El deseo y la gloria
Mario Testino recupera su raíz peruana y habla desde Lima de su muestra en el Malba; de sus amigas Lady Di, Kate Moss y Anna Wintour, y cuenta por qué sus fotos son la patente del glamour
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LIMA, Perú.– Ni frío ni calor. Una mañana húmeda y gris en Barranco, antiguo lugar de veraneo de los limeños ricos devenido un barrio bohemio, de artistas, coleccionistas y galeristas de alto vuelo, como la influyente Lucía de la Puente. En una casa solariega acondicionada según los últimos estándares museológicos está MATE, el espacio creado por Mario Testino para celebrar a su ciudad natal; una manera de volver a casa y de exhibir su colección personal junto con las fotos que lo han hecho famoso.
Obras de Douglas Gordon, Thomas Ruff, Cindy Sherman, Sarah Lucas, Vic Muniz, Ernesto Neto y Julian Schnabel, más la imbatible selección de sus fotos icónicas: Madonna con cara de ángel; Jennifer Lopez guiando una jauría de perros; Kate Moss en el baño, y Gisele Bündchen mostrando metros de pierna al bajar de una limo...
Si no fuera el fotógrafo de moda que hizo del glamour su marca registrada, podría decirse de Testino que es un charmeur ; un conversador de múltiples encantos.
Con un gesto apenas teatral, vestido de azul marino y con alpargatas negras de lona, cruza la puerta de hierro y un halo inconfundible de Terre, el aroma fetiche de Hermès, invade la sala.
Es un edificio de la época republicana, mediados del siglo XIX, recuperado para el patrimonio peruano. No quedaba casi nada en pie y Mario lo ha reconstruido de cero: molduras, pisos, luces y paredes pintadas según la paleta propia de un hombre libre, que no conoce los límites o, en todo caso, está acostumbrado a cruzarlos.
Se fue de Lima hace 38 años porque algo en él no sintonizaba con una sociedad demasiado articulada y formal. No iba con sus pantalones rosa, la camisa floreada, las plataformas, el afro. Ahí empezó una historia coronada por el éxito en todos los frentes.
Semanas atrás fue condecorado por la reina Isabel II como Oficial del Imperio Británico, galardón que premia su aporte a la fotografía contemporánea y las maravillosas imágenes de la familia real. En Perú, Mario Testino es considerado un astro, alguien que puede cambiar la imagen de un país que crece a tasas chinas y que ha hecho de la gastronomía un deporte nacional.
SuperMario, como le dicen en las redacciones de Vogue, integra, con el premio Nobel Mario Vargas Llosa y el irresistible Gastón Acurio, baluarte de la cocina andina, el trío de embajadores universales del Perú actual. Los tres sienten pasión porque lo que hacen…, y se nota.
En la carrera al éxito, Mario Testino contó con varias socias: Diana de Gales, Madonna y Anna Wintour, Carine Roitfeld y Lucinda Chambers, espadas mayores de las ediciones americana, francesa e inglesa del Vogue. Pero, lo dirá una y otra vez a lo largo de la entrevista, su musa eterna será Kate Moss, una fuente de inspiración permanente capaz de cambiar en cada shot.
Las paredes rosa Dior, los muebles imperio, la mesa colonial, el piso en damero, los espejos dorados a la hoja, conforman un escenario que le hubiera gustado a Versace, sólo que Testino sabe calibrar la cuota. Se siente latinoamericano y esencialmente peruano, le encanta compartir detalles de diseño con una cofradía de albañiles limeños; almorzar en La Marina con su madre de 91 años y tararear bajito La Flor de la Canela , de Chabuca Granda. Un cruce de varios mundos.
¿Qué representa Buenos Aires para Mario Testino, inaugurar la temporada de arte en el Malba con In Your Face ?
Bueno, mira, para los peruanos Buenos Aires ha sido siempre un lugar sinónimo de elegancia, de glamour, con un siglo XX fascinante que va de la belle époque al fenómeno de Evita. El Perú tiene su pasado virreinal, pero es allá lejos y hace tiempo. Me enamoré de la Argentina y de Buenos Aires cuando trabajé en dos producciones para el Vogue francés y el Vogue americano, me hice de muchos amigos y quedé prendado…
¿Buenos Aires como un escenario?
