Para ser miembro del Travelers’ Century Club es necesario haber visitado al menos 100 países del mundo; dos argentinos que son socios de la entidad cuentan sus hábitos viajeros
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El Travelers’ Century Club es de esas instituciones a la que todos quisieran pertenecer, aunque muchos desconocen su existencia simplemente porque está fuera de su alcance. Y no es que haya que pagar un canon millonario para ser miembro (unos 65 dólares al año), sino más bien la condición sine qua non para el ingreso: para formar parte del TCC es preciso haber visitado por lo menos cien de los países del mundo.
Suena inalcanzable, pero el club les da un pequeño empujón a los viajeros para llegar a la meta: reconoce más países y territorios que la propia ONU. Acepta 330, 133 más que la entidad internacional.
El TCC tiene unos 1400 miembros en la actualidad. Más de la mitad, 800, en los Estados Unidos. En la Argentina son menos que los dedos de una sola mano.
Uno de ellos es Guillermo Blugerman, que descubrió por casualidad que podía aspirar a ser parte del grupo. Este cirujano nativo de Corrientes aprovechó la pandemia y las cuarentenas para poner un poco de orden en sus incontables viajes y se dio cuenta de que superó ampliamente la meta. “Viajo por placer y por mi trabajo. Soy cirujano plástico. Operé en más de 35 países y di conferencias en otros 60. Estuve en zonas muy complicadas, incluyendo Pakistán, Nigeria y Arabia Saudita. Hace ya varios años que pasé la meta de los cien países visitados. Hice mi primer viaje cuando tenía 13 años. Mis padres se tomaron un año sabático y nos llevaron desde Corrientes hasta Europa. Compraron un auto VW 1500 en el cual recorrimos 12.000 kilómetros en seis meses. Con mis padres y mis hermanos recorrimos todo el continente y cruzamos la cortina de hierro sin celular, sin GPS, sin tarjetas de crédito, sin inglés”. Una aventura y una historia entre las decenas que tiene para contar que le pasaron en puestos fronterizos, en vuelo o en destinos pocos acostumbrados en recibir a viajeros…
El TCC tiene unos 1400 miembros en la actualidad. Más de la mitad, 800, en los Estados Unidos. En la Argentina son menos que los dedos de una sola mano.
Guillermo Blugerman había superado la meta de los cien hace años, mucho antes de enterarse de la existencia del club. Reconoce que “seguramente hay viajeros que recorrieron más que yo y no están interesados en adherir. De hecho, no tiene que ser la motivación. Con mi esposa, lo que nos mueve son la ganas de seguir descubriendo el mundo. Estuvimos hace poco en Ruanda y pudimos ver de muy cerca varias familias de gorilas. Es este tipo de viajes deja una huella imborrable. El único destino que no sumé a mi lista es Corea del Norte. No estuve en la realidad pero sí técnicamente porque pude ir hasta un lugar neutro donde se encuentran soldados de las dos Coreas. De alguna manera puse un pie en el norte. Pero es más bien para la anécdota…”.
Mónica Manso es otra de las muy pocas integrantes argentinas del TCC. “Debo de estar entre 160 y 170 países visitados actualmente. Digo siempre que nací con una maleta en la mano: mi padre era hotelero y desde muy chica viajé por el mundo. Podría catalogar mis viajes en tres categorías. Los que hice cuando trabajé para compañías aéreas y ahora como operadora de turismo; los que hago para visitar familiares en varios países del mundo; y finalmente los que hago para mí, para ir descubriendo nuestro mundo. Los países que más repetí son Estados Unidos, Brasil, la India y algunas islas del Caribe. Pero uno de los que más me impactó fue cuando estuve en la Antártida. No me podré olvidar nunca del silencio, del blanco del hielo y del azul del cielo. Otra experiencia que me marcó la viví en Turquía. Me invitaron a una boda en Anatolia, una región poco europeizada. Tuve que ponerme una burka y ver detrás de aquella reja de tela. Pero el sentimiento resulta ambivalente, porque tenés al mismo tiempo la ventaja de ver sin ser vista…”.
Mónica Manso seguirá ampliando su lista porque ya tiene planes para futuros viajes. “Me gustaría conocer el Líbano y Arabia Saudita. En el Medio Oriente, a diferencia de otros, tuve la suerte de poder conocer Siria. Visité Palmira muy poco tiempo antes del estallido de la guerra civil. Pero mi próximo viaje será sin duda Islandia. Es una asignatura que tengo pendiente desde hace mucho tiempo y espero poder conocerla este año. Le tengo mucha expectativa y espero que me deslumbre tanto como la India, Buthan Mongolia o Irian Jaya, en Indonesia. Mientras tanto me dedicó a conocer un poco mejor la Argentina, que ya recorrí de punta a punta. Mi mejor recuerdo es el cruce sanmartiano de los Andes a caballos. Estuvimos por encima de los cóndores. Algo que solo se puede experimentar en la Argentina…”
Un atajo para llegar a los cien
Naciones Unidas reconoce 197, pero tiene 193 miembros. Los cuatro que se quedaron afuera son el Vaticano y Palestina (no son miembros pero sí observadores) y dos archipiélagos del Pacífico Sur: Niue y las Islas Cook. Ambos fueron reconocidos por las Naciones Unidas en los años 90. Además, regularmente aparecen algunos nuevos Estados que alargan la lista. El último es Sudán del Sur, en África. Y para complicarlo más aún, hay varias “entidades” reconocidas como países por muchos otros pero no por la ONU. El caso más famoso es el de Taiwán y más recientemente el de Kosovo, tras su secesión de Serbia.
