En los últimos dos años, Ricardo Frías (81) logró publicar 90 cartas en diferentes diarios. “Creo que aporto algo”, dice
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Lo considera su mayor adicción. Cada mañana, y también un rato por la tarde, Ricardo Frías, de 81, se sienta en su escritorio, en su departamento de Recoleta, prende su laptop y empieza a escribir. Escribe unos 1000 caracteres, a veces un poco más, y otras un poco menos. Luego los lee, los edita y los relee. “Soy muy exigente -confiesa-. No me gusta enviar mis textos con algún error de ortografía o de redacción”.
Frías es lo que podría denominarse un escritor serial de cartas de lectores. Redacta una o dos por día, y en los últimos dos años, ha logrado publicar casi 90, algunas en LA NACIÓN y también en otros matutinos, coronándose así como una de las firmas más publicadas en varios medios.
El empresario frutícola retirado practica el hobby de “cartista”, como él lo llama, desde hace medio siglo. Empezó a los 30, aunque en ese entonces lo hacía con menos regularidad. Todavía recuerda con la emoción intacta la mañana de 1985 en que iba manejando por la autopista al mercado central y escuchó al periodista Bernardo Neustadt leyendo su última carta de lectores. “Se llamaba ‘La patria verdulera’, estaba relacionada con el mercado central. Fue mi mayor satisfacción”, rememora desde la oficina que montó en su casa, decorada con fotografías y una gran biblioteca de madera con libros antiguos. En esos estantes, todavía guarda el recorte de la carta que leyó Neustadt, así como también todas las demás. En los últimos 50 años, son cuatro las carpetas que logró llenar con pequeños retazos verticales de papel prensa.
“Al principio las escribía en máquina y las llevaba al correo. Si eran importantes, las llevaba personalmente al diario. Después, empezó a ser por fax, y después por mail. Fueron muchos cambios, pero siempre me adapté y seguí”, cuenta el octogenario.
Por sus cartas, ha recibido a lo largo de los años muchos comentarios positivos, así como también amenazas y críticas. En julio del 85, Frías escribió una carta titulada “Desinteligencia”, donde desaprobaba las declaraciones del ex secretario de Inteligencia del Estado y ex secretario de Asuntos Especiales del gobierno de Alfonsín, el doctor Roberto Pena. El día de su publicación, recibió un llamado telefónico a su casa: “Creo que me llamaron desde la SIDE. Querían intimidarme. Me decían que me retractara, que escribiera otra carta rectificándome. Yo no lo iba a hacer”, recuerda. El año pasado, empezó a recibir provocaciones vía mail. “Cada vez que me publicaban una carta, un tipo que ni conozco me escribía diciéndome que yo estaba diciendo cualquier cosa, me preguntaba quién me pagaba, si yo era un troll. Yo ni siquiera sabía lo que era un troll -cuenta, entre risas-. A mi amigo, El Vasco, también le escribía. Nunca le contestamos”.
“Cómo envidio a los periodistas”
Frías se define como un periodista frustrado. Cuando terminó la secundaria, tenía clara su vocación. Lleno de ilusiones, visitó en su oficina a Rafael Perrotta, entonces director de El Cronista Comercial, que conocía a su familia. “Él me disuadió totalmente. Me dijo que era una profesión muy dura, muy esclavizante, y que se ganaba muy poco. Entonces, empecé a estudiar Ciencias Económicas, pero no me recibí. Trabajé en la comercialización de azúcar. Después, en una empresa productora de paltas, en Tucumán, durante 25 años”, cuenta, al mismo tiempo que admite: “Cómo envidio a los periodistas. A mí me hubiese encantado”.
Desde hace dos años, Frías es parte de un grupo de escritores de cartas de lectores. Se reúnen una vez al mes en la clásica cafetería La Biela. “Somos cuatro, pero en cualquier momento vamos a incorporar a algunos más. No sé por qué escribir cartas de lectores es tan adictivo, pero la verdad es que somos varios los adictos”, confiesa, entre risas. Los cuatro miembros se juntan a hablar sobre política, economía, educación. “Hablamos sobre los temas que consideramos que más le interesan al país”, dice Frías
Uno de los miembros del grupo es su amigo de toda la vida Ricardo “El Vasco” Olaviaga, también octogenario. “Hace unos años que con El Vasco competimos a ver a quién le publican más cartas. Jugábamos juntos al rugby en el club Champagnat, y tenemos un grupo de WhatsApp de ex jugadores, con el que nos seguimos reuniendo una vez por mes. Por el chat enviamos nuestras cartas cuando salen publicadas y nos gastamos entre los dos. Vamos muy parejos, lo cual es un estímulo adicional para escribir”, cuenta.
