Dos veces reivindicó Escocia el atuendo tradicional masculino de pollera a cuadros y medias tres cuartos. La primera, en 1822, cuando George IV –proclamado rey un par de años antes– llegó a Edimburgo vestido con el tradicional kilt y medias rosadas. Era la primera vez que un monarca británico pisaba Escocia en casi 200 años, y lo hacía con una vestimenta que había estado prohibida. Pero el gesto del esteta George IV bastó para revalorizarla, los hombres volvieron a lucir falda de tartán con todos sus accesorios y el rey quedó inmortalizado en una altiva estatua que recuerda su visita en la calle homónima, en el corazón antiguo de Edimburgo, la capital escocesa.
La segunda vez ocurrió en 1986, con motivo del mundial de fútbol celebrado en México. Escocia estuvo presente, contó con una hinchada que se portó de manera ejemplar y que, en la final, vitoreó la derrota de Inglaterra con fervor nacionalista. El prodigio de "la mano de dios" es un hito en la historia del fútbol que los escoceses todavía celebran. Tanto, que ese mundial inspiró, en la ciudad de Glasgow, la creación del Maradona’s Hand of God Club, que reúne a un grupo de fanáticos que, sin importar contra qué equipo debe medirse Inglaterra, hinchan a favor de su contrincante.
El kilt, por otra parte, que había quedado relegado a un uso ceremonial, volvió a ser adoptado como prenda habitual por hombres de todas las edades a partir de la victoria de la Argentina sobre Inglaterra. El hábito no sólo continúa vigente; usar kilt está muy de moda y sigue siendo objeto de orgullo viril.
EL ORIGEN Y SUS ACCESORIOS
A esta prenda se le asignan diversas procedencias, pero está, por encima de todo, vinculada a las Highlands. Su origen hay que situarlo en el siglo XVI, cuando los hombres de las Tierras Altas iban envueltos en el feilaedh mor (kilt grande, en gaélico), una larga pieza de lana de siete, ocho metros que se enrollaba alrededor de la cintura de manera que cubriera hasta los pies. El resto se echaba sobre los hombros para proteger pecho y espalda y se ajustaba con un broche. El tartán tiene un estampado cuadrillé, cuyo diseño y color es específico de cada clan familiar, o del grupo que adopte el uso del kilt, como equipos deportivos, universidades, clubes, colegios. El tartán funciona como un "código de barras"; por esta razón, debe registrarse en la Scottish Tartans Authority (www.tartansauthority.com) y pagar por ello una cuota anual preestablecida.
Los accesorios básicos del kilt son cuatro:
Sporran. Especie de "carterita" que cuelga de una cadena o correa sobre el regazo.
Medias tres cuartos. Van dobladas por debajo de la rodilla y adornadas con ligas. En la parte superior esconden una pequeña daga.
Ghillie brogues. Zapatos de cuero calados. Los cordones se anudan por encima de los tobillos.
Alfiler. Adorno que se sujeta sobre el pliegue delantero, al costado.
El atuendo se completa con camisa blanca, chaleco eventualmente, corbata y saco oscuro.
Debajo del kilt, a criterio de cada usuario: nada, o ropa interior.
KILT DE DISEÑO: ABSOLUTAMENTE MASCULINO
A lo largo de la calle principal de Edimburgo, la Royal Mile (Milla Real: 1,600 km de largo), que vincula el Holyrood Palace con el castillo, piedra fundacional de la ciudad, se suceden los íconos caza-turistas. El más difundido es, como bien se puede suponer, el tartán en sus más variadas versiones y colores: hecho bufandas, guantes, boinas, zapatillas, carteras, medias, perritos Bobby, billeteras, bolsos, mantas… y, por supuesto, kilts.
Los hay de todas las calidades. Ahora bien, quienes suelen usarlo recurren a tiendas que están un poco fuera del área turística. Es en la llamada "parte nueva" de la ciudad donde se concentra la vida comercial. En el número 48 de la calle Thistle se halla la boutique de diseño 21st Century Kilts, "el" lugar donde el kilt fue redefinido y es reivindicado como prenda masculina de uso tanto cotidiano como formal. Su propietario, Howie Nicholsby, es una de las leyendas de la moda escocesa que supo reinterpretar la tradicional vestimenta que hoy hace furor entre los escoceses.
No sólo de tartán se confecciona un kilt, según el criterio del joven Nicholsby, que echa mano del cuero, de la sarga, del tweed, etcétera para proyectar modelos que tampoco se ciñen al formato de las tablas. Los evasé y las líneas rectas alternan con plisados y tableados.
Howie sabe lo que quiere porque, en principio, sabe muy bien lo que hace. Su actividad arrancó junto a sus padres, Geoffrey y Lorna, quienes llevan 47 años al frente de una empresa de kilts que es líder en Escocia. El joven heredero aprendió todo sobre el corte y la confección de la icónica falda escocesa, y a medida que se fue perfeccionando buscaba la forma para hacer del kilt una alternativa a los pantalones. Repensó los diseños, redujo los metros de tela, agregó bolsillos, incorporó técnicas especiales de tramado, en síntesis, proyectó el kilt hacia un futuro que es el hoy: el siglo XXI.
Howie se dio a conocer en 1999, en la Fashion Week de Londres, luego de haber diseñado su primer "fashion" kilt cuando sólo tenía 18 años. A sus padres les tocó confeccionar el kilt que Mel Gibson lució en la première del film Braveheart. Hoy Howie puede presumir de haber diseñado modelos para celebrities que incluyen a Robbie Williams , Mario Testino, Vin Diesel , Lenny Kravitz .
Entre seis y ocho semanas demanda la confección de un kilt en el universo de Howie, que puede llegar a costar entre £ 650 y £ 850. Y para un conjunto completo ¬–kilt + saco– son entre 8 y 12 semanas. Abre de martes a sábado de 10 a 18. Se recomienda concertar cita previa.
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