EL DIFICIL OFICIO DE LOS PUNTEROS
Otros se llevan los frutos de lo que ellos siembran.Y se llevan las cámaras, los micrófonos y las notas en las revistas. Queremos ser la excepción, con este humilde homenaje a estos adalides del folklore político argentino
Alfonsín, Menem, Duhalde, Fernández Meijide, De la Rúa. Son muy conocidos porque juegan en la primera división de la política. Pero nadie conoce a los que juegan en las divisiones inferiores. Son la reserva democrática del país. Valdettaro, Saavedra, Costilla, Mastaglio. Son cuatro punteros barriales, dos radicales y dos peronistas, que ejercen un oficio que no es de los más prestigiosos. Pero ellos se mantienen inmunes a los embates de la corrupción y el peculado. Conózcalos, pues son cuatro titanes éticos que trabajan para usted. Un puntero es alguien que milita en una organización política y desarrolla su tarea en un local partidario barrial. Esa persona, como consecuencia de su actividad en el barrio -medicamentos para tal, un semáforo en esa esquina peligrosa, una gestión para resolver un problema con el municipio-, consigue afiliados y votos para las elecciones internas.
No parecen grandes oradores y tampoco les sobra carisma. Algunos ni siquiera contemplan la posibilidad de llegar a ser diputado, senador o presidente de la Nación. Otros se han soñado con la banda en el pecho. Jorge Saavedra, radical, trabaja en los barrios de Boedo y Caballito, en el Ateneo Crisólogo Larralde. Tiene 46 años y milita desde los 17.
-¿Te ves como presidente de la Nación?
-Nunca lo pensé. Tenés que tener estudio, capacidad mental y técnica... Yo sé que no puedo ser presidente.
-¿Cuál es tu techo político?
-Nunca lo pensé. Si viene alguna posibilidad, la estudiaré.
-¿Pero te ves como diputado?
-Nunca lo pensé. Pero puede ser. Como diputado, sí.
Los punteros manejan afiliaciones que en una elección interna se pueden traducir, o no, en votos para los referentes a los que responden. Saavedra busca algún papel sobre la mesa. La entrevista es en la casa de su madre.
Leticia Valdettaro: "La mayoría de las unidades básicas abre dos meses antes de la internas. Nosotros, en la Monseñor Angelelli, de Villa Lugano, estamos trabajando todo el año por la gente"
-Acá está -dice, y mira con atención un papel-. Yo tengo 146 afiliaciones.
No está mal. A la justicialista Leticia Valdettaro, Â de la Unidad Básica Monseñor Angelelli, de Villa Lugano, no le gusta hablar de números. Finalmente, precisa que su local tiene unas 300 afiliaciones, de las cuales ella aportó unas 50. Explica, sin embargo, que no se manejan de la misma manera que los demás locales.
-La mayoría -asegura- abre dos meses antes de las internas, mientras que nosotros trabajamos todo el año por la gente.
Trabajar por la gente significa conseguirle lo que le soliciten. Pueden ser remedios, guardapolvos, la realización de alguna pequeña obra pública o un trabajo. Lo que más se pide es trabajo, según coinciden.
Los requerimientos pueden venir de un afiliado o no. "Le damos una mano al que venga con un problema", dice Juan Costilla, radical.
-¿Y si el que se lo pide es un menemista confeso?
-Lo tratamos mejor todavía. Capaz que se viene con nosotros -dice Costilla, que trabaja en Villa Fiorito.
Costilla, de 53 años, da la entrevista en un local partidario de Lomas de Zamora. Junto a él hay dos hombres mayores, con ropas no precisamente lujosas. Y también una abogada que atiende gratis en el comité de Fiorito. Están por tener una reunión en la que participará, entre otros, el ex diputado nacional Pascual Cappelleri.
-Yo estoy casado y tengo tres hijos -dice Costilla-. Y trabajo de pintor. Cuando salgo del trabajo de pintor me dedico al trabajo con la gente. He descuidado más de una vez mi trabajo de pintor: si tengo un acto partidario y estoy en plena tarea, dejo eso y me voy al acto. Mi esposa ya se acostumbró. Ahora mismo ella está enferma, la pobre. Y yo vine para acá. Cumplo con mi partido. He sacrificado muchas cosas.
Todos han sacrificado muchas cosas. Lo dicen sin quejarse. La gente, el pueblo, merece sus sacrificios. "Lamentablemente -dice Saavedra, que es mecánico dental-, en política todo es a la noche o a la madrugada." "He dejado de estar con mi familia y con mis amigos -dice Osvaldo Mastaglio, de 33 años, peronista de Banfield- por hacer algo por la gente." Mastaglio, que vive de su trabajo en un registro automotor de Lanús, lanza propuestas concretas: "Tenemos que ser más humanos; en este país tenemos que volver a festejar los carnavales", afirma con brío. Mastaglio no especifica si lo de festejar los carnavales es un proyecto de ley que impulsará o si es una mera expresión de deseos. En todo caso, aún no es un dirigente de peso. En el local del Frente Barrial de Banfield, que apoya la fórmula Duhalde presidente-Toledo gobernador, tienen 1050 adherentes. No queda bien en claro qué son los adherentes, pero no importa mucho. No recuerda la cantidad de afiliados.
