de la Universidad de Barcelona: un análisis de los formatos pequeños de ficción o no ficción que dominan la comunicación actual, siempre en pocas palabras. Es que las miniespecies textuales son un producto de la época: si es cierto que hoy lo único imperdonable es aburrir, decir cosas en escasas letras exige decidir qué contar y qué ignorar porque, según el autor, “cuando se tienen pocas balas en la recámara, hay que elegir muy bien cómo usarlas, dónde apuntar y cuándo apretar el gatillo”.
Hubo un programa dominguero de radio que bautizó como snacks a sus “bocados informativos de alto valor nutricional”: eran pequeñas piezas de información que, sumadas o combinadas, integraban un cuerpo de pensamiento. En Cultura snack valen lo mismo un tuit de Donald Trump (si lo dejan escribir) que un aforismo de Voltaire: la condición es que diga mucho en pocas palabras. Para Scolari, la competencia por la atención de los lectores generó un aluvión de formatos breves (clips, tuits, memes, microficciones, tráileres, breaking news, webisodios, SMS, teasers, sneakpeaks, cápsulas, tiktoks y hasta spoilers) que constituyen el espíritu de la comunicación. Ya ni siquiera se busca que sea bueno: basta con que sea breve. “Dos procesos llevaron a la explosión de los formatos breves en la nueva ecología mediática”, escribe Scolari: “La emergencia de la World Wide Web y la difusión capilar de los dispositivos móviles de comunicación”. En la era precámbrica de los celulares, los SMS tenían una capacidad máxima de 140 caracteres en pantalla y eso derivó en la extensión original de los tuits, hoy duplicados por exigencia de los verborrágicos.
“La brevedad es el alma del ingenio”, dijo Shakespeare. En Cultura snack, el autor reúne fragmentos de textos de distintas épocas y los combina con escritos propios para demostrar cómo cambió la comunicación en la era de la fugacidad: el spoiler de la serie del momento o un mensaje viral en un grupo de WhatsApp revelan conexiones ocultas y dicen mucho de fenómenos mayores. “El aleteo de un tuit en la red puede provocar un tornado en el Nasdaq”, resume este libro agudo como el canto de un pajarito que, era de esperar, se lee rapidísimo.
Listamanía
Cinco condiciones para la comunicación actual
- Brevedad. Menos es más: el escritor debe exacerbar las elipsis y el lector, esforzarse por llenar esos huecos. El desafío es decir mucho en pocas palabras.
- Miniaturización. Un proceso por el cual se reduce el texto sin recortar ni restar elementos: los componentes se achican hasta su mínima expresión.
- Fugacidad. El autor piensa en contenidos que se disuelven en un par de segundos, “como una dosis de Uvasal en un vaso de agua”, según Scolari.
- Fragmentación. La creación de contenidos menores para públicos cada vez más chicos: una reivindicación de lo individual y local frente a lo universal.
- Viralidad. La esencia comunicacional de la época: tratar de contagiar a un organismo receptor para que el virus (el texto, la foto, el video) se reproduzca.
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