El documental se renueva y gana espectadores
Mientras dos títulos de Netflix están nominados al Oscar, se acaba de estrenar López, dirigida por Ulises Rosell, en la plataforma Cine.Ar
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Quién se haya juntado a ver la ceremonia de entrega de los Oscars en grupo puede dar fe: la categoría de Mejor Largometraje Documental siempre resultaba una incógnita a la hora de armar los prodes. Frente al desconocimiento total, en la mayoría de los casos, se terminaba eligiendo al azar o por el nombre que resultaba más atractivo... hasta hoy. Claramente, 2021 nos recibe con un panorama distinto. Entre los nominados que competirán mañana por la estatuilla dorada, por ejemplo, hay dos documentales producidos por Netflix que gran parte del público podrá reconocer fácilmente: El agente topo, de la directora chilena Maite Alberdi y Mi maestro el pulpo, de James Reed y Pippa Ehrlich.
Si por un lado hay desde hace un par de años una fuerte apuesta por el género de parte de las plataformas de streaming como Amazon Prime Video, HBO o Netflix, durante 2020 las miniseries en formato documental como El último baile, Rey Tigre o Carmel se convirtieron en éxitos masivos que mantuvieron a los espectadores en vilo, siempre pendientes del próximo episodio y tuiteando sobre el mismo tema durante semanas.
Contra todo pronóstico, sin embargo, la clave de este reposicionamiento no proviene de cambios estructurales en el género sino de la utilización de las mismas técnicas, pero orientadas a un público más amplio. O sea: personajes y temáticas de más alto perfil, hallazgos de información caliente o testimonios inéditos que cambian totalmente lo que conocíamos sobre ciertos temas. Y, sobre todo, una estructura narrativa que ya no intenta pasar desapercibida para simular un contacto directo con la realidad sino que muestra descaradamente sus hilos, de igual forma que los productos de ficción.
Es justamente en esa mixtura donde se percibe la función estratégica que pasaron a ocupar los documentales en el universo audiovisual. Frente al desdibujamiento de los tradicionales canales de tele por el crecimiento del streaming, los documentales decidieron hacerse cargo de la representación de la realidad pero manteniendo las formas que resultaron efectivas para sus otros compañeros de plataforma. “Creo que el cambio más notable que surge con las plataformas de streaming es la aceptación del documental como una expresión más del cine, la popularización del género”, afirma Ulises Rosell, director del mítico documental Bonanza. “Dejó de ser la puerta trasera y hoy cualquier espectador medio le dedica atención. Aunque el precio ha sido someterlo a las mismas restricciones y formateos que se le imponen a los relatos de ficción.”
Por estos días, Rosell se encuentra presentando su nueva película, López, un retrato íntimo del fotógrafo y director de cine Marcos López que tuvo su estreno en cines el 25 de marzo y que ahora se encuentra disponible en la plataforma Cine.ar Play. Al igual que lo que sucedía en Bonanza, su cámara acompaña el día a día de sus personajes intentando entrometerse lo menos posible para que se expresen con comodidad. Por medio de esta “distancia justa”, Rosell vuelve posible presenciar tanto la vida cotidiana de Marcos López como su forma particular de mirar el mundo, de retratarlo y de ser retratado: “Aunque con López es la primera vez que hago un documental sobre alguien con una trayectoria previa que facilita la comunicación, claramente la película encontró un público más receptivo. Mucha gente también me agradeció que la película respirara una libertad, una profundidad temática que no encontraban en el cine documental que miran habitualmente.”
Esta receptividad hacia el género permite, también, que surjan propuestas innovadoras como El universo de Clarita, de Tomás Lipgot, que, corriéndose del perfil tradicional de las películas educativas para niños, propone un formato de documental desde el punto de vista infantil. En este caso, la protagonista es Clara Micheletti, una nena fascinada por la astronomía que se embarca con sus padres en una viaje a lo largo de todo el país para saciar su sed de conocimiento. La película tuvo su estreno en el último Baficito pero, sobre todo, circuló bastante en forma virtual: “Me parece interesante lo que pasó durante la pandemia, que llevó todo al online. Porque a los documentales hechos para cine les cuenta mucho llevar al público y son pocas las personas que compran una entrada para ver un documental. Entonces, este nuevo escenario trae la posibilidad de un camino mixto, entre lo presencial y lo virtual, una combinación que está buena, sobre todo para los documentales, a los que en general les cuesta encontrar su público”, concluye Lipgot.