El exclusivo diseño de lujo del jet privado Boeing 747
Luego de cuatro arduos años de trabajo, el estudio de Alberto Pinto logró que la aeronave bien pueda denominarse “una mansión voladora”
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LA NACION
Con pocos ejemplares en el mundo, el Boeing 747 BBJ es el jet privado más grande del mundo. Y el que diseñó Alberto Pinto bien puede considerarse una mansión voladora, una verdadera obra de arte con alas.
Hijo de padres argentinos, Alberto Pinto nació en Casablanca, entre el Mediterráneo y el océano Atlántico norte. Tras dejar Marruecos, estudió en la École de Louvre en París y en la década de 1970 se mudó a Nueva York para comenzar su estudio de fotografía. Hasta 2012, año en el que murió, su vida estuvo vinculada a las distintas expresiones del arte. Y ese contacto es quizás la razón más importante que sus interiores sean dignos de admirar.
En 2015, la firma Alberto Pinto, a cargo de su hermana Linda, se embarcó en uno de los proyectos más grandes y desafiantes de su carrera: diseñar el interior de un enorme jet privado Boeing 747-8. Entre el diseño en sí y la construcción de las piezas y decoraciones de las distintas áreas, el equipo tardó cuatro años para dar por finalizada su magnífica obra. Como otras, esta reciente creación de la compañía parisina llevó la experiencia de volar a otro nivel.
“El dueño -cuya identidad no ha sido revelada- nos dio carta blanca. No estaba interesado en algo escandalosamente lujoso, con oro y diamantes. Por el contrario, nos pidió algo simple, que es donde radica el verdadero lujo. Este tipo de proyectos es un sueño hecho realidad, solo ocurre una o dos veces en la vida de un diseñador y marca un hito en la historia de la aviación”, señaló el jefe del proyecto, Yves Pickardt, a la revista Altitudes.
Con el uso de materiales naturales y un diseño moderno y suave como meta, la firma Alberto Pinto logró un resultado sorprendente. De acuerdo con Pickardt, miembros del equipo Boeing lo visitaron y aseguraron que se trataba de uno de los aviones más hermosos que hubieran visto.
Desde la nariz del avión, por debajo de la cabina del piloto, se encuentra la habitación principal. Alejada de cualquier zumbido de las turbinas, es un ambiente ideal para relajar y descansar como en tierra firme.
Como no podía se de otra manera, la habitación principal cuenta con un lujoso baño en suite. Un lugar amplio para bañarse combina a la perfección con el amplio espejo y el lavamanos.
Sin necesidad de salir de la habitación, los ocupantes pueden distenderse en un mini living diseñado de manera armónica con el resto del ambiente. Cuenta con un cómodo sofá, una mesa ratona y detalles que combinan colores pasteles claros.
De la habitación a la planta alta, sorprende un foyer lujoso con reminiscencias de un hotel cinco estrellas. Una escalera color marfil combina a la perfección con la alfombra, las obras de arte y los cálidos paneles detalles de madera.
En la planta superior nos encontramos con otro confortable living con una enorme pantalla de televisión. Diseñado como un salón para los niños, quienes tengan la suerte de volar en el avión podrán mantenerse entretenidos en el marco de un lujoso set mobiliario.
Pero para que nadie olvide que este magnífico diseño es parte de un avión, la zona de las butacas ha sido ambientada en sintonía con el resto del lugar. Tapizadas en cuero marrón y con cómodas mesas, el lugar pensado para el viaje es muchos más que acogedor.
También en la parte superior del Boeing 747-8, el equipo de diseño Alberto Pinto destinó parte del lugar a la realización de negocios. Una sala de reuniones cuenta con cuatro sillas, una mesa para desplegar laptops, documentación y una ominosa biblioteca de fondo.
Espacios comunes y privados hacen de este avión el lugar ideal para viajar en medio de lujosos detalles. Una manera de convertir un viaje familiar o de negocios una experiencia única.
LA NACION
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