El día que un joven aterró al mundo creando su propio reactor nuclear
David Hahn, con tan solo 17 años, ideó un plan astuto para conseguir materiales radiactivos
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Usualmente se dice que la juventud es la etapa ideal para que una persona deje ‘volar’ toda su creatividad. Sin embargo, no se espera que las ideas y la curiosidad por explorar cosas nuevas pongan en riesgo la vida de toda una comunidad.
Este fue el caso de David Hahn, quien, en su juventud, era un fiel apasionado de la ciencia y los experimentos, en su casa ubicada en Michigan (EE.UU.). Tanto así, que en los años 90 se propuso construir su propio reactor reproductor, un tipo de reactor nuclear que se distingue por generar más combustible del que consume.
“Imagina que tienes un automóvil y comienzas un viaje largo. Cuando empiezas, tienes medio tanque de gasolina. Cuando regresa a casa, en lugar de estar casi vacío, su tanque de gasolina está lleno. Un reactor reproductor es como este coche mágico. Un reactor reproductor no solo genera electricidad, sino que también produce nuevo combustible”, explicó Hahn al escritor Ken Silverstein, quien escribió un libro contando su historia.
Según The Radioactive Boy Scout, el escrito de Silverstein, la infancia de Hahn fue muy convencional hasta que alguien le regaló ‘El libro dorado de experimentos químicos’, el cual despertó en él un gusto por la química.
Aunque sus padres en un principio se alegraron de su particular interés por la ciencia, se empezaron a preocupar cuando el joven comenzó a provocar derrames y explosiones de productos químicos, llegando a quedar casi inconsciente en una ocasión. Sin embargo, no se esperaban que su hijo llegara a irradiar al barrio en donde vivía.
¿Cómo construyó el reactor nuclear?
Según el libro inspirado en su historia, en 1994, Hahn, de 17 años, decidió hacer su propio reactor, inspirado por los pioneros nucleares de finales del siglo XIX y principios del siglo XX: Antoine Henri Becquerel, Fredic e Irene Joliot-Curie, Enrico Fermi, entre otros. Sin embargo, el joven químico, a diferencia de los científicos que tenía como referencia, no tenía apoyo financiero. Solamente contaba con su jardín, que se volvió su laboratorio.
Por esta razón, ideó un plan astuto para obtener los materiales radiactivos que necesitaba, inventando historias y conectándose con equipos del gobierno estadounidense. Además, compró un kit de contador Geiger, instrumento que permite medir la radiactividad de un objeto.
Para llevar a cabo su idea, Hahn recogió detectores de humo domésticos y extrajo americio-24, un isótopo radiactivo. Pero este no era capaz de producir suficientes neutrones, por lo que obtuvo radio de un frasco de pintura que encontró en un reloj de una tienda de antigüedades.
Poco a poco su experimento comenzó a poner en peligro a su barrio, pues el joven cuenta que el contador Geiger comenzó a captar radiación en las cuadras cercanas de la casa.
”El nivel de radiación después de algunas semanas fue mucho mayor que en el momento del montaje. Sé que transformé algunos materiales radiactivos. Aunque no hubo una pila crítica, sé que algunas de las reacciones que ocurren en un reactor reproductor se desarrollaron hasta un punto mínimo”, contó.
Por consiguiente, Hahn empezó a desmontar su pequeño reactor y guardó la mayor parte de su equipo en su vehículo, el cual fue clave para que las autoridades descubrieran los planes del joven.
El día que descubrieron el reactor
El 31 de agosto de 1994, la Policía detuvo un momento a Hahn y decidió registrar su carro. Al abrir el baúl, los agentes descubrieron, entre otras cosas, una caja de herramientas que Hahn dijo que era radiactiva.
Al principio se creyó que se trataba de una bomba atómica, pero luego descubrieron que en realidad eran materiales radiactivos “que no se encuentran en la naturaleza, al menos no en Michigan”, aseguraron las autoridades en el libro mencionado.
Poco tiempo después fueron hasta su jardín, en donde encontraron “cajas de leche y otros materiales esparcidos, muchos de ellos contaminados con lo que informes oficiales posteriores llamarían ‘niveles excesivos’ de material radiactivo”.
La Agencia de Protección Ambiental estadounidense llevó a cabo una limpieza en la casa del joven por 60 mil dólares y determinó que el sitio “presentaba un peligro inminente y sustancial para la salud pública y para el medio ambiente”.
Finalmente, Hahn terminó en la Marina de los Estados Unidos, pero no tenía permitido acercarse a submarinos nucleares. Por el contrario, hacía tareas sencillas como asear la cubierta. Ars Technica, sitio web de noticias de tecnología, informó que Hahn murió el 27 de septiembre de 2016, a los 39 años.
La causa de su fallecimiento se desconoce.
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