El gran regreso de Oasis
En el Madison Square Garden los hermanos Gallagher presentaron su nueva producción, "Don´t Believe The Truth"
NUEVA YORK.- Pasaron 11 años desde que Oasis irrumpió en el ambiente del rock británico, pero la semana última tuvo el privilegio de llegar, y llenar, el Madison Square Garden en esta ciudad, en una reivindicación que sus fans aguardaban desde hacía tiempo.
El lanzamiento de su nuevo disco, "Don´t Believe The Truth", se convirtió en la excusa para una gira mundial a través de la cual mostrar su renovada imagen y canciones que vuelven a capturar el espíritu del Oasis inicial. Como si fuera poco, los Gallagher cambiaron al baterista de la banda por Zak Starkey, hijo del legendario Ringo Starr, e incorporaron a los guitarristas Gem Archer y Andy Bell. El resultado no podía ser mejor.
Durante casi dos horas, Oasis hizo vibrar el histórico estadio con sus seguidores no solamente cantando a todo pulmón himnos como "Wonderwall" o "Cigarettes & Alcohol", sino los temas de su flamante álbum. De hecho, confiados en la potencia de sus nuevas composiciones, los Gallagher comenzaron el concierto con tres de las nuevas canciones, "Turn Up The Sun", "Lyla" y "Love Like A Bomb". El público respondió de inmediato en los coros, como si se tratara de viejos amigos que se reencontraron en un pub. Y, por supuesto, estalló con la clásica balada "Champagne Supernova".
Más amigable y juguetón que en su anterior reencarnación como estrella de rock, Liam -casi siempre al comando del micrófono- no paró de flirtear con las mujeres que estaban en la primera fila del estadio, haciendo bromas y comentarios sobre su hermano en la guitarra, o con poses sugestivas en su ajustado traje negro, decorado con una flor blanca en el ojal; muy "cool Britannia". Siempre concentrado en la música, en cambio, Noel ni siquiera sonrió cuando Liam se puso una pandereta como corona. Este le respondió a su vez saliendo totalmente del escenario cuando Noel cantó "Little By Little" o la nueva "The Importance Of Being Idle". A nadie pareció importarle que todavía existan tensiones entre los hermanos oriundos de Manchester y todo el mundo disfrutó a pleno del renovado vigor creativo del grupo.
Para cerrar, sin embargo, los Gallagher eligieron rendir homenaje a The Who con la clásica "My Generation". La decisión no podría haber sido más acertada: Liam imitó casi a la perfección el tartamudeo de Roger Daltrey, mientras que Noel rasgaba su guitarra como un joven Pete Townshend y Starkey emulaba a Keith Moon, que le enseñó a tocar la batería mientras su padre estaba de gira con los Beatles.
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