El jardín de los sueños: así podría llamarse esta obra, ideada y realizada por Sol Beckermann y su marido Ramiro. Con extremo cuidado en cada detalle, este jardín es un fiel reflejo de recuerdos, sueños y el evidente talento de los dueños de casa.
Sol Beckermann es pintora de profesión y autodidacta en lo que se refiere al jardín, si bien realizó cursos de jardinería y paisajismo en el país, y también en sus años de vivir en Barcelona, donde dio los primeros pasos en el diseño en un curso del Parque del Laberinto de Horta. Los viajes a ver jardines botánicos y privados en diferentes partes de mundo fueron sumando aprendizajes, imágenes, inspiración que luego serían pinceladas en su propio hogar.
A la jardinería la concibe como a una pintura: "La capacidad de volar, de soñar, son infinitas. El poder de la observación, con el correr de los años, es una de mis prioridades. En mi pintura hablo de secuencias, la vida en imágenes. A veces interactúan entre sí, otras van absolutamente independientes. La composición del espacio es uno de mis temas centrales". Así, un gran terreno vacío, con solo un bosque de acacias negras, se convirtió en lo que ella y su marido Ramiro llaman "el jardín de los sueños", donde se recrean pausas, distintas narrativas, momentos para el color, momentos para la reflexión, momentos para soñar.
La chacra "El Rocío" tiene unas cuatro hectáreas y surgió como proyecto de reunión de la familia cuando volvieron de España. El plan en la primera etapa se basó en una paleta de colores otoñales. Con la ayuda de la paisajista y viverista Carolina Lozano, de su familia y la familia propia, llegaron al lugar varios camiones con árboles, plantas, sueños e ilusiones. Dieron como resultado dos bosques, una entrada de álamos de copa redonda que hoy suenan como música con el viento. También, el contorno de crataegus, las hileras de álamos piramidales, las lagerstroemias y tantas variedades más, como taxodiums, casuarinas, arces, sauces, ceibos, tilos, catalpas, fresnos, espinillos.
El jardín propiamente dicho llegaría varios años después, con la finalización de la casa en 2016. "La casa de nuestros sueños, desde sus cimientos, tenía la misma concepción que la plantación. El Feng Shui tomó lugar desde los planos y cada cimiento tiene distintas medallas con la Virgen, el Sagrado Corazón y piedras elegidas por sus distintas energías, que fueron puestas con mi marido y nuestros cinco hijos", rememora Sol.
La idea del diseño fue armar un pedacito de España y también de La Provence, recuerdos de Europa en general. El patio es un ejemplo. "La consigna era unir España con nuestra pampa. Cada variedad que pusimos tenía que remitirnos a algo de allá. Los naranjos, con su aroma a azahar, nos llevan a Sevilla y sus patios plagados; los cipreses, tan característicos de allá; y la hiedra, que a mí me remite a un jardín antiguo".
Los olivos no funcionaron y fueron reemplazados por caquis, podados como arbolitos de copa abierta. Las amplias galerías son algo muy pampeano, las rosas iceberg trepando por columnas enormes, una pérgola con parras sin uvas, columnas con jazmines de leche y ampelopsis forman también parte del patio. "Muchos son los recuerdos que me llevan a Europa, pero sobre todo tuve que buscar variedades que funcionen aquí, porque nuestro clima nada tiene que ver con el del Mediterráneo. En muchos casos busqué plantas que anden bien acá, pero que se asemejen en forma a alguna planta de allá. Guardo en mis recuerdos colores, formas, aromas y eso es lo que quiero traducir en mi jardín".
Luján es un jardín ecléctico, que da lugar a distintos rincones, más sueltos, más románticos, llenos de flores, praderas, bosque. Cada sector está definido en sí. La organización del espacio como tal es vital. Se descubre el mini jardín inglés, con cantidad de rosales y canteros de flores. Praderas que de a poco fueron llenándose de biznagas y otras plantas silvestres, con sus senderos, que marcan el camino a algún lugar. "En esta zona domar las praderas es difícil. Lo que hacemos es bajarlas dos veces al año y sacamos de raíz lo que no queremos que vuelva, y ahí introducimos alguna variedad o tiramos semillas."
La huerta
La gran huerta fue diseñada entre la casa principal y la de invitados, también en base a sus recuerdos viviendo afuera, una huerta como para abastecer a la gran familia. "Por supuesto que quedó muy grande y puedo darme el lujo de compartir". Adentro tiene ocho rectángulos de cuatro metros de largo por un metro y medio de ancho.
Por fuera del cerco la rodea una hilera de dos metros de ancho, de un lado todos alcauciles, donde en primavera hay amapolas y espuelas de caballero y, del otro lado, se plantan para el verano zapallos, melones, sandías; y arvejas o habas en el invierno. La casita de madera a un costado es donde se guardan todas las herramientas, monturas, la comida de los animales. A un costado de la galería donde preparan los almácigos de flores y de huerta. Parras de uvas blancas y negras dan frescura en un sector y, a su alrededor, árboles frutales, todavía jóvenes pero capaces de dar fruta para hacer mermeladas.
Distintos rincones donde el lápiz se detiene con más detalle y otros donde la línea solo se deja insinuar. Un jardín cuidado de cerca por sus dueños, con la gran ayuda de Lucas, mano derecha en sus caprichos jardineros. Un proyecto que sigue creciendo, sumando rincones, retomando recuerdos de viajes y apropiándose de nuevos paisajes.
Así, ya está tomando forma el "Jardín escondido". Las líneas están trazadas. Cuatro manzanos forman un círculo que convivirán con generosos canteros de flores y gramíneas. La obra sigue creciendo, dibujándose en ese plano de tierra fértil en que los sueños se hacen realidad.
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