Para decirlo casi con una frase cliché es nuestra París en Sudamérica . Me da ilusión, fíjate que fui a Buenos Aires a comprar muebles para mi casa de Lima porque se encuentran esas cosas tan bellas que compraron los argentinos de principios de siglo, cosas que no hay en ninguna otra ciudad latinoamericana.
También hay un idilio mutuo. Mario Testino tiene muchos fans en la Argentina, y lo he comprobado por la explosión en las redes sociales cuando anunciamos tu muestra en LA NACION
Mira, a los argentinos les gusta mucho la moda, la gente va muy bien vestida por la calle, con un estilo reconocible hasta por la forma de anudar un pañuelo, y existe una sintonía natural con mi trabajo porque yo me siento muy latinoamericano. Soy peruano, obvio, pero toco tierra en cualquier parte del continente y podría llorar de emoción, y, encima, abrir la estación del Malba con In Your Face , que es mi muestra antológica.
In Your Face , que está también en formato libro en la colosal edición de Taschen, ¿marca el ingreso de Testino en los museos?
No, debuté con Portraits , en la National Gallery de Londres, en 2002. Fue una exposición superexitosa, con tickets extras y horarios extendidos, la gente hacía cola y tuvo el récord de 170.000 visitantes. Pero en In Your Face es donde he tenido más libertad de expresión. Fue una propuesta a pedido del Fine Arts Museum de Boston para la sala Norman Foster y se convirtió en una alianza con un nuevo público: el norteamericano. Siempre comparo esa selección de fotografías con un huaico, como se llama en mi país a la correntada que baja de la montaña y arrastra todo lo que está a su paso rumbo al mar. Pasa mucho en Machu Picchu. A mí me pasó con mi trabajo, In Your Face es un huaico, donde se mezclan retratos icónicos con tomas provocativas y controvertidas, mis pasiones y tensiones en 122 fotografías.
¿Sos el curador de tus muestras?
Hasta ahora lo he hecho, pero no lo haré más. Me interesa ver cómo me ven los otros. Vengo de exponer en Shanghai y tengo muchísimos pedidos de Oriente para montar exposiciones. Es curioso, y debo admitirlo, me ha tocado vivir un momento en el que la moda entró en los museos por la puerta grande, antes había un recelo, porque tiene su lado comercial, y si yo hago tal o cual foto es para vender y se supone que el museo estaba para otras solemnidades; pero en los últimos años la fotografía de moda se convirtió en un fenómeno popular que pasa la barrera de lo comercial.
En ese sentido fue clave la presencia de Diana Vreeland, legendaria editora de Vogue, que llevó la moda al Met neoyorquino; pero también es otro el lugar de la fotografía en la escena de las artes visuales con firmas potentes como las de Cindy Sherman, Andreas Gursky o Candida Höfer, hoy es una categoría curatorial.
Creo que lo nuevo es la manera en que se cruzan los caminos expresivos. Comencé a comprar arte hace 20 años y al poco tiempo me di cuenta de que compraba la pintura de un artista basado en mi foto, o un dibujo inspirado en una imagen capturada por mí. Ha habido un matrimonio entre las artes y se han borrado los límites. Convivir con arte contemporáneo cambió mi punto de mira, pero también mirar la luz en las telas de Caravaggio. Parte de lo que muestro en MATE es mi colaboración con John Currin, Julian Schnabel y Vic Muniz; ahora la exhibición seguirá viaje a la Fundación Agnelli de Torino.
En el terreno de la moda lograste salir del cliché de la foto establecida al crear una manera nueva, un estilo imperfecto, accidental, contradictorio.
Traté de identificar quién era Mario Testino y traté de hacerlo como un latino. Antes quería hacerlo como un inglés, no quería ser latino porque me sentía inseguro, pero el día en que encontré la libertad dentro mío me dije: We are amazing. Why not?…
¿Cuándo sucedió?