El término “entidad” es más bien inhabitual para designar un país, o un territorio que aspira a serlo. Pero se aplica perfectamente a la forma de ver el mundo que tienen el TCC y sus miembros. El club reconoce, en efecto, 330 piezas del mismo rompecabezas, 133 más que la ONU. La lista se actualiza regularmente en función de la geopolítica y su actualidad; también en función de sugerencias de algunos viajeros. La última versión es de este mes de enero.
El actual presidente del TCC, que asumió recientemente, es Steve Fuller, un abogado de Kansas City de 73 años que corrió maratones en cada uno de los 50 estados de su país y estuvo en 192 de los 193 miembros de la ONU. Cuenta: “cada dos años hacemos una gran reunión con nuestros miembros y vamos actualizando la lista. Reconocemos más territorios que la ONU basándonos en particularidades geográficas, sobre todo. Por supuesto esas decisiones no tienen valor jurídico internacional, aunque a veces nos causaron problemas, como por ejemplo con Marruecos, que ocupa el antiguo Sahara Español, un territorio que presentamos por separado en nuestro mapa del mundo, bajo la denominación de Western Sahara”.
Con 330 “países” en lugar de 197, el TCC hace, en muchos casos, una suerte d 2x1. O un 3x1, como en el caso de Grecia, dividida en tres entidades: la parte continental, Creta y las islas del Mar Egeo.
Con 330 “países” en lugar de 197, el TCC hace, en muchos casos, una suerte d 2x1. O un 3x1, como en el caso de Grecia, dividida en tres entidades: la parte continental, Creta y las islas del Mar Egeo. La Antártida es otro ejemplo de la peculiar visión del mundo que tienen los miembros del TCC, basada en una combinación de geopolítica y geografía.
Entre la geografía y la geopolítica
En América del Sur totaliza 14 entidades, porque agrega la Guyana Francesa y Nueva Esparta (la Isla Margarita, en Venezuela). Lo mismo pasa con las Malvinas, que figuran entre los territorios del océano Atlántico, junto a las Azores, Groenlandia, Islandia, las Canarias, Georgias del Sur y otros (también son 14 en total).
Con sus 330 destinos el TCC no va tan lejos como otros clubes de viajeros. Es más que el Club Internacional de los Grandes Viajeros con sus 246 “países”, pero mucho menos que el más radical de todos, NomadMania, que reconoce nada menos que 1301 entidades. Para justificarlo, explican que se trata de regiones y ya no de países, y que se basan en las culturas, los idiomas y las particularidades locales. En el caso de la Argentina, está dividida entre cada una de sus provincias. Lo mismo pasa con Brasil y sus estados. Países que no suelen ser vistos con sus particiones interiores, como Francia, también terminan subdivididos (20 partes y solamente sobre su porción continental europea). Hasta la pequeña Suiza cuenta por cinco para NomadMania…
Sobre el mapa del Travelers’, el Reino Unido es uno de los países que cuenta con la mayor cantidad de divisiones. Solamente en Europa suma nueve. Así que al final no resulta tan fácil contabilizar los propios viajes, sobre todo si uno es asiduo de los aeropuertos, los cruceros y las giras multinaciones.
¿Cantidad o calidad?
En la era del Flygskam (la vergüenza de volar, un movimiento cada vez más fuerte en Europa), del slow-travel y de nuevas formas de viajar que buscan conciliar sustentabilidad con cuidado del clima y del medio ambiente, ¿el TCC sigue teniendo su lugar? Todo parece indicar que es mejor preferir la calidad a la cantidad. Es el flanco que presta la institución a las críticas de sus detractores. En las redes sociales algunos se burlan tildando al TCC de “Club Pongo el Pie”, alegando que sus miembros suelen sumar nuevos destinos aunque no hayan pasado más que unas horas en su territorio…
Steve Fuller lo reconoce: “Los norteamericanos viajamos de una manera muy distinta a los europeos. Principalmente, porque no tenemos tantos días de vacaciones, así que se aprovechan más y solemos hacer giras por varios países cuando vamos a alguna parte del mundo. Los europeos, por el contrario, eligen más bien quedarse en un lugar y explorarlo a fondo. Estuve en 192 países (me faltan solo las Islas Tonga) y obviamente viajo de una forma muy distinta a una amiga mía que quiso conocer Nueva Zelanda y se quedó un año entero. No podría entrar en nuestro club porque no alcanzó la cantidad de países necesarios, pero soy consciente de que es mucho mejor viajera que yo, por la visión que tiene y las experiencias que vivió en los países que visitó. Por mi parte cuando me quedo diez días en el mismo país es mucho. Completé los 54 países de África en 16 viajes, esto me da un promedio de estadías de tres días para cada uno. Claramente, no es suficiente. Pero al mismo tiempo el TCC es un hermoso club social. Encontramos gente de todos los horizontes y los medios sociales”.
Otra crítica que se le suele hacer es que se trata de un club de viajeros ricos. Y otro mito que desmiente Fuller: “Se sorprendería de conocer a muchos de nuestros miembros. Son apasionados que lo ponen todo en su afán de viajar. Hay muchos profesores o maestros de escuela, por ejemplo. Yo soy abogado de una ciudad del interior. Me considero como parte de la clase media también. Es cierto que cuando se fundó el Travelers’ estaba reservado a gente rica, y temo que luego de la pandemia vuelva a serlo. Creo que se terminó la edad de oro de los pasajes multitramos a precios muy bajos. Es probable que viajar de un continente a otro vuelva a quedar reservado a los más ricos”.
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