Reconocida por su estilo colorido y desenfadado, llegó al país dispuesta a no callarse nada
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La diseñadora española Agatha Ruiz de la Prada es dueña de títulos nobiliarios como marquesa de Castelldosríus y baronesa de Santa Pau, pero se hizo famosa en todo el mundo por sus colores, corazones y estrellas. Y por su desparpajo, claro. Hace solos unos días desembarcó en Buenos Aires de la mano de su amiga Carminne Dodero para estar presente en su muestra de textiles del Centro Cultural Recoleta, y recibió una distinción como Embajadora Internacional de la Moda del Distrito Buenos Aires Fashion & Arts (BAFA).
“Adoro esta ciudad y estaba obsesionada por exponer en Buenos Aires. Y es que con la fundación [Fundación Agatha Ruiz de la Prada] realizamos muestras en todo el mundo, y siempre quise hacer una en Buenos Aires, en una visita me recorrí todos sus museos. Aquí las personas saben disfrutar”, cuenta.
En paralelo, el lunes presentará un libro de memorias que la tiene entusiasmada. “Quiero contar toda mi verdad”, asegura Agatha, que dejó atrás un resonante divorcio –firmó la separación del exdirector del diario El Mundo, Pedro “Jota” Ramírez, tras 30 años de matrimonio vestida con una burka– y fue protagonista de rumores por su resonante mudanza en Madrid y su participación en la versión española de Bailando con las estrellas, conducido por Valeria Mazza.
- ¿Qué te llevó a ser parte del Bailando?
-Me lo ofrecieron y me pareció que esto de bailar era una cosa muy divertida. Y es que a mí me ofrecen todo, desnudos, de todo. “Te vamos a cuidar, eres la superestrella”, tal y cual. No es que bailara genial, a mí solo me importaba lucir mis trajes. Pero tengo 64 años -recién cumplidos- y estaba compitiendo contra unas niñas que tenían 15, ya no estoy para eso
- ¿Te dolió ser la primera echada?
- No, porque no me echaron, me fui antes. Les dije “antes de que vosotros me echéis, yo me voy”. Abandoné. Pero como me leí el contrato y tenía que vender mi casa, se que me hubiera arruinado -porque tenía que pagar tal fortuna si me iba, tenía que hacer dos más-, así que aparecí en tres episodios. Empezamos en enero y esto fue en marzo. Valeria Mazza estuvo monísima, adorable conmigo, pero en el jurado tenía allí a una gilipollas (argentina también) y tampoco es que podía con un jurado en contra. En realidad a mí lo que me importaba era que mis trajes lucieran bonitos y pude mostrar tres.
- Se dijo que tenías problemas económicos, que por eso vendías tu tienda en Madrid, incluso tu casa.
-Es de mal gusto hablar de dinero, pero cuando publicaron que yo estaba arruinada, ese día justamente había vendido mi tienda y nunca había tenido tanto dinero en el banco en mi vida. ¿Por qué vender mi casa? Yo me divorcié hace tiempo, pero pasan los años, y te das cuenta de que te apetece cambiarlo todo, porque tú has cambiado.
-Tu separación de Pedro “Jota” Ramírez fue casi tan fuerte como el de Shakira, firmaste el divorcio con una burka puesta
- Fui con burka para que ni me mirara, sí, pero eso fue hace ya mucho. Lo cierto es que vivía en una casa de 700 metros cuadrados y el año pasado mi hijo Tristán, que vivía conmigo, -mi hija Cósima vive en Londres- anunció que iba a tener un bebé. ‘Pues fenomenal, pero te tienes que ir de casa’. Un bebé es muy mono, pero tampoco voy a estar todo el día con él (y ahora mírala, es una muñeca, muestra la foto en su celular). Y, estar en una casa de 700 metros cuadrados para ti sola es absurdo, decidí vender. Y luego el innombrable -así se refiere a su ex-, no se entiende por qué, compró un piso a dos portales de mi casa, en la misma cuadra. Y la verdad es que me sentó como un tiro. El no lo ha entendido como falta de sensibilidad porque no tiene sensibilidad. Y así que luego llega un momento en que te apetece querer cambiarlo todo. Me estoy diseñando mi nueva vida.