A partir de mi encuentro con Carine Roitfeld, editora del Vogue francés, a fines de los 80. Trabajé diez años casi en exclusiva con ella y fuimos apasionadamente cómplices. Entonces yo hacía desnudos para practicar y desarrollar mi luz, eran desnudos masculinos, no tenía trabajo ni plata, no me preocupaban ni el peinado ni el maquillaje, porque tampoco podía pagarlos; mis sets eran muy naturales , y lo verán pronto porque será el tema de mi próximo libro, SIR, que saldrá a la calle a mediados de este año. Voy a mostrar por primera vez desnudos de hombres.
Toda una tendencia. La muestra del desnudo masculino en París fue prorrogada por pedido del público, he visto filas interminables frente al Museo d’Orsay.
Sí, aunque el desnudo de varón todavía provoca cierto recelo. Hice un desnudo completo a doble página para un special issue del Vogue alemán y nunca tuve tantos problemas. Yo pensaba: ¿Qué mejor para una revista femenina que un desnudo masculino?…
¿Y que pasó con Roitfeld?
A ella le encantaron esos desnudos y me preguntó por qué no fotografiaba así la moda para el Vogue. Al no tener que decorar a las modelos cambió la óptica. Las modelos no tienen que verse ni raras ni estáticas, porque la foto pierde fuerza; me parece que hay un deseo de embellecerse, pero, ¿enrarificarse con toda una parafernalia de producción? Me gusta mostrar a las chicas saliendo de una fiesta con el vestido que está cayendo y que en cualquier momento pueden quedar desnudas. Ese toque transgresor y real tiene mucho que ver con mi costado latino, con mis años en Brasil. En Río pasé muchos veranos entre los 15 y los 20 años.
Los cariocas tienen una singular relación con el cuerpo, una alegría de mostrarse, de exhibirse…
Sí, Perú me dio una libertad mental, pero no física. En lo técnico, la gran influencia ha sido el fotoperiodismo. El fotógrafo es como el cowboy que dispara o muere; las imágenes mágicas existen en un segundo, un segundo después ya no están. Quiero la instantánea y no pensar la foto como en un lienzo y un pincel.
¿Quiénes han sido las influencias decisivas en tu carrera? ¿Artistas, galeristas, editoras, Avedon, Newton…?
Tenemos una glorificación de los tres grandes, Richard Avedon, Irving Penn y Helmut Newton; yo agregaría a Martín Chambi con sus retratos que tanto me enseñaron, pero también a Cecil Beaton, Jacques Henri Lartigue, August Sander; a ellos debo el aprendizaje de otras culturas y modos de ver. Martín Chambi es el artista del Perú profundo, él me enseñó la honestidad de la imagen y esa es una deuda eterna. Y por supuesto, las editoras del Vogue francés, americano e inglés, Carine Roitfeld, Anna Wintour y Lucinda Chambers, mis aliadas en todo.
¿Cuál es la parte latina de tu estilo?
El punto de partida es mi amor por la gente. En América del Sur, la gente te trata bien, te atiende, te hace gozar, te tiene cariño, te sirve, te hace bailar, reír. En mi trabajo me gusta dar placer; quiero que quien se ve en mis fotos se vea como no se ha visto nunca.
Anna Wintour ha dicho: "Nadie puede verse más radiante, sexy, subversivo y luminoso que en una foto de Mario Testino".
Una gran amiga y brillante editora. Pero debo confesar que mi trabajo no está basado en un talento. Son cien cosas. La foto Mario Testino viene de la mezcla de esos elementos: una relación íntima y cercana con las personas que posan; la complicidad con el equipo que empuja y el talento para la negociación con quien me da el trabajo para que me deje hacer lo que quiero. Muchos fotógrafos tratan de hacer la foto de otros, yo no. Me siento un políglota estético.
Parece difícil Anna Wintour, al menos en la versión de Meryl Streep...
Ese lado difícil lo encuentro un don. Dice las cosas claras y nunca mira atrás, siempre adelante. Ella también es de Escorpio, como yo. Es precisa y sabe lo que quiere, cuándo y cómo lo quiere, por eso se mantiene al frente de esa revista fabulosa. Hace 25 años que trabajo con ella. Es mi jefa, pero ella tiene otro jefe y éste otro jefe, hay que tener respeto y humildad. Si me critican, no lo tomo como algo personal, sino constructivo, y nunca olvido que soy tan bueno como mis editoras y modelos.
