Jenny Pearson quedó muy angustiada cuando se enteró sobre el abuso físico y emocional que sufrieron varios niños por parte de su padre
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“No puedo tolerar su sangre dentro de mí”, dice Jenny Pearson refiriéndose a su padre, Hamish Dawson. “Si pudiera hacerme una suerte de transfusión, lo haría”, añade.
Jenny sabía que su padre era abusivo física y emocionalmente cuando ella era una niña en los años ‘70. Pero, no fue sino hasta el verano pasado que escuchó los detalles de los abusos sexuales que cometió contra sus alumnos, cuando trabajaba como maestro en una escuela privada de primer nivel en Escocia.
Durante la mayor parte de su infancia, Jenny vivió con sus padres en viviendas que pertenecían a la Academia de Edimburgo, donde trabajaba su progenitor. Ella sabía en ese momento que su padre se comportaba de manera extraña, pero fue recientemente que descubrió el verdadero horror de sus acciones.
Recuerdos de una infancia traumática
Entre las víctimas de su padre está el presentador de radio de la BBC Nicky Campbell, quien reveló los abusos sexuales en un podcast (Diferente) el año pasado.
Fue la primera vez que Campbell, de 61 años, habló sobre los abusos que sufrió cuando era alumno de la escuela hace cerca de 50 años. Describió a Hamish Dawson como el maestro con las “manos movedizas”, que abusó de él y otros compañeros de escuela.
Mientras Jenny escuchaba el relato de Campbell de cómo había sido abusado, comenzaron a aflorar en su mente los recuerdos traumáticos de su propia infancia. Jenny le escribió inmediatamente a Campbell y a otras víctimas para poder conversar con ellos.
Diálogo abierto
Hamish Dawson murió en 2009. Su hija Jenny había cortado el contacto con él muchos años atrás. En la última edición del podcast, ella le contó a Campbell que inmediatamente se sintió furiosa porque su padre estaba muerto y no podía escuchar el testimonio de sus víctimas.
Le dijo también que no estaba enojada por lo que él había dicho, y que ver que la verdad salía a la luz había sido para ella una gran vindicación por los terribles abusos que ella misma había sufrido.
En la conversación, Campbell le contó a Jenny que cuando él tenía 12 o 13 años, su padre solía llamar a los alumnos al frente de la clase, los sentaba en sus rodillas y les tocaba el pene.
Desde que Campbell habló de los abusos que vivió y presenció en la escuela, otros 100 alumnos de la Academia de Edimburgo que también fueron víctimas de Dawson brindaron su testimonio, y quedó en evidencia que sus abusos habían ido más allá de los tocamientos.
Uno de los sobrevivientes le dijo a Campbell que Dawson abusaba de los niños en los dormitorios, haciendo desnudar a su víctima frente a sus compañeros, atándolo a la cama con las corbatas del uniforme, antes de abusar de ella.
A las pocas horas de escuchar la transmisión original, Jenny, que trabaja como terapeuta, se puso en contacto con Campbell. “Quería buscarlo porque creo en la verdad y no puedo tolerar los secretos y la colusión”, cuenta.
Jenny se pasó horas al teléfono con hombres que habían sido abusados por su padre. “Me sentía moralmente obligada a hacer algo”, dice y cuenta que las conversaciones que mantuvo con las víctimas fueron extraordinarias.
“Puede que suene extraño decirlo así, pero fueron extraordinarias”, enfatiza. “Hablamos el mismo idioma desde perspectivas diferentes”.
“Mis padres eran una abominación”
Jenny, que ahora tiene 64 años, dice que las conversaciones con los sobrevivientes de los abusos de su padre despertaron los recuerdos de su propia infancia, algunos de los cuales son muy gráficos. Su familia se había mudado a una vivienda de la Academia de Edimburgo cuando ella tenía 7 años.
Pasó siete años en la Casa Dundas y otros cinco años en la cercana Casa Mackenzie, antes de abandonar la vivienda familiar para no regresar más, a los 18 años. La vivienda familiar estaba bajo el mismo techo que los dormitorios donde se quedaba los pupilos.
Jenny cuenta que su padre solía salir todas las noches por las puertas de incendio y no volvía a verlo hasta el día siguiente. Dice que durante su adolescencia rara vez lo veía. Siempre le decían que él “estaba con los niños”.
“Puedo decir, con una mano en el corazón, que no lo extrañaba”, afirma Jenny. Sin embargo, dice que resentía que la dejaran sola con su madre que sufría enfermedades mentales y se comportaba a menudo como un “espíritu” que grita.
“Mis padres eran una abominación”, dice. Cuando vivía allí, Jenny odiaba a los estudiantes que la miraban con lascivia y se reían por lo bajo cada vez que ella iba al baño.
“Siempre me sentía expuesta y vulnerable”, recuerda. “Me sentía invadida, violada, menospreciada. Sabía que pasaban cosas sexuales y por eso sentía miedo, y no había un adulto con el que me sintiese segura, a quien recurrir”. Pero Jenny ahora se da cuenta de que los niños seguramente la odiaban a ella y a todo lo que tenía que ver con los Dawson por la conducta de su padre.
“En ese momento no lo sabía”, explica. “Era apenas una niña pequeña”. “Somos la antítesis” En conversación con Campbell, él le preguntó a Jenny si le sorprendió que su padre fuera un abusador sexual y físico de niños. “No sabía hasta qué punto”, dice. Pero “no fue una completa sorpresa”.
“Siempre supe que él solía golpear a los niños porque andaba por ahí con la pantufla que usaba. Ahora sé que usaba otras cosas”. Campbell también le preguntó que sentía al decir: “Mi padre fue un pedófilo”.
“Es espantoso”, respondió Jenny. “Es repugnante. Es vergonzoso. Es asqueroso”. “Me pasé toda mi vida profesional luchando por los derechos de los niños y los jóvenes. Siento que somos la antítesis el uno del otro y eso me alegra”.
Rumores de pornografía
Hamish Dawson abandonó repentinamente la Academia de Edimbrugo y se jubiló anticipadamente a los 56 años. Jenny recuerda que le parecía que eso no tenía ningún sentido.
“Yo creí que se moriría allí”, dice. “Sentía que estaba casado con la academia”. De acuerdo a Nicky Campbell, en ese momento corría el rumor de que habían encontrado pornografía en su maletín y por eso lo habían obligado a renunciar.
Después de dejar la escuela, Jenny fue a estudiar al extranjero y mantuvo el menor contacto posible con sus padres. En respuesta, su padre le escribió una carta en la que le pidió formalmente que no los contactara nunca más.
En un comunicado, la Academia de Edimburgo dijo: “Como cualquier persona sensata, estamos horrorizados por los informes de abuso histórico”.
“Las escuelas deberían ser lugares seguros para los niños y alentamos a cualquiera que haya sido víctima de abuso a contactar a la policía”.
“Seguimos trabajando de cerca con las autoridades como la Policía de Escocia y Scottish Child Abuse Inquiry (Investigación sobre abusos contra niños en Escocia) en momentos que investigan lo que ocurrió”.
“Ellos están liderando correctamente (el camino) para establecer los hechos y qué medidas se deberán tomar a continuación”. “Nosotros respetaremos este proceso no comentando sobre su trabajo en curso”.
“El bienestar de los niños está hoy día en el corazón de nuestra ética escolar y contamos con medidas robustas para garantizar la seguridad de todos los estudiantes a nuestro cuidado”, cerraron.
*Por Steven Brocklehurst
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