-Un cambio radical, al dejar también tu legendaria tienda…
-Tenía la tienda en la calle Serrano, la vendí y me compré otra mucho más bonita, pero muy grande. Y, para no perder dinero y que todo sea un rollo, se me ocurrió llevar todo allí. Llevo 43 años de carrera, las cosas están cambiando. Allí, como las cocinas de los restaurantes a cocina abierta, vas a encontrarte mi taller, el estudio y posiblemente a mí.
-Después de tantos años, ¿pensaste en delegar?
-Como siempre, yo al revés. Es que, cuando algo te gusta mucho, nunca te jubilas. Es fundamental para el negocio estar ahí. La tienda tiene que tener vida, eso es lo que hoy quiere la gente, una experiencia. Venir a Madrid y estar conmigo. Mientras hacía eso me di cuenta de que tengo ganas de diseñar una casa para mi tercera edad. Un capricho 100%, porque en esta casa que dejo llevo treinta y tantos años, con niños pequeños... me apetecía una casa muy mía. Así que estoy haciendo un sitio precioso al lado de la tienda. El taller, la tienda y la casa, quiero estar allí todo el día. Llegar un día a las ocho de la mañana y volver a las diez de la noche, creo que en esta época yo tengo que trabajar más que nunca.
- Tu uso del color y las formas en la moda, los muebles y la decoración, es tu sello personal. ¿Se vuelve a reflejar en esta nueva etapa?
- ¡Por supuesto! La estoy aghatizando, no puedo vivir en un sitio que no este agathizado. Ni loca cambiaría. Seré una señora mayor pero agathizada.
-Es casi una cruzada personal, ¿nada de negro allí?
- Nada. Siempre dije que negro es un color muy de la uniformidad. Ya ha habido épocas donde usar negro era obligatorio y moda, yo ni loca cambiaría. Yo uso negro solo en funerales. Ah, también fui de negro a ver al Papa…
- ¿Por qué sí al negro y con el Papa?
-Pensé, los colores del Papa son muy mis colores, estos, obispo, fucsia son muy de la Iglesia. Y, quienes saben, recuerdan que solamente puedes ir de blanco si eres una reina. Los colores allí tienen como mucho significado así que, después de darle muchísimas vueltas, yo que casi nunca lo uso, decidí ir de negro. Especial para el papa Francisco. Fue una emoción muy grande ir.
- ¿Por qué no hiciste un desfile en Buenos Aires?
-Yo pensé que veníamos a presentar un desfile, pero Carminne conocía mis dibujos, los había visto en un departamento que había rentado, de una colaboradora mía, cuyo lugar estaba más agathizado que el mío propio, con dibujos que yo hacía y luego regalaba. Así surgió la idea de exponer mis obras aquí. Y luego sumamos los textiles, y es que estaba en mi casa de Mallorca y miré a mi alrededor y me di cuenta de qué tenían en común con mis casas en Londres, Madrid o París, mis telas colgando de las paredes. Así que las mandamos traer para presentarlas en la Recoleta.
- Muchas visitas a la ciudad, ya deberían designarte visitante destacada…
-Buenos Aires, llevo viniendo casi 20, 18 años y la veo en un momento maravilloso. No veo más que cafés por todas partes y ahora que la estoy andando más, encuentro que la ciudad está en un momentazo. La última vez que estuve fue medio secretillo el año pasado, vine desde Uruguay y acabé cenando en Olivos, me invitó la mujer de Fernández, la primera dama. ¿Escuché que la habían golpeado?
- ¿Cómo fue ese encuentro?
- Fue una cena, ella estuvo muy educada y muy simpática conmigo, éramos solo tres o cuatro personas y me enseñó la finca de Olivos. Una cosa muy formal, porque no nos conocíamos y estuvo muy adorable, la verdad.
