30 años después, el protagonista del “toe-job scandal” habla por primera vez y revela que fue convocado para asesorar al príncipe Andrés sobre cómo recuperar su imagen tras el Caso Epstein
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Fue, sin proponérselo, el protagonista de una imagen que avergüenza a la Corona británica. Hace 30 años fue retratado chupando el pie de Sarah Ferguson al borde de una pileta, en el sur de Francia. La duquesa de York, que todavía estaba formalmente casada con el Príncipe Andrés, aparecía con el torso descubierto. En topless. Sus hijas, las princesas Eugenia y Beatriz jugaban alrededor de la pareja.
Los tabloides, que habían roto definitivamente el pacto de “no agresión” que históricamente tenían con la Familia Real, se hicieron un picnic. El jueves 20 de agosto de 1992, Daily Mirror publicó las imágenes en tapa. La venta fue contundente: “EXCLUSIVO: Las fotografías que ellos no quieren que veas”. El título, todo en mayúsculas, rezaba: “LOS BESOS ROBADOS DE FERGIE”. La imagen principal, que cubría el ancho de la página, mostraba a Sarah Ferguson recostada en una reposera con su amante sobre ella. Un recuadro anticipaba: “La verdad sobre la duquesa y el millonario texano”. Y al pie de la portada el editor prometía “Más fotos sensacionales * Páginas 2, 3, 4, 5, 6, 12, 13, 20, 21″. Esa edición agotó.
El Daily Mirror pagó 8 millones de libras por la exclusiva en Gran Bretaña y se convirtió en “dueño” del tema. Sin embargo, los editores de The Sun no se quedaron con los brazos cruzados: escanearon las fotos de la revista ¡HOLA!, que había comprado los derechos para España, y las publicaron en su portada. Para atenuar el conflicto legal que tendrían con el Daily Mirror, inevitable, dejaron el logo de la revista española. “Hicimos una nota sobre el artículo de ¡HOLA!”, dirían luego en Tribunales. Eligieron un título que se grabaría para siempre en la memoria de los británicos: “Toe-job scandal” (que se traduce como “el escándalo de la chupada del dedo del pie”). Así se conoce, hasta el día de hoy, a este episodio.
Hace días, 30 años después del escándalo, el amante de Sarah Ferguson rompió el silencio. El norteamericano John Bryan (67), que nunca antes había concedido una entrevista, habló con el Mail On Sunday. Contó que estaba enfermo de cáncer y, con mucho humor, justificó su tardía aparición pública: “No quiero que se me recuerde para siempre como ‘el financiero de Texas que le chupaba los dedos del pie a Fergie’. Para empezar, quiero aclarar que soy de Nueva York”.
Acto seguido, relató cómo se generó la curiosa escena del ‘toe-job scandal’, que es recreada en la última temporada de The Crown. “Mi teléfono no paró de sonar, mis amigos me llamaban para decirme que estaba en televisión. De una manera extraña, es un honor estar en el programa... Pero la verdad es que todo se basa en mentiras”, aseguró.
Dijo que la secuencia fotografiada no tuvo ninguna connotación sexual, que fue parte de un juego en el que incluyó a las princesas Eugenia y Beatriz: “Ese día estábamos jugando a la Cenicienta y dije: ‘Vamos a besar los pies de mamá’. Era parte del juego. Lo hice el primero y luego una de las niñas, creo que Beatriz”. Cuando uno de los tres periodistas que participaron de la entrevista le recordó que la duquesa estaba sin corpiño, Bryan no perdió la sonrisa: “Sí, Sarah estaba haciendo topless… Pero, por el amor de Dios, ¡estábamos en el sur de Francia! Fue algo completamente inocente, un hermoso momento familiar lleno de amor”, justificó.
Además, dio algunos detalles de su relación con la duquesa. Contó que luego del escándalo siguieron juntos durante otros cuatro años y que el príncipe Andrés siempre estuvo al tanto de su noviazgo. “Nos caíamos bien mutuamente”, precisó. Al borde de la emoción, reveló que nunca pudo tener hijos y dijo que se siente, de alguna manera, “un padrastro” para las princesas Eugenia y Beatriz.
El plan KROY
Pero la revelación más sorprendente tiene que ver con su regreso a la Familia Real, en noviembre de 2019, cuando mantuvo dos reuniones secretas con los duques de York. Los dos encuentros se produjeron en la residencia de Royal Lodge, Windsor, en días consecutivos. El primero fue “a solas” con Sarah Ferguson, quien promovió el acercamiento, ya que pretendía que su examante asesorase a su exmarido, quien atravesaba graves problemas institucionales y financieros. El segundo fue con todos los York, incluidos Andrés, sus hijas y sus yernos, el 30 de noviembre.
