El hombre que decidió quedarse en Ucrania para cuidar a sus 20 gatos en su original local
Dueño de un “cat cafe” Serhii Oliink y su pareja Marta permanecen en su país de origen, a pesar del conflicto bélico con Rusia; “En caso de emergencia, tenemos un refugio seguro para nuestros clientes y gatos”
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La guerra entre Ucrania y Rusia obligó a muchos ciudadanos del país europeo a abandonar su residencia. A pesar del dolor que generan las muertes y las cientos de historias de refugiados que deben dejar sus hogares, en los últimos días sorprendió la de una pareja cuya decisión fue quedarse en su territorio, y a la vez, en pleno apogeo del conflicto, ofrecer un servicio que contempla la presencia de animales en el habitáculo.
Serhii Oliink y su pareja, Marta, ambos oriundos de la ciudad ucraniana Lviv, casi al límite de la frontera con Polonia, abrieron, en 2015, un local con la premisa de otorgarles a las personas que concurran una experiencia única: en el establecimiento conviven 20 gatos, todos ellos rescatados de la calle, que forman parte de una vivencia distinta a la hora de sentarse a tomar una infusión y bajar un poco las tensiones del día.
“Tengo un pequeño equipo de varias personas cercanas que han estado trabajando conmigo durante varios años y se convirtieron en mis amigos más cercanos”, detalló Oliink, en diálogo con el medio The Dodo. El horario del bar comprende la franja de las 09.00 hasta las 21.00. Una hora después del cierre, comienza el toque de queda en la ciudad.
La ambientación del lugar es sumamente particular para el común de los locales en Ucrania. Todo está pensado para la convivencia de los felinos. Desde laberintos, juegos, actividades temáticas, árboles y demás distracciones que convierten al lugar en un paraíso animal. Todo aquel que visite las instalaciones recibirá una cálida bienvenida de los presentes, que, ocasionalmente, hacen de compañía en las mesas donde hay una sola persona.
“Los gatos también se han acostumbrado a estas personas, que ayudan a cuidarlos y que juegan con ellos cuando hay pocos invitados, porque a nuestros peludos residentes les encanta la atención de la gente”, remarcó, con orgullo, el propietario.
El país europeo está inmerso en un clima hostil, donde cada minuto puede ser clave para la vida de sus habitantes. A pesar de esta circunstancia adversa, Oliink busca un refugio emocional en sus animales: “Son como una familia. Nos dimos cuenta de que nunca dejaríamos nuestro país, que este era el único lugar donde podíamos vernos en el futuro”.
“Hay tres salas grandes en nuestro café, dos de las cuales están ubicadas en el sótano, por lo que en caso de una advertencia de ataque aéreo, hay un refugio seguro para nuestros clientes y gatos”, aseguró Oliink, en su entrevista con la página My Modern Meet sobre la confección de su local y las comodidades que ofrece en pleno conflicto con Rusia.
La moda de los “cat cafes” nació en Corea del Sur en 2004. Su éxito provocó la expansión de varios locales más a otros países asiáticos y luego a Europa. Una de las teorías que recorren esos lugares es que les permite a los clientes realizar la “terapia del ronroneo”.
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