El celular, los chicos y la válvula de escape
Hace un par de meses tuve la oportunidad de dar una charla en TEDxRíodelaPlata. Apoyado en los textos e investigaciones de mi reciente libro Guía para sobrevivir al presente, dediqué mi conferencia a explorar los impactos de las pantallas y las redes sociales en nuestra vida. Si te interesa el tema te invito a ver el video, que está subido a YouTube.
Uno de los puntos más sensibles que mencioné en mi presentación es el creciente uso de dispositivos por parte de chicos a edades cada vez más tempranas. A pesar de que la recomendación de la Organización Mundial de la Salud es que los menores de dos años no utilicen aparatos ni un minuto al día, la realidad sigue un curso muy diferente: el promedio de uso hoy alcanza las dos horas y media diarias, y un tercio de los bebes utiliza celulares o tabletas desde antes de caminar.
Cada vez resulta una imagen más habitual: en la mesa de un restaurante, en la sala de espera de un consultorio médico, durante los viajes en cualquier medio de transporte, o incluso en nuestras casas, los chicos pequeños son "mantenidos a raya" distrayéndolos con videos en un dispositivo. Probablemente la frecuencia con la que eso sucede tiene tanto que ver con el deseo de uso de los niños como con lo funcional que nos resulta en esos momentos a los adultos mantenerlos entretenidos. A todos nos tienta que usen un celular en los contextos en los que existe la horrorosa posibilidad del aburrimiento infantil.
El efecto hipnótico que estos videos tiene sobre los niños pequeños no es casual: YouTube está inundado de videos incomprensibles para los adultos, pero diseñados para resultar adictivos para niños pequeños. Si nunca hiciste el experimento, te invito a intentarlo con cualquier bebe que esté inquieto o encaprichado. Bastan las primeras imágenes para colocarlos en un estado semejante al trance. La funcionalidad de recomendación y autoplay completa el efecto: alcanza que accedan a un video para que se inicie una cadena indefinidamente larga de otros similares.
En esta etapa crucial del desarrollo del sistema nervioso y la psiquis, el chupete electrónico se convierte en un tentador escape para los padres y viene desplazando crecientemente al contacto físico, el uso de la palabra y los juegos de crianza. Varios estudios científicos empiezan a mostrar las primeras consecuencias serias de esta práctica en áreas como la adquisición del lenguaje, el tiempo de atención y el desarrollo socioemocional.
Los aparatos son eficaces para mantener a los chicos distraídos, pero no pueden ser la única manera que tengan de tranquilizarse. Es fundamental que aprendan a manejar sus emociones y a calmarse usando la palabra. Y también es crucial jugar con ellos. Los tradicionales juegos de la primera infancia cumplen un rol central para la estimulación y el desarrollo del todavía inacabado sistema nervioso de nuestros niños. Por eso es importante cuidarnos de la tentación de "anularlos" para liberar nuestro tiempo: podemos tomarnos algún recreo, usar las pantallas excepcionalmente como válvula de escape, pero no abdicar del intenso rol de criar niños en esta época. En definitiva, el mayor riesgo de los celulares en la infancia no es el uso excesivo de nuestros chicos sino nuestro corrimiento excesivo como padres y madres.