El fitboxing renueva el entrenamiento funcional
uena la campana, se escucha una voz que anuncia "round one", todos se colocan los guantes y comienzan a golpear su bolsa. Los impactos se escuchan al unísono: dos directos, dos cross, una patada con la pierna derecha y se repite la secuencia. "¡Al piso, ahora!", grita el entrenador y los presentes empiezan a hacer flexiones de brazos. La escena no transcurre en un club de boxeo ni en un ring, sino en el salón de un gimnasio. Se trata de una clase de fitboxing: una disciplina que revolucionó el mundo del entrenamiento funcional y gana cada vez más espacios en las grillas de horarios de los locales para ejercitarse.
"Cuando ves la bolsa, descargás todo en esa piña, en esa patada que le das. El gancho es con lo que más envión tomás y con lo que más te liberás", Federico Pecile describe lo que significa para él pegarle a la bolsa con ojos encendidos y una sonrisa de satisfacción.
Música, entrenamiento funcional y boxeo sin contacto es la tríada que combina el fitboxing. Por un lado, el functional ejercita los diferentes músculos a través de una rutina en forma de circuito y los ejercicios tratan de imitar la forma en que trabajan los músculos diariamente. Y por otro, el fitboxing incorpora a este circuito una estación de boxeo que se divide en una parte técnica y otra de golpes a la bolsa.
Federico tiene 39 años, es licenciado en Administración de Empresas y trabaja en una petrolera. Tres veces por semana sale de la oficina y va a la clase de fitboxing. "Siempre me gustó el boxeo y encontré la integración perfecta con el entrenamiento funcional", dice.
"Es muy cardio, notás cambios en tu cuerpo bastante rápido y te ayuda mucho a activar la memoria, porque en la última parte tenés que aplicar todas las técnicas que aprendiste. Es un entrenamiento bastante completo que va más allá de lo físico. Aprendés a manejar la cabeza. Te sentís bien y cuando tenés semanas complejas de oficina, te ayuda a bancártela", asegura Pecile.
La última tendencia del fitness ofrece un espacio de catarsis y si bien se practica de forma individual con la bolsa, la experiencia compartida tiende puentes entre los participantes. "El grupo de fitboxing se terminó convirtiendo en un grupo de amigos", dice Federico, que resalta el aspecto social de esta práctica y asegura que es una motivación más para entrenar: "Hoy es esperar el día de oficina para llegar a entrenar y vernos con lo chicos".
Al grupo de amigos lo bautizaron "La banda de los jueves", que era el día que todos coincidían, y con ese nombre compitieron el año pasado en el primer campeonato argentino de fitboxing, organizado por Brooklyn, la cadena del ex pugilista argentino Sergio "Maravilla" Martínez, donde Federico entrena. Terminaron semifinalistas y este año redoblaron la apuesta: van a competir en el Mundial de España organizado por la misma cadena. "Va a ser el primer equipo de Argentina y de Sudamérica que va a estar en el mundial de fitboxing en Madrid", destaca Federico, ilusionado con lograr un buen desempeño en el campeonato que reunirá 64 equipos de todo el mundo.
Esteban Dietz, licenciado en Educación Física y dueño de la cadena de gimnasios Funcional Gym, destaca que el fitboxing, por tratarse de una actividad física de alta intensidad, trae grandes beneficios para la salud: "El funcionamiento cardiopulmonar está mucho más estimulado. A nivel muscular, al trabajar fuerza y velocidad, se usan más fibras musculares, entonces hay mejor tonicidad y las articulaciones están más protegidas, lo que se traduce en una mejor postura. Además, el gasto energético es muy alto y hay mejor control de peso".
La salud mental también es parte del saldo positivo del fitboxing. Carla Ksairi, dueña de Gala Gym, ubicado en el barrio porteño de Almagro, subraya ese aditamento: "Alivia mucho el estrés, mejora la calidad de vida. Cuando empiezan a hacer esta clase, se nota la diferencia porque recuperan la energía que necesitan y salen aliviados. La gente siente que descarga".
Guadalupe Martínez tiene 41 años, es ingeniera en sistemas, y además de haber bajado seis kilos en un año, reconoce que el fitboxing mejoró su estado de ánimo. "Uno tiene que buscar un escape y una forma de soltar todo lo que viene acumulando. Yo encontré que si estoy mal por algo y voy a entrenar, cuando le pego a la bolsa, le pego con toda la fuerza. Me recontra ayuda a canalizar cuando estoy mal. Si bien salís cansadísimo, salís contento", cuenta Guadalupe.
Para ella, el fitboxing significó la posibilidad de generar un hábito saludable. "Con esto logré ser perseverante y ya llevo más de un año. Notás cambios en lo físico, tengo más resistencia y me animo a hacer cosas que antes no me animaba, como saltar al cajón que me daba miedo".
Además, Guadalupe remarca la recompensa que implica ir progresando en una técnica como el boxeo. "La gente de mi edad piensa que es difícil, que no hay tiempo, pero la verdad es que encontrás la forma. Yo trabajo ocho horas y doy clases en la facultad, mi trabajo es súper sedentario y hago el esfuerzo para ir a las clases porque me motiva", resalta.
