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Es un milagro que estando como está hoy el mundo aun haya espacio para celebrar el día del amor romántico, ‘milagro’ no solo por la alarmante población de gente soltera (lo que empieza a cuestionar la vigencia de la fecha), sino por el costo de planear cualquier clase de festejo en este contexto inflacionario infernal.
Así es que será señal de sentimiento sincero si alguien decide romper el chanchito para invitarnos a comer, regalarnos bombones (el kilo de los buenos cuesta lo mismo que las expensas del edificio) o una docena de rosas, cuyo precio en septiembre de 2022 ya rondaba los 6000 pesos (y encima se marchitan). Hay que estar enamorados hasta las patas para afrontar semejante gasto un martes, por eso mismo es que cualquier gesto de esa naturaleza tendrá una connotación mucho más profunda que lo habitual. Deberemos sentirnos halagados, honrados, agradecidos.
Todo esto iba a que mientras la letra chica del chocolate expresa una invitación a la lujuria, desde hace siglos, en muchas culturas, la rosa es la flor elegida para blanquear emociones. Tanto es así que, cuenta la leyenda, al obsequiarlas estamos trasmitiendo un mensaje a la persona que las recibe, mensaje que puede estar encriptado en el color y en la cantidad que hay en el ramo. El número de tallos hablará de un aspecto en particular de la relación, así que atención a la hora de comprarlas porque, según los floricultores, el lenguaje de las rosas es bastante claro.
A saber:
Una rosa es la mejor opción para las relaciones que recién se están consolidando, ya que es una forma de manifestar el interés en seguir conociéndonos.
Dos rosas ilustran a la pareja y su proyección en el tiempo: cómo los caminos van paralelos en pos de un vínculo duradero.
Tres rosas son ideales si han habido desacuerdos y siguen remando, ya que tres son señal de que queremos seguir adelante.
Cuatro rosas, según los expertos, hablan de estabilidad, de sentimientos fuertes y, sobre todo, de compromiso, palabra sobrevalorada en estos días.
Cinco rosas demuestran la intención de pasar el resto de la vida juntos...
Seis rosas son sinónimo de pasión, deseo y lujuria (o solo sexo, léase).
Ocho rosas ilustran gratitud y felicidad, factores indispensables para que cualquier relación sobreviva.
Diez rosas demuestran admiración hacia la persona elegida, además de devoción física, mental y espiritual. En otras palabras, estamos entregados.
Doce rosas son el número perfecto para obsequiar el Día de los Enamorados o San Valentín, pues transmiten amor y pasión, componentes a veces idealizados en un vínculo… (pero ese es otro tema).
Veinticinco rosas se regalan después de mucho tiempo juntos, e indican que la llama sigue viva…
Cuarenta rosas son expresión del amor puro y fuerte, que no decae antes las dificultades.
Cincuenta rosas se regalan, por lo general, en fechas clave, como un aniversario de casados o novios.
Cien rosas. Muchas más eran las que le mandaba el Corcho Rodríguez a Susana Giménez cuando fueron pareja. Le decían el hombre de las rosas amarillas. Regalar cien es una forma de decirle a alguien que “no hay nadie en el mundo más importante”, pero eso sí: siempre deberán ser rojas para que ese mensaje se entienda. Las que recibía la diva eran amarillas.... el color de la amistad. Y ni eso quedó entre ellos.