El inglés que vivió 6 años en Buenos Aires y enseña a hacer asado bien argentino
Los 120 invitados se concentran alrededor del fuego, las chapas y las brasas, mientras esperan a que estén listos los chori. No es un asado gauchesco en una estancia pampeana, sino una fiesta de casamiento en Cornwall, en plena campiña inglesa, donde David Deadman comanda las brasas del emprendimiento de asado argentino que hace de puente entre su país natal y el que le despierta fervores, luego de haber vivido seis años en Buenos Aires.
"First we serve the chori and morci with chimi and salsa criolla. Then we do a pollo asado. Finally, colita, vacío and ojo de bife", explica. Las únicas palabras en castellano que mecha con su inglés nativo están referidas a su gran pasión. En poco tiempo: Deadman se convirtió en un embajador de la tradición argentina en una zona alejada de las grandes ciudades donde, además del catering, vende parrillas y organiza masivas clases de asado. "Lo más parecido a un asado de campo que vas a encontrar por acá", asegura.
De Boedo a Cornwall
"Mi hijo es argentino, mi perro es argentino y he ido a ver más veces a la selección argentina que a la inglesa. Mientras viví en Buenos Aires tenía abono para la platea de San Lorenzo en el Bajo Flores… ¿al final pudo mudarse a Boedo?", pregunta este inglés de 47 años, que entre 2007 y 2013 tuvo su hotel boutique en Palermo, donde tres veces por semana organizaba "asadangos" en la terraza: traía un sommelier, un profesor de tango y armaba asados terraceros. "Después, a la medianoche, cuando estaban todos medio alegres, cruzábamos a la plaza de enfrente y hacíamos un fútbol cinco", recuerda con nostalgia.
En los videos que publica en su cuenta de Instagram @SizzleGrills, se ve a un personaje extravagante, que, entre asados a la estaca y brasas candentes, entona en inglés odas al asado, o finge conversaciones telefónicas con personas famosas, como Mauricio Pochettino, el técnico de Tottenham Hotspurs, a quien le envió una parrilla de regalo, días antes de la final de la Champions League. No es el único: el rugbier argentino Santiago Cordero, que juega en cercano Exeter, le compró una parrilla y lo ayudó a organizar un gran asado para todo el club.
"Los ingleses y los argentinos tenemos diferencias por cuestiones que ya sabemos, pero por lo demás, tenemos mucho en común -explica-. ¿Qué sería del asado argentino sin las Hereford y las Aberdeen Angus que llegaron desde Gran Bretaña? ¿Y qué sería de la carne sin la técnica de asado argentino? Es un puente entre dos culturas", explica Deadman, que empezó a interesarse por el tema en 1996, cuando durante seis meses recorrió la argentina, parando en campings municipales.
"En San Luis, en San Juan, en Mendoza, en Capilla del Monte… nosotros éramos esa extraña pareja inglesa y los argentinos siempre nos trataron bien. Y en la zona de parrillas éramos siempre una decena de tipos en cuero, cada uno opinando sobre cortes de carne y fuego… ¡es maravilloso!", se emociona.
Del hobby al negocio
Cuando su esposa decidió volver al viejo continente, Deadman se sintió perdido. Docente de profesión, no sabía a qué se dedicaría, pero sus amigos y conocidos le insistieron para que exporte al Reino Unido sus conocimientos parrilleros. Entonces cruzó el océano con la parrilla que utilizaba acá y comenzó a fabricar modelos exactamente iguales. Cinco años más tarde, Sizzle Grills lo mantiene trabajando full time. "La semana hice una venta de 1000 libras a Holanda. La semana anterior, vendí también a Alemania", cuenta el inesperado emprendedor que también vende el 30% de sus productos a argentinos expatriados.
Fuera de la fabricación de chapas, parrillas y estacas y de los caterings por los que cobra 50 libras (unos 65 dólares) por persona, dice que la parte de su oficio que más le gusta son los Asado Learning Days: todo un día dedicado al asado campestre en el que, entre mates y fuegos, los alumnos aprenden a asar y, sobre el final, se suman las familias a compartir un gran asado familiar como cualquier parrillada típica argentina. El precio de 150 libras (casi 230 dólares).
Tiene un equipo compuesto por argentinos ("Enzo, que vivió en Mendoza, y Soledad y Agustina… grandes asadoras"), siempre sirve vino Malbec y se provee de carne argentina que consigue en una carnicería especializada en Londres. Y mantiene vivo un sueño: volver a la Argentina y participar en el Campeonato Federal del Asado en Mataderos. "Siempre me gustó. Mucho más que San Telmo. Nada mejor que un domingo de folclore, mondongo y mate".
"Hace diez años acá nadie sabía lo que era un asado y ahora está de moda. Probablemente debamos agradecerle un poco a Mallmann, sus programas y sus libros", reflexiona. Fuera de su proyecto -cuenta- en Inglaterra hay cada vez más restaurantes de carne argentina, pero no tanto del tradicional asado de campo. "Acá casi todo lo que se cocina con fuego es el ahumado tipo Estados Unidos. Ponés la carne, la tapás, volvés a las 8 horas y está listo, pero vamos…. ¡Eso no es un asado!", sentencia.
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