Juan Costilla: En su radio de operaciones en Villa Fiorito, afirma. "Aquí le damos una mano a todo el que venga con un problema". ¿Y si es menemista confeso? "Con más razón todavía lo ayudamos..."
-¿Cuál es tu función concreta?
-Mi función es hacer un poquito de todo y aportar lo que uno puede. Estar para los compañeros que piden ayuda. Trabajar con la gente.
Quizá Mastaglio no sea muy preciso, pero es vehemente. Por ejemplo, cuando postula: "El pueblo nunca se equivoca". O cuando afirma, tras un sesudo análisis político: "Duhalde es el candidato natural". O cuando señala: "Admiro la transformación que hicimos con el compañero Menem".
Hay que decirlo de una buena vez: la palabra puntero suena un poco peyorativa. Algunos aceptan esa calificación sin más trámite, pero en el comité radical de Lomas de Zamora no quieren ni escucharla. Dan unas vueltas terribles antes de autorizar la entrevista con un puntero. Al fin, permiten que Costilla sea reporteado. Por ahí anda Pascual Cappelleri, referente político de Costilla. Interrumpe la conversación para explicar.
-Hay que tener en cuenta -dice Cappelleri- que la palabra puntero viene del yrigoyenismo, y alude al dirigente que hace punta en la penetración en los barrios. Tradicionalmente ha sido la punta de lanza del partido. Costilla, por caso, hace punta en una zona muy marginada para que luego vaya yo. Lo que ocurre es que el concepto de puntero se desnaturalizó y se usó para referirse a aquel que junta fichas de afiliación.
Sea como sea, el desprestigio de la palabra puntero es un hecho. Por suerte, los cuatro operadores políticos entrevistados por la Revista resultan un monumento a la ética. Ocupan el primer puesto de la tan mentada escala moral. Ninguno ha transado nunca ni ha cometido el más mínimo acto de corrupción, y menos que menos sus referentes. Pero casi todos han visto casos de personas que, tras algunos años de política barrial, han sido beneficiados por la esquiva diosa Fortuna.
-¿Conocés casos de dirigentes de familia humilde que se llenaron de plata con la política barrial?
-Sí -dice la peronista Valdettaro-. Algunos ya ni viven acá, pero vienen para decir que trabajan por el barrio. Y algunos que se han quedado tienen superchalets y varios autos.
-¿Has conocido verdaderos ladronazos?
-Sí -afirma el radical Saavedra-. Más que nada en el nivel barrial. Saltan de un barrio a otro, de un comité a otro. No recuerdo que ninguno de ellos haya llegado alto, pero de repente ves que De la Rúa está hablando en la inauguración de algo y el tipo aparece detrás de él. No sabés qué hacen. Son caraduras.
-¿Conoce casos de operadores barriales corruptos?
-Hoy vemos mucho de eso -dice el radical Costilla-. No llama la atención. En Fiorito hay varios que han sido humildes y hoy son dueños de dos o tres casas, de coches. Manejan el pequeño poder que hay en un barrio. Son punteros de la unidad básica.
-¿Sabés de gente que se haya enriquecido haciendo política barrial?
-La verdad es que en eso no me meto -dice el peronista Mastaglio-. No sé. El militante de esta unidad es un tipo puro que no se llena de plata.
Jorge Saavedra: "Los punteros, igual que los líderes más conocidos, sacrifican muchas cosas, entre ellas el tiempo para la familia. "Es que en política todo pasa a la noche y a la madrugada"
Hay personas que han hecho buen dinero con la política barrial. Ocurre que, en una elección interna, un puntero que maneja cinco mil votos puede ser decisivo. Alfonsín, por caso, logró ser presidente porque antes le ganó a De la Rúa en la interna, gracias, en parte, a los votos que manejaban los punteros.
Un puntero siempre tiene un referente. El referente le da apoyo político y económico y el puntero le da votos. El de Valdettaro es el legislador porteño César Torres, que, a su vez, responde a Miguel Angel Toma. En su local de 300 votos han recibido a Toma. "Cada tanto viene y hacemos reuniones. Es muy ameno, muy sensible y sencillo", asegura Valdettaro.
-El los tiene que cuidar a ustedes. Son 300 votos.
-Claro. Porque si no nos cuida, nos cuidará otro referente -dice con picardía-. Nosotros tenemos que trabajar para que nuestro referente tenga ganas de cuidarnos.