El príncipe estaba devastado. Once días antes había concedido una entrevista a la BBC donde, a través de mentiras, pretendió tomar distancia del Caso Epstein. Allí se lo acusaba de tráfico y abuso sexual de menores. Frente a cámara, pese a las evidencias (fotos juntos y testimonios de enorme precisión), negó haber mantenido cualquier tipo de relación con la principal denunciante, Virginia Giuffre. Pero su coartada se derrumbó en segundos y se convirtió, definitivamente, en la vergüenza de la Familia Real.
John Bryan, según su propio relato, entró por un acceso secreto, a través de una propiedad vecina. Reconoció que estaba algo paranoico, temía ser fotografiado por un paparazzo, sabía el revuelo que esa imagen podía causar. El príncipe lo recibió con afecto: “Me dio un apretón de manos y un abrazo. Siempre nos llevamos bien. Cuando estaba con Sarah, Andrés sabía que yo era bueno con sus chicas. Fui como un outsider en el interior de la familia, una posición que me siento tan privilegiado de haber disfrutado”, describió.
Además de Andrés y Sarah Ferguson, en la reunión estuvieron presentes las princesas Eugenia y Beatriz con sus actuales maridos, Edoardo Mapelli y Jack Brooksbank. Bryan recordó que Beatriz estaba “consternada”, “enormemente angustiada”, muy disgustada con su padre. Le reprochaba a Andrés “el gran daño que había hecho a la familia”.
Bryan relató al detalle el acercamiento. En sus palabras: “La entrevista televisiva de Andrew había sido una catástrofe, por lo que necesitaban un plan estratégico honesto que todos pudieran aceptar (…) Sarah y yo nos comunicábamos mucho, yo decía: ‘Espero que estés bien’, las cosas normales que le dices a un ex. Pero un día me pidió ayuda. Estaba desesperada. Me dijo que Andrew estaba muy mal, muy angustiado. En realidad, estaban todos angustiados. Ella se acercó a mí porque eso es lo que hago: reconstruyo negocios fallidos, reconstruyo personas, reconstruyo familias”, contó.
Después de una breve recepción, donde le demostró afecto sincero, Andrés dejó aflorar sus sentimientos. Según Bryan, estaba “muy molesto” y “parecía cansado y abatido”. Lleno de frustración. Repetía, a los gritos, “ya no me importa nada”. Y se lamentaba: “Me están tratando injustamente”. Su primer consejo para el Príncipe fue controlar la ira: “Podés pensar que te trataron injustamente, pero nunca jamás tenés que decir frente a terceros que ya no te importa”, sugirió.
El examante de Sarah describió que había una fila de consejeros y relacionistas públicos esperando su turno para entrevistarse con Andrés. Cada uno propondría una solución a los problemas del duque de York.
A John Bryan, que viajó especialmente desde Nueva York para el encuentro, le reservaron un momento de privilegio: el almuerzo. “Me senté con toda la familia y les dije: ‘Están en medio de una catástrofe que puede volverse un millón de veces peor’. Les propuse hacer un plan estratégico para dar vuelta la Casa de York. Andrew estaba tan angustiado que no pudo concentrarse durante más de 40 minutos en nuestra conversación. Me quedé impresionado por el dolor que demostró...”, recordó en Mail On Sunday.
El financista se comprometió a ayudar a la familia. Dijo que iba a diseñar una estrategia “a largo plazo”. Como propuso “dar vuelta la Casa de York”, a su plan lo bautizó “Casa de Kroy” (dando la vuelta a la palabra “York”, claro). El centro de la estrategia era cambiar la actitud de Andrés: debía mostrar simpatía por las víctimas de Jeffrey Epstein y, al mismo tiempo, demostrar que entendía la magnitud de los horribles crímenes cometidos por su ex amigo pedófilo.
Al día siguiente de su encuentro secreto, cuando estaba por abordar su vuelo de regreso a los Estados Unidos, John Bryan supo que los York habían desestimado su propuesta. Se lo comunicó Sarah Ferguson personalmente.
Sin embargo, al final de la entrevista, el examante de Sarah dijo que está convencido de la inocencia del duque. Y concluyó que todo se trataba de “un complot” encabezado por Epstein “para chantajear a la reina Isabel II”.
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