Casi por casualidad, Cruz María Martínez se inició en la jardinería, que luego derivaría en una vocación: la huerta orgánica. Hoy dedica sus días a la construcción de huertas a medida y a la transmisión de sus conocimientos para que todos puedan descubrir los beneficios de tener un jardín comestible.
Cruz María es el alma máter de la huerta-jardín El Conuco, palabra de origen taíno que significa "pedazo de tierra dedicado al cultivo". El nombre remite también a su país natal: República Dominicana.
Luego de casarse con un argentino, se radicó definitivamente en Trenque Lauquen en 2009. Un gran terreno, pero casi un páramo, volvió a despertar en Cruz su amor por la jardinería. Un primer curso le aportó conocimientos y los primeros regalos de gajos y semillas. En la primavera siguiente asomaban las primeras flores.
Un día me dije: No quiero tener un jardín solo para la contemplación; con semejante patio, ¿cómo no voy a producir comida?. Y tras una fuerte pelea entre la estética y la producción, ganó la huerta""
Durante estos años fue profundizando en el tema y ampliando sus conocimientos con cursos y talleres, y asistiendo a encuentros de agricultura, hasta que hizo la Diplomatura en Agroecología que impartió la Universidad Tecnológica Nacional (UTN). En 2011 comenzó a dictar cursos de huerta en escuelas rurales y unos años más tarde empezó a hacerlo en recintos del Centro de Formación Profesional (CFP) 401, donde nació el grupo Huerteros Trenque Lauquen, que ya participó en la creación de más de cien huertas orgánicas."Cuando empecé a dar cursos y talleres de huerta orgánica y producción de hongos comestibles, algunos alumnos me pidieron asesoramiento para iniciar sus huertas; así fue que en 2018 surgió la idea de un nuevo emprendimiento de diseño, asesoramiento y construcción de huertas a medida, el cual llevamos a cabo con mi esposo de forma exitosa".
Desde que comenzó su huerta, de a poco fue sumando cajones y macetas, luego vino un diseño bien pensado y hoy es la protagonista indiscutida del patio. Es fiel defensora de que la huerta orgánica debe imitar a la naturaleza, donde las plantas crecen juntas, donde no existe la sectorización. Así, además de las flores del jardín que actúan como un corredor biológico alrededor de la huerta, dentro de ella también combina flores de colores brillantes, como caléndulas, borrajas, copetes, achileas, echináceas, tithonias, espuelas de caballero.
Como un buen cultivo requiere principalmente de un buen suelo, el compost es el alma de su huerta. Además de reducir la cantidad de residuos desechados en el ámbito hogareño, el compost aporta materia orgánica y microorganismos benéficos. Su compost consta de cuatro pilas de alrededor de 1 m3 cada una, donde pone capas de residuos hogareños y restos de la huerta y el jardín; le suma lombrices californianas y obtiene humus de lombriz de alta calidad.
Creo, aplico y promuevo el concepto de huerta-jardín porque la variedad de colores, texturas y aromas promueve la visita de polinizadores y desorienta a los insectos-plaga, dificultando su acceso a nuestras verduras.""
Un suelo fértil es uno de los principios fundamentales de la huerta. Pero además, aconseja asociar adecuadamente cultivos compatibles que se beneficien entre sí (alelopatía) y rotar periódicamente las familias de hortalizas para evitar el agotamiento del suelo y cortar los ciclos de las plagas. "Llevando a cabo estos principios, respetando la estacionalidad de los cultivos y eligiendo un lugar con sol de mañana, tenemos un alto porcentaje de éxito asegurado".
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