El maestro del thriller legal
LA NACION y Random House Mondadori publicarán una selección de los mejores títulos creados por el prolífico John Grisham
John Grisham tiene dos cualidades esenciales para resultar consagrado: ambición y disciplina. Y si se persevera en ambas, difícilmente aguarde el fracaso en el horizonte. Con 250 millones de ejemplares vendidos en 40 idiomas, el padre "del thriller jurídico" o del "suspenso legal" -como se lo conoce en la prensa y entre sus lectores-, Grisham continúa viviendo como si el siguiente libro fuera el primero. Y su mayor obsesión es darles a estos la novela que esperan leer.
Desde mediados de este mes, LA NACION y Random House Mondadori publicarán una selección de 16 de los 26 libros que el autor de El Informe Pelícano ha publicado a lo largo de su carrera con una regularidad implacable, lo que su público agradece cada invierno boreal.
Hace un par de años, en una interesante entrevista con la revista Time, Grisham dio pistas sobre las razones que, desde el derecho y a los 35 años, lo empujaron a la ficción: "Fui abogado durante una década. Fue un tiempo breve, pero me moldeó en lo que soy en la actualidad. Mis clientes eran seres pequeños que luchaban contra las grandes corporaciones. De modo que para mí era natural no sólo representarlos, sino también empujarlos a que litigaran. Ese es el modo americano de vida. Pero mientras los pequeños seres alcanzan la cima, no podemos sentarnos a esperar que fracasen".
Hubo, sin embargo, un hecho que actuó como el disparador definitivo para que Grisham dejara el derecho y la política, gracias a la cual fue dos veces miembro electo del Partido Demócrata en la Cámara de Representantes del Estado de Mississippi. Según contó al escritor Eduardo Lago hace dos años, en una entrevista para El País de Madrid, su primera novela, Tiempo de matar, publicada en 1987 con una edición inicial de 5000 ejemplares y que se convirtió en best seller mucho tiempo después, surgió de un episodio que lo conmovió. Durante un juicio, una adolescente describió los detalles de la violación que había sufrido. Lo hizo delante de su agresor y de su padre, que sufría de sólo escucharla. Grisham se preguntó entonces qué pasaría si el padre decidiera hacer justicia por mano propia.
John Grisham cree que el sistema judicial norteamericano está lleno de errores. "En un año -ha dicho a Time-, más de 100 personas han sido ejecutadas por la pena de muerte, pero fueron exoneradas luego de su ejecución, o bien porque eran inocentes, o bien porque los juicios habían sido defectuosos. La conmutación de la pena llegó demasiado tarde. Hay demasiados errores, y mucha gente no tiene una buena representación legal", sostiene el autor. Cuando su segunda novela, La tapadera, estaba por ser publicada, en 1991, un productor de Hollywood le compró los derechos por 600.000 dólares y el libro se convirtió en un superéxito de ventas. A partir de este fenómeno, ninguna de sus novelas ha vendido menos de 10 millones de ejemplares.
Y desde entonces, Grisham ha escrito un libro por año. Así, fueron apareciendo otros best sellers -El informe Pelícano, Cámara de gas, El socio, Legítima defensa, Causa justa, La apelación, El testamento, El rey de los pleitos y otros-. Sólo dos veces se apartó del género en el que revista desde hace más de 20 años. Una fue para publicar un libro con humor, Una Navidad diferente, y la otra, para escribir un libro testimonial, El hombre inocente. Sin embargo, la búsqueda de Grisham por renovarse nunca termina. En mayo de 2010 lanzó en inglés su primer libro para niños: Theodore Boone: Kid Lawyer. RHM publicará en la próxima primavera boreal su edición comercial.
Siete vidas, esperadísimo libro de relatos cortos, ha merecido una campaña de marketing fenomenal en el mercado editorial norteamericano, en el que Grisham brilla con luz propia. Su más reciente thriller jurídico, La confesión, publicado en Estados Unidos y el Reino Unido en octubre de 2010, sigue en primerísimo lugar en la lista de best sellers que publica The New York Times.
Cuando se le pregunta qué estrella lo iluminó el día en que eligió el thriller jurídico como oficio, Grisham responde que supo estar en el momento y el lugar indicados. Cada dos o tres años, dice, el mercado editorial de los Estados Unidos necesita descubrir un nuevo autor para convertirlo en mega-best-seller. Y si casi nadie había leído Tiempo de matar cuando salió al mercado, La tapadera vendió, apenas cuatro años más tarde, una cifra desmesurada. Para entonces, Stephen King era un consagrado con 15 años en el mercado, Tom Clancy llevaba una década de éxito sostenido, y Michael Crichton y Robert Ludlum ya lideraban los rankings de ventas. Había llegado la hora de Grisham. De ello dio cuenta la prensa norteamericana.
Entretener con calidad
Lo más sorprendente con John Grisham es que no se cansa de declarar que su misión no es hacer literatura, sino entretener al público. Y que no se dedica a la alta literatura porque es perezoso y porque exige una inmersión en el espíritu humano que requiere tiempo y un sacrificio que a él no le interesa hacer.