¿Qué es Vogue America?
One million people . No hay que descuidar eso. Esa máquina mueve al mundo y hay que conocer el engranaje, saber adaptarme ha sido mi mejor handicap en la vida y en el trabajo. Ya lo decía mi padre.
¿Tenés un buen equipo?
Trato de tener el mejor, pero el que decide soy yo. Prefiero fallar con mi decisión.
¿Vanity Fair?
Es otro mundo, otro mensaje. No es moda, es actualidad glamourizada.
¿Y el mundo asiático, al que estás conquistando?
El mercado del futuro. Inteligentes, curiosos, receptivos.
Supongo que Lady Di marcó un momento mágico en tu vida...
Sí que lo fue. Pienso dedicarle acá en MATE una sala permanente.
Gran idea, Diana ha sido el ícono de los años 80, pero a partir de tus fotos se volvió real. Hiciste de la princesa una mujer..., ¿sexy?
Son momentos, es verdad . Ella estaba en un momento diferente de su vida y yo estaba buscando algo en ella que no había visto hasta entonces, no me interesaba lo que ya conocía. Mi frase favorita es yo no quiero ser nada para ser todo, y con esto quiero decir no tener preconceptos, prejuicios y rótulos que no sirven para nada. Me gustan los hombres y las mujeres; el rojo y el verde; el fútbol y el tenis; el cebiche y el cous cous, me gusta pensar que me puede gustar todo. Eso es libertad, y es el caso de Diana… ella podía ser otra
¿Y vos te diste cuenta?
Acababa de perder el título de su real alteza, quería una vida nueva y estaba vendiendo sus vestidos de princesa. La portada era un diseño de Versace creado para esa sesión de fotos, ahí estaba la nueva Diana, no tenía nada que ver con la imagen de la mujer más fotografiada del mundo. Además, yo no soy inglés, no he crecido con el culto de la realeza, era más fácil conectar con el ser humano.
En las fotos de Diana hay muchos vestidos strapless, con los hombros al aire, como en una actitud de entrega, de confianza, sin protocolo, una audacia inédita en la imagen de la princesa que conocíamos.
Fíjate, yo mandé hacer un sofá para ella y para la sesión de foto, no quería ni los interiores ni la actitud déjà vu; quería que las fotos reflejaran mi momento favorito de la noche, cuando termina la fiesta, cuando vuelves a tu casa, estás todavía con el vestido puesto pero sin zapatos y te ríes con tu amigo, tu pareja, tu hermana, en un plano total de intimidad y naturalidad, sos vos mismo. No me interesaba la Diana en su corona, quería traerla a mi mundo; esa misma emoción siente quien ve la foto y se vuelve íntimo con ella. Eso es lo que trato de hacer con todas mis fotos.
Umberto Eco decía que los famosos son hoy nuestros vecinos, sabemos más de los dramas personales de Angelina Jolie que de la señora que vive al lado. ¿Cómo se logra hacer de una persona X una celebridad?
En la moda hay dos lados: un lado falso, o si quieres una ficción, representado por la modelo y la historia alrededor de ella. En ese caso, la persona desaparece y se transforma en la modelo de la foto. El otro punto de vista es concentrarte en la persona y la muestras como es. Así vengo fotografiando a Kate Moss desde hace 20 años y sus mejores fotos son las tomadas por sorpresa, a lo paparazzi. Ella me dice: "Las mejores fotos son las de tu camarita". Los retratos de mis modelos tienen nombre y apellido, forman parte de la cultura popular.
¿ Descubriste a Kate Moss?
No, la conozco desde muy chiquita, desde los 14. En su primer desfile ella estaba llorando en un rincón y le digo ¿qué te pasa? Me dice: "Es que me dieron un solo vestido porque soy chiquita". Y la corregí. "Mira –le dije–, cuando yo era chico en Perú había perfume y colonia. El perfume venía en frasco pequeño, pero duraba horas; la colonia era grande, pero era para un instante. Tú eres perfume." Ha pasado el tiempo y Kate sigue siendo Kate, y todas esas grandotas de los cinco vestidos no están más.
