Es la historia de Hay-on-Wye, una ciudad que se volvió en un paraíso literario; la autoproclamación de Richard Booth como rey
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El 1 de abril de 1977, el propietario de una librería de segunda mano, Richard Booth, se puso una corona casera, marchó por las calles de Hay-on-Wye y se proclamó a sí mismo “rey de Hay” frente a las puertas del castillo normando de la ciudad galesa.
Sostenía un cetro hecho de latón, y con la bandera verde y blanca recién cosida del nuevo “reino de Hay” ondeando detrás de él, Booth informó a los desconcertados residentes y a la prensa que, con él como “rey”, la independencia del Reino Unido fomentaría el turismo y revitalizaría la economía en declive de la ciudad.
Booth emitió pasaportes, sellos y moneda para su nueva “nación”, sus “ministros de gabinete” fueron elegidos después de unas copas de más en el pub local, y luego nombraría a su caballo, Goldie, como primer ministro. Otorgó ciudadanía y títulos nobiliarios a sus partidarios y seguidores y, hasta su muerte en 2019, “gobernó” su reino autoproclamado desde las murallas del castillo de Hay.
“Booth era un hombre de negocios y le gustaba promoverse”, dijo Mari Fforde, una historiadora local que trabaja para el Fideicomiso del Castillo de Hay. “Él veía cualquier oportunidad para la publicidad. La declaración de independencia fue parte de ese agudo sentido de la publicidad, su vena excéntrica e iconoclasta y su amor por la atención”. El audaz intento de independencia del vendedor de libros revivió la suerte de un pueblo en crisis.
Una oportunidad
“Muchas ciudades pequeñas estaban en declive en ese momento”, explica el doctor Reg Clark, quien trabajó como publicista de Booth en la década de 1970 y se convirtió en el “ministro de Tecnología” del reino de Hay.
“El declive estaba ocurriendo en todas las pequeñas ciudades galesas. La gente de las zonas rurales recibía educación, pero luego se mudaba y conseguía trabajo en otros lugares”.
La estrategia de marketing de Booth atrajo una afluencia de turistas curiosos y bibliófilos a Hay-on-Wye, lo que permitió que floreciera el mercado de libros de segunda mano.
Con una población de solo 1.500 habitantes, la ciudad sigue albergando más de 20 librerías y es anfitriona del evento literario más grande de Reino Unido, el Hay Festival anual.
Cuarenta y cinco años después de su declaración de independencia, el castillo en ruinas de Booth, donde vivió y gobernó, ha sido transformado en un museo por el Fideicomiso del Castillo de Hay.
El festival
Estuve en Hay-on-Wye el día de la inauguración del museo en mayo de 2022, cuando el castillo abrió al público por primera vez en sus 900 años de historia.
La torre normanda del siglo XII del castillo, medio derribada, se eleva sobre un montículo cubierto de hierba en el centro de la ciudad.
En el antiguo foso del castillo, estaba absorto en los estantes de la “Librería de Honestidad” -al aire libre, donde cada libro cuesta 1 libra y el dinero se paga en una caja de honestidad-, repleta de novelas, historias, relatos de viajes, clásicos, misterios de asesinatos, biografías, libros de recetas y más.
El espacio al aire libre de la librería también era un mercado de comida callejera durante el festival, y los asistentes se atiborraban de falafel y tacos mientras leían sus últimas compras a la sombra del castillo.
Había más puestos de comida emergentes y puestos de mercado en las calles circundantes, mientras que la carretera principal frente al castillo estaba llena de librerías de segunda mano, tiendas de antigüedades y una fascinante tienda de mapas que vendía rarezas cartográficas.
Desde la plataforma de vigilancia en la parte superior de la torre del castillo, observé el río Wye serpenteando a través de la campiña galesa hacia el oeste, mientras que al sur, se elevaban las Montañas Negras para formar la dramática frontera con Inglaterra.
Un tablero de información indicaba que se trata de las “Marcas Galesas”, la frontera sin ley entre Inglaterra y Gales que estuvo asolada por el conflicto y gobernada por los rebeldes “Señores de las Marcas” durante las eras anglosajona, normanda, medieval y Tudor.
Booth era como un pícaro Señor de las Marcas disfrazado de moderno, y no hay duda de que la ubicación de Hay-on-Wye en esta turbia zona fronteriza alimentó su deseo de autonomía.
“Me gusta pensar que Hay-on-Wye tiene su propia identidad”, me dijo Fforde. “Ha pasado mucho tiempo sin ser ni galesa ni inglesa y todavía se identifica como una ciudad fronteriza”.
“Ciudad de los libros”
Nacido en 1938, el hombre que sería rey se mudó a una finca rural cerca de Hay-on-Wye cuando era joven. En su autobiografía, My Kingdom of Books (Mi Reino de Libros) (escrita por Booth y su hijastra, Lucia Stuart), Booth explica que nunca estuvo destinado a tener éxito en la carrera de finanzas que sus padres le organizaron en Londres.
En cambio, su pasión por los libros lo llevó al comercio de libros de segunda mano y abrió la primera librería de Hay-on-Wye en 1962 después de comprar la antigua estación de bomberos.