Como se ve, adherir a tal o cual referente no responde demasiado a convicciones ideológicas. "Dentro de un partido te tenés que bancar cosas que no te agradan o seguir a personas que mucho no te gustan", explica Saavedra, cuyo referente es el ex concejal Roberto Maratea.
Los punteros son personas de acción. A diferencia de lo que ocurre con los que sí llegan a posiciones importantes dentro de la política, ellos no tienen títulos universitarios. No son abogados, condición que parece casi imprescindible, ni economistas ni kinesiólogos. No tienen, quizá, todas las virtudes necesarias para llegar. Algunos han arañado alguno que otro cargo menor. Saavedra trabajó en el Concejo Deliberante y fue, durante cuatro años, consejero vecinal -"Tenía un buen sueldo, pero sin obra social y sin aportes", casi se queja. Nuevamente, Valdettaro es muy gráfica:
-Mi primer objetivo fue trabajar por la gente; después, la política me atrapó. Me interesó hacer carrera. Mi primer cargo fue en 1993: congresal del justicialismo por el sector femenino. Y en esta última interna fui congresal metropolitana.
Costilla está muy orgulloso de su puesto como convencional provincial del partido. Mastaglio nunca tuvo cargos. "No me lo propusieron", explica. Dice que dependerá del pueblo si llega a ser dirigente o no. Cuando menciona al pueblo tiene como una mirada de firmeza, como de hombre con altos destinos; mirada de protocaudillo.
En la política hay tentaciones. Valdettaro acepta que ha tenido ofrecimientos. "Por ejemplo: un dirigente te dice que vayas con él y te da tanto. Por ahí en lo económico sirve, pero el proyecto político no. De esas tentaciones hay a diario y más cuando se acercan las internas. Yo creo que no voy a ser del bando comercial; voy a intentarlo, al menos", sostiene la puntera peronista.
No han transado ni transarán. Son las impolutas inferiores de la alta política. Son los chicos de Pekerman de la función pública. "Amo a mi país y amo a la gente de mi país", dice Mastaglio con énfasis.
-Tu objetivo supremo, Saavedra, ¿es que la gente esté mejor?
-Bueno -dice Saavedra, poniendo las cosas en su lugar-, uno se beneficia, la gente a uno lo beneficia, pero a su vez la gente se beneficia con un montón de cosas.
Son pequeños líderes barriales y sus miradas están puestas en los grandes hombres, en aquellos que han marcado caminos. ¿Cuál es, Mastaglio, el líder político que usted admira; cuál es su estadista modelo? Mastaglio puede elegir a Kennedy, o a Churchill, o al mismísimo Perón, o a Gorbachov, o a Cámpora inclusive, pero dice:
-Hugo David Toledo.
-¿Qué te ha subyugado de Toledo?
-Que es un militante. No podemos negarlo. Ha andado por el barro, con las botas puestas, viendo las necesidades de la gente, y también se ha reunido con los grandes embajadores del mundo para concretar las mejores cosas en beneficio de la gente de la provincia de Buenos Aires y de la Argentina. Yo trabajo junto a Toledo, un hombre tan político y tan sano, y he podido ver la fuerza que ha puesto. Y llegó a ser concejal. Eso te da ánimo.
Este líder de Banfield se tutea con Duhalde. "Le digo: ¿Cómo estás, Eduardo? Nada de che, Cabezón, comete un choripán o algo por el estilo. Con él no tengo un trato como si fuera mi hermano", detalla Mastaglio.
Para estos verdaderos animales políticos, los encuentros con los capos son reconfortantes. Saavedra, por caso, fue hace tres años a la casa de Alfonsín a charlar con él. Lo define como un tipo muy sencillo que no parece que hubiera sido presidente. "Una persona común, macanuda", califica. El otro radical, Costilla, habló en varias ocasiones con Alfonsín, con Melchor Posse y con Horacio Massaccessi. "Para mí -apunta-, charlar con un líder del partido es una gran emoción. Es como el cura que abraza al Papa."
La tarea política, aunque extenuante, da satisfacciones. Los dos radicales dicen que uno de los momentos más importantes de sus vidas fue la victoria de Alfonsín en 1983. Y hay otros hechos gratificantes: los días de elecciones. Los disfrutan a lo loco.
-Es lo más lindo que hay -afirma Saavedra-. Me encantaría que todos los domingos hubiese elecciones.
-El día de elecciones es de diversión y de disfrute -dice Valdettaro-. Ojalá hubiese elecciones todos los domingos. El recuento de votos es lo más lindo -se emociona-. Es la culminación.
Saavedra, Costilla, Valdettaro, Mastaglio. Memorice los apellidos de estos políticos brillantes e incorruptibles. Quién le dice que en un futuro no sean ellos los que rijan los destinos de esta bendita Argentina.
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