No es poca ayuda tener de consejero a Mario Testino.
Tal vez la ayudé a ser ella misma. La habían puesto en el casillero de chica grunge, marginal, y la vi en una fiesta superglamorosa... ¿Por qué no te hacen así? Estoy más obsesionado por ella que por la modelo, en el futuro la gente hará las jóvenes a la Kate Moss. Hay que fotografiarla a ella como es: en el baño y sin maquillaje. Si no, sería como tener a Marilyn Monroe y querer hacer a Greta Garbo. La modelo es un lienzo en blanco y vas a poner tu marca en ellas.
¿Cómo conquista un peruano una plaza tan competitiva como Londres?
La clave de mi trabajo ha sido mi acceso, he tenido acceso a todo.
¿Y cómo?
Bueno, Madonna vio mis fotos y quiso que la fotografiara para Alta Moda de Versace, y después Diana, fue decisiva la campaña que hicimos para Gucci con Carine Roitfeld y Tom Ford. Era algo realmente nuevo, transgresor, atractivo, híbrido. En ese momento no se hacían grupos, yo comencé a traer chicos a las fotos, crear situaciones, inventar una narrativa fashion. Estaba cambiando el lenguaje y lo supe antes que otros.
¿Jennifer Lopez con los perros?
Exacto. No le ves la cara a Jennifer, pero tú sabes quién es esa chica, que no le importa nada, no mira la cámara, avanza por la vida con la seguridad con que tira de las correas de esos perros. La vida con su entorno, crear la composición, cuando la foto es un retrato le pertenece al retratado, cuando la foto es una situación que has creado –una composición como en un cuadro–, la foto es tuya.
¿Por qué te fuiste de Perú?
No podía controlar mi deseo de ser diferente. Algo dentro de mí que tenía que salir…, y salió como fotógrafo. Yo estudié Economía y pensaba en una vida de cálculos y negocios. Terminé comprando mi primera cámara, una Nikkormat. En Lima salía a la calle vestido como lo había visto en Nueva York y la gente me gritaba insultos. Y me fui a Londres, la ciudad más tolerante del mundo. Primero mis padres me pagaron los estudios, pero al año estábamos con una inflación del 2000 por ciento…, y me quedé. Fui mozo en un restaurante, entré en un estudio como aprendiz y supongo que el encanto latino hizo el resto.
¿Y cómo ha sido regresar al Perú?
Una enorme felicidad. Primero por mi mamá, quiero compartir con ella este momento de la vida. Hace 38 años que vivo afuera. Es el tiempo de volver. Además, como dicen, la tierra jala. Están pasando cosas maravillosas con MATE y creo que con mis contactos y posibilidades puedo ayudar a mucha gente. Tengo mucho para devolverle al Perú. En esto estoy y se va a dar, te lo dice un escorpiano en el año del caballo.
¿Algo que te gustaría hacer?
He pasado treinta años pensando en mí, quiero pensar en otros. Es el momento de América latina. Quiero crear una campaña que diga: NOS TOCA.
Embajadores que valen un Perú
- Premio nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa es la memoria de su tierra en el mundo entero. Un peruano universal de palabrainspirada y mente libre,difundió en sus novelas los entrañables pliegues de una cultura que va de la montaña al mar
- Hijo de un ex senador nacional, Gastón Acurio abrió en 1994 el primer eslabón de una cadena virtuosa llamada Astrid & Gastón, celebración de la cocina andina,considerada el imán del turismo receptivo.Su restó fue elegido como el mejor de América latina, tiene 34 sucursales en 11 países.
- Oficial de la corona británica, fotógrafo de las celebrities, consagrado por Vogue, Vanity Fair y GQ, Mario Testino conquistó con su estilo audaz y transgresor el mundo de la moda y la amistad de la persona que lo ubicó en el mapa internacional: Anna Wintour. De vuelta en Perú, creó MATE, unmuseo para mostrar susfotos y arte contemporáneo.
AGRADECIMIENTO LAN