El habano, un círculo que empieza a expandirse
Existen 37 marcas y 280 formatos para elegir; los fumadores lo asocian con un momento distinto y relajado
Alguna vez, Mark Twain dijo que si no podía fumar puros en el paraíso no tenía ninguna intención de ir hasta allá. Los habanos provocan eso: entre los fumadores clásicos resulta un amuleto, un placer reflexivo, íntimo y, para quienes comienzan a recorrer ese camino, la revelación de un mundo nuevo por descubrir.
El hábito de fumar habanos, algo que no puede compararse ni de cerca con el tabaquismo convencional del cigarrillo, posee en casi todo el mundo círculos de personas que comparten su pasión, "formatos", experiencias y, por supuesto, fuman. En Buenos Aires existe un nutrido grupo de fanáticos de las variedades de tabacos, las diferentes marcas y los tipos de "vitolas". Pues, al parecer, este grupo fue creciendo bastante en los últimos años.
En el Circolo Massimo se realizó la fiesta "Habano's Day", donde este universo algo especial y cargado de códigos se congregó a hablar de lo que más les apasiona: fumar habanos y beber una copa.
"Para mí el habano tiene una mística muy particular porque requiere de un momento especial para disfrutar entre amigos o solo. Es una conexión con el disfrute", explica David Horcada, que desde hace 15 años comparte este hábito y trata de evangelizar a sus amigos. "Como gusto quizás es un poco caro si querés fumar un habano relativamente bueno, pero el universo es muy amplio", agrega mientras le enseña a un amigo a encender el puro (un arte que tiene sus secretos).
En la Argentina los fumadores clásicos siempre estuvieron. Pero de un tiempo a esta parte muchas personas comenzaron a valorar el hecho de recobrar el hecho de fumar de manera responsable. Es muy raro que un fumador de habanos, por ejemplo, lo haga todos los días. El habano está asociado a ciertos momentos.
"Al fumador argentino le gusta el habano tipo robusto con un ancho y un largo aceptable que degusta en determinados momentos", dice Silvia Hernández, directora regional de la empresa Puro Tabaco, que desde hace 20 años tiene presencia en el país. En los últimos años Puro Tabaco intenta abrir los "paladares" argentinos con cursos, academias y situaciones especiales para difundir los habanos. En el mundo existen 37 marcas de habanos y 280 vitolas -tamaños- distintas.
"Notamos un aumento de la calidad y la cantidad de los fumadores argentinos; el fumar habanos debe estar asociado a la calma, muy lejos del estrés del fumador de cigarrillos. Es un espacio íntimo que requiere de tiempo y tranquilidad para maridar con un buen coñac, por ejemplo", reflexiona la ejecutiva cubana. El habano es cubano; el resto es otra cosa. En el país, los fumadores eligen variedades con un precio medio de 300 pesos la unidad, aunque últimamente el gusto fue ampliándose a formatos más caros. Un Behike, por ejemplo, cuesta más de 100 dólares el habano. Es el "puro" más caro porque tiene una hoja especial que suele darse sólo en determinadas cosechas. Behike es el nombre de una tribu indígena de Cuba que se conectaba con los dioses a través del rito de fumar tabaco.
En ese momento, entre el humo muy dulce de los habanos, llega la pregunta incómoda. Consultada sobre si compartir el habano resulta una herejía o una práctica consentida entre los fumadores de habanos, Hernández dirige la vista hacia arriba. Intenta ensayar una respuesta: "Bueno, hay que decir que no es una práctica usual, pero es posible como decisión personal... ¡No es un mate!", remata. El gusto por fumar habanos está asociado a cierto nivel económico, aunque eso no es necesariamente una norma. Para incursionar, de todos modos, todos recomiendan mantener ciertos ritos con el propósito de que la experiencia resulte placentera y distinta. En este sentido, los especialistas sugieren a los nuevos fumadores interesarse por las maneras de encender el habano, de cortarlo y de aspirar el humo -sin tragarlo, obviamente-. El manual del buen fumador es muy extenso y lleno de secretos y vericuetos para fascinar a cualquier alma con espíritu de coleccionista.
En el Circolo Massimo, donde a simple vista el nivel de fumadores resulta de buena experiencia previa, aparece Claribel Terré Morell, una elegante cubana, que es la "presidenta del Club de Mujeres Fumadoras de Habanos". ¿Qué hace ese club?, cabe preguntarle:
"Nos reunimos y fumamos juntas; no alentamos a que la gente fume, pero no es lo mismo que el cigarrillo. Difundimos un consumo responsable. Poco a poco se está redescubriendo el hecho de fumar habanos como un disfrute similar al de tomar un buen whisky. Los habanos también tienen que ver con los estados de ánimo", considera Terré Morell, y añade que cada vez hay más mujeres que rompen con el prejuicio de que fumar puros es sólo para hombres.
Cerca de ella, Pablo Colina, el primer sommelier de habanos de la Argentina, retoma la explicación:
"Como ocurre con otros placeres como el buen comer y beber, el habano comenzó a mostrar su espíritu gourmet en cuanto a que es para un momento especial y que puede maridarse muy bien con vinos blancos, espumantes o con el café al final de una comida."
Es extraño. Frente a la batalla contra el tabaco que se libra a nivel internacional (que claramente pierde el tabaco), el habano cubano aparece en el horizonte como una zona de paz mundial.
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