Fanático de Banfield, explica que lo mejor de ser de un club de barrio es cruzarte con tus ídolos haciendo las compras.
¿Hincha o fanático del Taladro?
Soy fanático, pero no estoy orgulloso de eso. Suena a uno que pone bombas, pero también entiendo que es el que el día del partido no puede pensar en otra cosa. Cuando era chico decía: "¡Cómo vas a faltar a la cancha. Si faltás, no vengas nunca más y morite en tu casa con tu puto televisor!". Ahora tengo hijos y sé que la coyuntura hace que puedas resignar algo y no ir.
Ser chico y no ser hincha de uno de los equipos grandes no debe haber sido fácil.
No es mi caso. En Banfield, River y Boca son minoría. Lo que pasa es que iba a la cancha desde chiquito, no había manera de no convencerme. Era una época de oro. Yo me encontraba a los jugadores en el mercado. Por ejemplo, Oscar Moris, un defensor, vivía a la vuelta, y para mí era como Messi. Una vez lo vimos paleando arena en la puerta de su casa y le pedimos un autógrafo. Nos dijo: "Después, muchachos", estaba cansado. Todo muy antiglamoroso.
¿Se te caía la imagen de tus ídolos al verlos así?
No, es que eran todos de ahí. Yo tenía 8 años y para mí eran superestrellas.
Quedaba todo en el barrio.
Sí, yo iba caminando a la escuela. Vivía a siete cuadras y tenía dos caminos, uno derecho y otro en zigzag pero que pasaba por la puerta de la cancha. Obviamente elegía el de la cancha, con la esperanza estúpida de cruzarme con un jugador. Un compañero era vecino de Marcelo Benítez, un número diez. Le dejé una camiseta para que la firmara y a los dos meses me la trajo firmada por todo el equipo, casi me muero. Esa es la magia de estos equipos. Después le empecé a mandar saludos a Oscar Acosta por la tele. Un día estaba lavando mi auto a media tarde. De repente para un coche y baja Acosta a saludarme. Y, sin decir otra palabra, entró a tomar mate conmigo y mi viejo. Hoy somos grandes amigos.
Hace un tiempo, visitaste la pensión de los chicos del club para explicarles qué significa ser de Banfield. ¿Qué les dijiste?
Que en Zona Sur tenés seis equipos en pocos kilómetros y todos somos muy distintos. Se supone que si sos de Banfield te gusta el fútbol lindo, es el club más familiar. Ahora, los de mi generación recuperamos el club, que estaba devastado.
¿Cómo fue que le pusiste la camiseta del Taladro a Maradona?
Diego toda la vida fue mi ídolo. En el 98 estaba haciendo Atorrantes durante el Mundial de Francia y llevé varias camisetas de Banfield con mi nombre en el pecho. Nos metimos en su hotel, le regalé la remera y se la puso, me volví loco.
¿Qué otra locura hiciste por el Taladro?
En Francia, también me fui al centro de Prensa y manoteé un teléfono para escuchar un partido por radio, era uno de mierda que no definía nada. Mi primo me puso el programa de una FM del barrio y, claro, era una época en la que casi no había internet ni tanta tecnología.