El lado cool de París
Hay un lugar que alguna vez fue pantano y hoy es la meca del diseño, la moda y el joie de vivre parisienses: se trata de Le Marais, barrio de callecitas sinuosas y tiendas adorables, donde cada rincón es un placer
Resulta una obviedad decir que París no es una sino miles, y que cada una es más atractiva que la otra. Pero hay barrios que, a pesar de los años y la tradición, de pronto se reinventan y florecen vertiginosamente. Es el caso de Le Marais, un quartier antiquísimo, rodeado de palacios y conventos, que hoy es sinónimo de lo trendy y cosmopolita, que alberga a gran parte de la comunidad judía y recibió con los brazos abiertos al mundo gay. ¿Qué surgió del particular mix? Moda. Original gastronomía. Fusión de tradición & modernidad. Audacia. Y tiendas multirrubro soñadas, de un chic único, en las que se puede comer, leer, comprar, escuchar música e incluso dar con el amor de la vida.
Y no es exagerado hablar de amores que surgen entre flores y libros. Los parisienses más modernos se dan cita en Merci, una ecléctica boutique en el bulevar Beaumarchais, donde además de flores frescas, cafés y té provenientes de todo el mundo hay libros maravillosos, música y una suerte de degustación olfativa de fragancias. Es que legendarias marcas, como por ejemplo Annick Goutal, confeccionan fragancias para el lugar, que pueden llevarse a precios accesibles, siempre con el sello Merci, una firma que ganó prestigio por su delicada selección de productos (también venden ropa nueva y vintage, accesorios de cocina, velas) y porque toda la ganancia del megalocal es utilizada con fines benéficos. Este año todo lo recaudado será destinado a los chicos de Madagascar.
No es raro que reine la bohemia en un barrio que tiene una historia tan épica. El nombre (marais=marisma) tiene que ver con aquellos pantanos y ciénagas que abundaron en una época. Muy cerca de La Bastille, es un distrito que floreció a principios del siglo XVII, cuando Enrique IV ordenó construir el PalaisRoyale, actualmente la fabulosa Place des Vosges, que es la más antigua y una de las más suntuosas de París. Luego de la Revolución Francesa, gran parte de la zona fue abandonada por los ricos, y fueron los artesanos, inmigrantes, vagabundos y bohemios quienes refundaron el lugar, que llegó a considerarse tan miserable que hasta se pensó en destruirlo. Afortunadamente esto no sucedió y hoy sus pre napoleónicas callecitas de adoquines no sólo siguen intactas, sino que están más vivas que nunca, repletas de tiendas, museos (el Picasso, el Carnavalet y la casa donde Víctor Hugo escribió Los miserables), bistrós y delis que ya son leyenda, como L’ As du Fallafel, donde se comen los mejores ejemplares de pasta de garbanzo y cebollas doradas. ¿El otro hit? Sin duda, el sándwich de pastrami de Micky’s Deli, el famoso jewish delicatesen de la Rue des Rosiers.
Paraíso de los consumidores vintage, hay tiendas que son verdaderos arcones de sorpresas, donde se pueden encontrar cachemires Saint Laurent de los años 50, carteras Gucci sesentistas con manija de bambú, tapaditos Balenciaga inspirados en Grace Kelly y viejos foulards Hermès. Está también el clásico bistró L’Ami Louis, donde se ven exorbitantes porciones de foie gras, gente que lleva guantes largos, sombrero y, muchas veces, miniperros que actúan como humanos. Muy cerca se encuentra el Café Charlot, famoso por su estupendo steak tartare. Y también está el tan de moda Georges, en la terraza del Centro Pompidou, ya casi al límite del Marais, pero adonde hay que ir para conocer su tan ponderado pato crocante.
Hay pequeños lugares en los que nunca hay lugar, como Food & Beberage (todos van por el milhojas de alcaucil, cangrejo y palta) en Rue Charlot, donde se hace una original cocina francesa contemporánea. Hay estrellas de David y carteles hebreos por todas partes. Hay sinagogas y un museo de arte e historia del judaísmo. A unos metros, coloridos boliches que toman vida por la noche y una librería-vinoteca que no cierra nunca, la Belle Hortense.
Comentan que en los últimos cinco años, los bienes inmobiliarios se han incrementado en un 100 %, alcanzando los precios de Nueva York. Karl Lagerfeld, Alexis Mabille, Inés de la Fressange, Carla Bruni y tantos otros elegantes tienen allí su pequeño pied-à-terre. Otros, simplemente, van a pasar un domingo diferente viendo firmas de vanguardia como Zadig & Voltaire o Diane Von Fürstenberg. Antes de que caiga el sol, la parada ineludible es la célebre pastelería La Boutique Jaune de Sacha Finkelsztajn, donde hacen los mejores pretzels, bagels, vatrovckas (especie de tartas de queso blanco) y la estrella, el yiddish, que viene con crema de arenques. Para los amantes del té está Mariage Frères, donde se puede elegir entre 500 variedades de todo el mundo, incluido el blanco, que es el más exótico.
Movimiento, moda, libertad y cierto condimento esnob en las callecitas más antiguas de París. Imposible no enamorarse del antiguo pantano, que hoy es puro glam.