-Tus últimas presentaciones en Buenos Aires fueron en la embajada de España, ¿qué te genera que hoy no tengamos embajadora?
- Ya he hecho 1000 cosas allí, me la conozco de memoria… ¡Los presidente se han peleado! Y nos ha encantado que retiren a la embajadora, porque ahora en España ahora mismo el mayor héroe que hay es Milei. Él llega a España y dice “Pedrito, no robes”, y tiene muchísimos fans. Hace poco vino a Madrid dos veces y fue como si hubieran venido los Rolling Stones, la gente se tiraba por verlo. De Fabiola no sé nada, pero en España todo el mundo flipa con Milei, es el gran personaje.
- Llegás en una semana llena de desfiles. ¿Estás al tanto de diseñadores y cómo está la moda aquí?
- No he seguido mucho lo que están haciendo, a eso vengo.
- ¿Y de la situación de crisis que vivió Benito Fernández?
- No, te lo juro. Y soy muy amiga de Benito y de la hija, Marina ha estado trabajando conmigo en España, qué horror [se detiene a tomar su celular para mandarle un mensaje para verse]. Lo siento mucho, porque lo quiero. El mundo de la moda es muy difícil. Yo soy muy hormiguita en ese sentido, llevo personalmente mis cuentas. En eso sí soy superconservadora. Y la moda, en cuanto te pasas, enseguida se te van los números. Tuve una crisis muy grande cuando tenía 24 años y me afectó tanto y me dio tanto miedo que fue una lección increíble y nunca he vuelto a tener problemas en mi vida. No delego la parte los números, llevo yo todo. También en los últimos tiempos me he empapado del mundo de la moda. He leído cantidad de libros, visto series y me ha encantado, desde Coco Chanel a todo...
- ¿La reina de los colores y Coco Chanel y su oda al negro?
- Me metí una panzada de moda impresionante y me identifico mucho con ella, una luchadora como yo, que estoy acostumbrada a luchar sola. También me vi series sobre Alexander McQueen, de John Galliano, el de Balenciaga me interesó mucho, porque muestra a un español en París, una cosa con la que me siento muy identificada. Porque yo he sido mucho tiempo una española en París y se cómo te tratan allí. Decían que era mucho mejor él que Coco Chanel, que Christian Dior… Dior era un tío normal y corriente, lo coge el Amancio Ortega de la época, un terrible rico, le mete una fortuna y convierte en la mejor marca del mundo -cuando el mismo Christian Dior decía que Balenciaga era mucho mejor-. Luego uno de Yves Saint Larent.
- ¿Qué diseñadores dejaron su huella?
-Con Coco Chanel me identifico, leí mucho sobre ella. Me gustó la serie The New Look, de Christian Dior. Estudiar sobre moda fue muy interesante porque todo está cambiando mucho. Si ves la vida de Balenciaga, era el señor que vendía los trajes más caros del mundo, su empresa iba como un tiro y no pasa un año y la cierra y la vende por un franco. ¿Cómo es posible? Así como lo de Benito Fernández, ¿cómo es posible que a un tío que le va muy muy bien le pase eso?
-¿Los argentinos están de moda en Madrid?
–Muy de moda. Todo lo que sea argentino, desde la comida a todo. Se están comprando muchísimas casas ahí, hay más argentinos que aquí. A mí, en los últimos tiempos, me apasionó la serie El encargado. No quería irme sin ver el edificio donde se filmó. También vi Nada, pero la del encargado es maravillosa. Francella es un gran actor y la serie brutal, qué importante es además mostrar la buena arquitectura de la ciudad.
–El lunes presentás tu biografía. ¿Allí contás todo?
–Claro, son mis memorias. Toda la verdad. No tuve problemas con el innombrable porque lo miramos mucho para que no los hubiera. Y ahora voy por un segundo libro, inspirada en Lady in Waiting, uno de los libros más divertidos que leí, de Anne Glenconner, una aristócrata que fue dama de honor en la coronación de Isabel II y cuenta todo. Ahora ella va por una segunda parte: eso mismo voy a hacer yo.