En 1964, Booth compró impulsivamente el castillo de Hay cuando fue puesto a la venta, convirtiendo la estructura histórica en una librería, residencia y lugar para sus muchas fiestas.
Luego se hizo cargo del antiguo salón agrícola de la ciudad, que sigue siendo la “Librería de Richard Booth” hasta el día de hoy, y en 1978, la tienda figuraba en el Libro Guinness de los Récords como la librería de segunda mano más grande del mundo con más de un millón de libros almacenados.
“No creo que hubiera ningún interés por los libros antes de Richard”, dice Fforde. “Vio una oportunidad de negocio y la aprovechó”.
“Calculó muy bien su paso al negocio de los libros, ya que muchas bibliotecas se estaban deshaciendo de sus libros en ese momento. Esto significó que tenía existencias muy baratas y podía acumularlas”, destacó.
En 1976, la junta de turismo de Gales comercializó Hay-on-Wye como la primera “Ciudad de los libros” del mundo, ya que habían surgido librerías en cada esquina.
“Había sucursales y tiendas propiedad de Booth en toda la ciudad”, señala Clark. “Mucha gente vino a Hay a trabajar para Richard, y cambiaron la diáspora y la naturaleza de la ciudad. Mucha de la gente local a la que entrenó después establecieron tiendas por su cuenta”.
Pero la realidad económica era dura, como explica Clark. “Su principal problema era la falta de fondos. Con las librerías de segunda mano, las cosas siempre iban de un desastre a otro. Esa es la naturaleza de ese tipo de negocio”.
Cada vez más desilusionado, Booth creía que las políticas gubernamentales estaban abandonando las economías de los pueblos comerciales rurales en favor de supermercados y centros comerciales nuevos y más grandes fuera de la ciudad.
“Independencia”
A medida que la situación financiera de Booth se volvía cada vez más precaria, decidió que era hora de tomar medidas drásticas, por lo que en 1977, le informó a un reportero visitante que conoció en el pub que “¡Hay va a ser independiente de Reino Unido!”.
“Yo sería ‘Richard Corazón de Libro’”, escribió Booth, “el monarca con más páginas que la mayoría”. El 1 de abril de 1977 fue un día inusual en Hay-on-Wye.
El fuego de cañón del “barco cañonero” de la micronación (en realidad, un pequeño bote propulsado por remos en el río Wye) marcó la declaración de independencia; se descubrió una bandera frente al castillo de Hay; y Booth fue coronado “rey de Hay” mientras se tocaba el nuevo himno nacional.
La declaración pudo haber parecido una broma, pero como me dijo Fforde, las razones políticas detrás del ardid publicitario eran serias.
“Personalmente, no creo que Booth quisiera ser rey en ningún sentido literal”, explica. “Diría que quería ser rey en el sentido de que quería ser escuchado y tomado en serio, ya que tenía opiniones firmes sobre cómo la economía rural podría sobrevivir en el clima de finales del siglo XX”.
Aunque Reino Unido nunca reconoció la apuesta de Booth por la independencia, recibió embajadores y apoyo de otras micronaciones, incluido el principado de Hutt River, una micronación autodeclarada en Australia Occidental, y la República Libre Independiente de Frestonia, una micronación formada (también en 1977) para protestar por la demolición de casas locales en Londres.
Los reporteros y la prensa acudieron en masa al reino de Hay, y la publicidad revitalizó la economía de Hay-on-Wye cuando las multitudes de turistas se reunieron para visitar la peculiar “ciudad de los Libros” gobernada por un rey.
Pero no todos en Hay-on-Wye estaban contentos con Booth. “Cuando declaró la independencia, no necesariamente cayó bien entre todos los lugareños”, afirma Clark.
“Booth solía ser el favorito de la junta de turismo de Gales, pero de alguna manera se peleó con ellos. El ayuntamiento de Hay puso un aviso diciendo que no tendrían nada que ver con el reino de Hay, y que Hay-on-Wye era una parte integral del Reino Unido”.
En 1988, Booth incluso se peleó con el recién fundado Hay Festival, creyendo que el enfoque del festival en los libros recién publicados era un perjuicio para las librerías de segunda mano de la ciudad. Sin embargo, incluso sin la bendición inicial del rey de Hay, el Hay Festival fue un éxito.
Ahora es el evento literario más grande de su tipo en Reino Unido, y en su regreso en 2022, después de una pausa por covid-19, hubo unos 500 eventos organizados durante dos semanas, con 600 oradores y 200.000 boletos vendidos.
Booth falleció el 20 de agosto de 2019, pero el “reino de Hay” continúa. “Hay un linaje del rey”, señala Fforde. “En 2018, Richard Booth declaró a Ollie Cooke su sucesor. La ciudad todavía tiene una bandera y ha habido varios fines de semana de la Independencia, aunque por covid no hemos tenido uno desde 2019″.
El verdadero legado de Booth no es una bandera ni un reino, sino un pueblo próspero y amante de los libros. “Como me dijo una vez su hijastra Lucia, él fue uno de los últimos grandes excéntricos británicos”, señala Clark.
“Como amigo, sabía que Richard amaba a Hay y quería lo mejor para la ciudad. No porque fuera su reino, sino porque amaba a la comunidad. Hizo mucho por Hay y la sacó de la oscuridad”, cerró.
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