Dedica a la escritura las horas de la mañana, no más de tres o cuatro, y la tarde, a cumplir con las campañas y entrevistas que le exige su vida de estrella de la industria del entretenimiento editorial. El resto del tiempo lo comparte con su mujer, con quien está casado hace más de dos décadas, y sus hijos.
Nacido en el estado de Mississippi, en el sur de los Estados Unidos, Grisham fue un chico blanco y pobre que no soñaba con ser escritor.
Hijo de un obrero de la construcción, él mismo se considera un obrero de la escritura. Asegura que sin disciplina no hay éxito capaz de sostenerse en el tiempo. En las afueras de Charlottesville, el pueblo de Virginia donde vive, no tiene ni teléfono ni computadora, para evitar distraerse cuando escribe, entre las siete y las diez de la mañana. Cada final de primavera empieza a su próximo libro, sin prisa, y en el verano imprime a su producción un ritmo más acelerado. Cuando el otoño comienza a asomar, la novela estará terminada y lista para ser corregida. A finales de enero del año siguiente, su nueva creación ya ocupará varios estantes en todas las librerías de los Estados Unidos.
De tradiciones muy conservadoras, aunque se define como demócrata, Grisham cumple cada enero, inexorablemente, el ritual de planificar con su editor la salida de su próxima novela, de la cual en ese instante sólo tiene una idea. Así lo contó a Eduardo Lago sin inmutarse, como si vivir una vida tan estructurada alrededor de su producción editorial fuera parte de la diversión que siente al escribir. Aunque ya no se interesa en la política, suele financiar actividades sociales en su comunidad.
John Grisham es, en muchos sentidos, un americano típico a quien no se le escapa una línea de los secretos de la cultura popular. Sabe que el negocio del entretenimiento es duro.
Pero, lejos de sentirse agobiado, disfruta de su "trabajo", ya que, como ha señalado en diversas entrevistas, no sabría qué hacer si dejara de escribir. Pese al éxito que lo acompaña en todo el mundo, el asombro no lo abandona cada vez que un nuevo libro suyo se convierte en best seller.
En un intento por explicar las claves del éxito, Grisham encuentra indispensable que un libro tenga suspenso y un héroe que se meta en problemas pero que al final resulte rescatado por el narrador. En su caso, el escenario legal le suma puntos, pues (como dice él mismo) a todo el mundo le gustan las novelas y las películas con juicios, abogados y embrollos jurídicos. Además, en su caso la ventaja adicional es la ausencia de truculencias o detalles escabrosos que puedan disgustar a una parte del público.
Pero quizá lo más interesante respecto de Grisham sea su franqueza para admitir que no lee a escritores que, como él, dedican su vida al suspenso. Tampoco le importan las críticas y no se avergüenza de reconocer que su objetivo es entretener al lector manteniéndolo en vilo hasta la última página, antes que dejarle un mensaje sobre la condición humana.
Siempre dispuesto a dar el primer paso en los nuevos desafíos, John Grisham acaba de hacer su debut digital. Sus 26 títulos, desde Tiempo de matar hasta Ford County, ya están disponibles en e-books, en idioma inglés.
Cuando se le pregunta qué libro de los que ha escrito elegiría si se viera obligado a hacerlo, se decide por El hombre inocente, su única experiencia en no-ficción.
A la hora de señalar adhesiones y rechazos, dice que ha sufrido toneladas de reacciones negativas por parte de abogados, pero que no le preocupan, porque sabe que una buena porción de sus lectores son precisamente abogados y de algún modo sus libros están inspirados en hechos de la realidad jurídica.
No obstante su voluntad para no dejarse arrastrar ni por la envidia de sus colegas ni por las críticas que lo defenestran, Grisham ha aceptado en algunas entrevistas que hay momentos en los que se propone evaluar seriamente lo que escribe y cómo lo escribe. Pero que, aun así, no hace esfuerzos deliberados por cambiar nada.
¿Por qué habría de hacerlo si lleva veinte años ganando fortunas por libros que le divierte escribir y que le permiten vivir con holgura y rodeado de fans?
Si hay escritores de alta literatura que no querrían ser John Grisham, está claro que Grisham no se cambia por nadie.
UNA COLECCION ATRAPANTE
El listado de las novelas de John Grisham que se venderán en quioscos con una frecuencia semanal, desde enero de 2011, a $ 19, más el cupón que viene en el diario de los viernes, es el siguiente:
El cliente saldrá a la venta el 14 de enero. La semana siguiente será el turno de El informe Pelícano, que en cine protagonizó exitosamente Julia Roberts. Luego vendrán La tapadera y La apelación.
En febrero será el turno de Tiempo de matar, Legítima defensa y La trampa.
Posteriormente, marzo traerá El socio, seguido por Causa justa, La citación y El rey de los pleitos.
En abril, los títulos serán La granja, El último partido, Cámara de gas, El profesional y Siete vidas, publicado en los Estados Unidos el año pasado.