Frías escribía cartas de vez en cuando, con poca regularidad, hasta agosto de 2020, cuando leyó en el diario la noticia de que el gobierno nacional había decidido bajar los fondos de la coparticipación de la Ciudad. “Me indigné y retomé la escritura con una carta titulada ‘Robin Hood’, que fue seleccionada como la carta de la semana. A partir de ese momento empecé a escribir muchísimo y a competir con el Vasco”, recuerda.
Frías destaca la importancia de mantenerse activo para combatir el paso de los años. Como principal actividad, tiene un local de venta de pinturas impresionistas dentro de una galería de San Telmo. “Compro obras, las mano a restaurar y a limpiar, les pongo un buen marco y las vendo. Me encanta. Pero mi mayor satisfacción es escribir”, cuenta. Además de cartas de lectores, también ha escrito cuentos y una novela, pero nunca los publicó.
Hace unos años ganó un concurso de escritura e investigación histórica de la revista Todo es Historia, fundada por el historiador Felix Luna. “El concurso se llamaba ‘Crímenes y pasiones en Buenos Aires’. Hacía poco había descubierto que un hermano de mi bisabuela había sido asesinado por su mujer. Mi padre nunca me lo había contado. Se ve que era un tema de esos que no se hablan. Entonces, decidí hacer toda una investigación sobre el tema. Conseguí los diarios de la época, las revistas. La noticia había sido sensación en Buenos Aires, uno de los acontecimientos más importantes del año. Ella estuvo 30 años presa. Dos de los sicarios fueron fusilados. Fueron los últimos dos fusilamientos por crímenes comunes que hubo en la penitenciaría de Buenos Aires. Hice un trabajo muy serio. Fue interesante. Pero ahora estoy más divertido con las cartas de lectores”, cuenta.
La familia de Frías no presta atención a su hobby. Está casado hace 55 años, tiene cuatro hijos y ocho nietos. “Curiosamente, mi mujer no le da ninguna importancia a las cartas, a veces ni las lee. Mis hijos tampoco. Pero eso no me desalienta para nada. Tengo amigos a los que sí les gusta que les envíe mis publicaciones. Entonces, cuando veo que sale alguna, la busco por internet, copio el link y se las mando por WhatsApp. A veces me encuentro con conocidos que me dicen ‘siempre leo tus cartas”, dice.
Además de ser un adicto de la escritura, Frías también se reconoce como un lector obsesivo del diario. Todas las mañanas, dedica una hora y media a leer la versión impresa de LA NACION. Lo hace desde los 14 años, cuando empezó de a poco a forjar el íntimo vínculo que hoy mantiene con este matutino. “Antes, cuando trabajaba, le dedicaba menos tiempo. Pero ahora, que tengo más tiempo libre, lo leo entero”, dice.
Frías considera que escribir cartas de lectores es su manera de “aportar algo a la sociedad”. “Los que integramos este minúsculo grupito consideramos que lo que hacemos es aportar un granito de arena que puede beneficiar a la comunidad. Con una de estas logré algo importante en 2019: que reubicaran a los manteros de San Telmo, que no nos dejaban trabajar. No sé si fueron solo mis cartas, pero creo que contribuyeron”, cuenta, con orgullo.
Casi todas las cartas de Frías tienen a la indignación como punto de partida. “En el último tiempo, me siento más indignado que nunca. Precisamente, porque veo lo que está generando el populismo. La gente cree que este Gobierno se equivoca mucho, pero en realidad la pobreza es uno de sus objetivos. Creo que muchas de las medidas que toma el Gobierno responden a un plan perfectamente preestablecido, que sigue directivas del populismo latinoamericano. Entonces, es al revés: el Gobierno lo está haciendo todo muy bien, porque cada vez hay más pobres, cada vez el país se hunde más”, sintetiza.
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