Delfina Zimerman tiene 26 años, estudia Nutrición y también practica fitboxing. Agrega que el coach es clave a la hora de pasar un buen momento. "Te incentiva, hace que el entrenamiento sea más divertido. Mientras damos patadas y golpes a la bolsa, el profesor nos arenga con frases como ‘Imaginate que la bolsa es el ex que te dejó’", bromea Delfina.
No es una cuestión de género
A pesar de que hay grandes boxeadoras mujeres, existe la idea de que el boxeo es un deporte masculino por el contacto que implica. Eso sintió Delfina cuando fue a probar una clase de boxeo. "Eran todos hombres, no me sentí cómoda. Además te miraban todos cuando boxeabas", recuerda. Quizás estas sean algunas de las razones por la que la alternativa de practicar fitboxing atraiga a tantas mujeres. Por ejemplo, de las tres mil personas inscriptas en las franquicias locales de Brooklyn, la matrícula femenina representa el 70%, según graficó Jorge Díaz Valdez, el representante de la cadena Brooklyn en Argentina.
La clases de las que participa Delfina duran una hora: diez minutos de entrada en calor, 40 de entrenamiento, y otros diez de elongación. "Hay tres rounds que se subdividen en tres estaciones. Una estación de abdominales, otra de entrenamiento funcional y una tercera de boxeo", explica Delfina. Y detalla que siempre empieza con la estación de abdominales para terminar en la de boxeo. "Como es algo nuevo, para mí y todas las chicas que empezamos, es algo distinto. Aprendés a pegarle a la bolsa, a dar una patada. No es solo esperar a que el entrenamiento termine, tenés ganas de hacerlo y disfrutar del momento", relata Delfina, que hoy entrena todos los días y está contenta porque encontró una manera de hacer ejercicios aeróbicos y practicar un deporte. "Trabajás los brazos sin hacer pesas y los empezás a marcar. Ya me compré los guantes, las vendas, así que voy a continuar".
Como sabe que es un entrenamiento de alta intensidad, fue a una deportóloga para alimentarse bien. Delfina cree que el fitboxing es una manera de mantenerse en forma sin aburrirse haciendo aparatos. "Mi hermana odiaba el deporte y el fitboxing fue lo único que la hizo entrar a un gimnasio. Ahora viene a todas las clases. Es un plan, no es solo ir a entrenar", cuenta.
"Es un entrenamiento divertido, distinto al gimnasio tradicional, que puede practicar cualquier persona. No hay que tener conocimientos previos en artes marciales", señala Jorge Díaz Valdéz. Según Carla Ksairi, el novedoso entrenamiento es furor en los gimnasios. "Está súper demandado, fue un éxito cuando lo incorporamos. No esperábamos una tendencia tan marcada y se anotan tanto mujeres como hombres", afirma la dueña de Gala Gym. Por su parte, Esteban Dietz ilustra con datos el éxito de la nueva propuesta: "Lanzamos el programa hace un mes. Tuvimos una fase de prueba de 30 días en una sola sede y tuvo tanto éxito que lo replicamos en las 11 sedes que tenemos. Hoy, todas las clases están completas. Tenemos un promedio de 400 personas por gimnasio, de las cuales un 15% está abocada al fitboxing". Para él, lo atractivo del entrenamiento "es hacer algo distinto a lo habitual: la experiencia de ponerse unos guantes, pegarle a una bolsa, aprender los golpes y sentir esa descarga de energía por el hecho de estar golpeando algo".
Si bien hay un concepto general acerca del fitboxing, cada gimnasio lo adapta según sus preferencias. Por ejemplo, Brooklyn, la cadena de gimnasios de origen español, le sumó a este entrenamiento una base musical que acentúa con su ritmo la coreografía de golpes, y sensores que miden la sincronización y la potencia de cada impacto en la bolsa. Además, a la técnica de box le sumó el kickboxing y el Muay Thai. "Los participantes apenas terminan la clase reciben por mail su porcentaje de workout [rutina de ejercicios] y así pueden conocer su rendimiento y evolución", explica Díaz Valdéz.
En el gimnasio Gala Gym incorporaron a un ex boxeador que adaptó una clase de boxeo al entrenamiento funcional. A diferencia de otras clases, la misma dura una hora y media. "Trabajamos la parte física del boxeo competitivo. Hacemos 60% de físico y 40% de técnica. Hacemos estiramientos, entrada en calor con soga y abdominales", narra Ariel "Chakal" Jiménez. En base a su experiencia, el profesor afirma que "es el deporte con el que más rápido bajás de peso, los resultados se ven al instante. A la mayoría les gusta más este entrenamiento que ir a una cinta. Y además aprenden un deporte".
El fitboxing está autorizado por el Consejo Mundial de Boxeo. "Nosotros recomendamos hacerlo de una a dos veces por semana porque es muy fuerte. Es importante que la bolsa sea la reglamentada y que tengas guantes de buena calidad", destaca Esteban Dietz.
Los diferenciales de este entrenamiento y el rápido interés que despertó en el mercado generan nuevas posibilidades de negocio. "Estamos por abrir un gimnasio en España y el año que viene vamos a empezar la expansión en Latinoamérica: Chile, Paraguay, Colombia y Ecuador", cuenta Esteban Dietz. Lo mismo ocurre con Brooklyn. "A las 7 franquicias ya abiertas queremos abrir este año uno más y el año que viene proyectamos entre 5 y 10 locales nuevos", anticipa Jorge Díaz Valdéz
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