El arquitecto Thomas Kröger nos recibió en su estudio para develar las capas constructivas de la ciudad y, de ahí, llevarnos a ver una de sus obras residenciales más coloridas: el departamento del productor de mega recitales Scumeck Sabottka
Thomas Kröger habla bajo, pero se lo escucha perfectamente porque su estudio da sobre una calle que bordea el río Spree, muy poco transitada (como la mayoría) y porque si bien ya hay veinte personas trabajando, el clima es de silencio. Esta es nuestra primera entrevista desde que aterrizamos, y el silencio-ambiente es algo que un porteño nota de inmediato. Él está de acuerdo, sobre todo porque hace poco estuvo en Buenos Aires.
“Me encantó el Florida Garden: años 70 en estado puro. Y la torre de Mario Roberto Álvarez sobre la avenida Alvear (en Berlín no hay nada que le llegue a los talones a esa calidad constructiva). Con sus casas bajas y los cafés con mesitas en la calle, Palermo me recordó el espíritu del Berlín veraniego, porque el resto del año, acá la vida es puertas adentro”.
CON LA VISTA EN LA META
Como muchos, Kröger encontró en Berlín espacio para hacer; pocos lugares más atractivos para alguien que quiere construir. Tanto que rechazó una posición permanente en el estudio de Sir Norman Foster, donde hizo una pasantía.
“Fue mi primera experiencia súper profesional y en una escala tan grande”. Y se ríe recordando su intento de “mejorar” un detalle de un proyecto de Foster al que había sido designado, ante la palidez general de los testigos. Pero su sugerencia fue aceptada por el gran jefe, y él tuvo lo que considera su primer éxito. “No sé de dónde salía tanta seguridad. ¿De la juventud? Pero bueno, ahí te das cuenta qué distinto es tener poder de decisión en un proyecto y no sólo ejecutarlo”.
GENIO Y FIGURA EN BERLÍN
Una de las cosas que notaríamos con el correr de las horas y los días es la frecuencia con la que nuestros distintos “guías”, Thomas el primero, empezaban sus frases con las palabras: “Acá había…”. Es como si a la ciudad hubiera que imaginarla también.
–¿Cada barrio tiene sus particularidades?
–Las tenían, pero ahora se van pareciendo, cambiando a ritmo Berlín. Para mí, el cambio es vertiginoso; si nos comparamos con Shanghái, vamos a paso de caracol. Pero hay algo que se sigue sintiendo: Berlín nunca creció hasta donde su capacidad se lo permite.
–¿Cómo es eso?
–Esta ciudad se pensó para más gente por lo menos tres veces en su historia. A fines del siglo XIX, con la impresionante industrialización (éste era el centro mundial de procesamiento y manufactura del acero), Berlín creció exponencialmente. De esa época datan los grandes edificios y casonas. Diseñaron una ciudad para millones, con bulevares largos y anchos; no se esperaban el estallido de la Primera Guerra, obviamente. Lo mismo con Hitler y Speer, que la planearon para un futuro brillante. Cuando llegó la Reunificación, se pensó que Berlín se iba convertir no sólo en el centro político, sino también social del país. Y eso no sucedió tampoco. Una vez más, la infraestructura que se empezó a planear y construir hace 20 años quedó grande. Y, bueno, tal vez en eso radique esa sensación de que acá se puede respirar.
Scumeck Sabottka, letras y música
- “La biblioteca es mi refugio. Acá trabajo a la noche, cosa que desafortunadamente pasa seguido por las diferencias horarias con los lugares donde se van a hacer los recitales. Pero también es un lugar de investigación y descubrimiento: es el lugar donde me siento a escuchar cosas nuevas, radio en internet”.
- “Tengo una enorme colección de libros de fotografía y necesitaba hacerle lugar. Y no hay mejor sitio que éste para concentrarse y leer”.
- ¿Por qué Berlín es sinónimo de música? “Porque ofrece más posibilidades de tocar que cualquier ciudad. Desde para 15 personas hasta para 75.000 en el Estadio Olímpico. Sentadas, paradas, como quieras”.
- ¿Qué tienen de especial sus clubes? “Algo importante es que no tienen límite horario, un ‘incentivo’ que se creó en los tiempos del Muro para que se instalara gente joven. El razonamiento fue: si vas a estar en una cárcel gigante, por lo menos podés pasarla bien. Y la cultura del club y la fiesta subsistió”.
- Le pedimos a Scumeck que imaginara qué canción podría ser el soundtrack de un videoclip de “su” Berlín. “Se me hizo un blanco. En un rato te la mando”. Y lo hizo. Treinta minutos después, llegó un archivo M4 de “Detroit Switch Back to City”, de Mike Dehnert.
Enviadas especiales: Mariana Kratochwil e Inés Marini.
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