El caso Apu: la animación en tiempos de corrección política
Cuando se estrenó Los Simpson, en 1989, muchos pusieron el grito en el cielo. La familia tipo creada por Matt Groening no era un ejemplo del sueño americano, sino una muestra de la mediocridad y las esperanzas rotas de la clase media estadounidense. La rebeldía de Bart, la vagancia de Homero y las críticas a instituciones como la escuela, la religión, los medios y el gobierno, generaron fascinación en progresistas, pero indignación entre conservadores.
Casi 30 años después, Los Simpson vuelve a generar polémica, ya no por su espíritu rebelde, y ni siquiera por algo nuevo: la serie es acusada de racista por el retrato estereotipado de Apu Nahasapeemapetilon, inmigrante de la India con un acento que no puede abandonar, responsable de un minimercado, vegetariano, marido y padre ejemplar. ¿El contexto? La ola de cambios rotundos acerca de lo que la sociedad considera aceptable o no en la cultura popular. Cuáles son los límites del humor y a qué es válido recurrir para hacer reír son algunas de las cuestiones que se plantean hoy, y la animación, género históricamente más libre en sus contenidos, no está exenta de ellas. Series populares son forzadas a actualizar sus contenidos, mientras que las más nuevas, como BoJack Horseman y Rick and Morty, buscan impactar con críticas a la sociedad, pero sin dejar de observar de reojo qué puede ser ofensivo, para tratar de evitarlo.
Es curioso notar que Desencantada, la nueva serie animada de Groening en Netflix, no tiene la provocación de Los Simpson ni de Futurama. Si bien se trata de una parodia de los cuentos de hadas y tiene como protagonista a una princesa rebelde, acompañada por su propio demonio y un elfo, su humor se basa en subvertir las reglas de ese género, pero no en comentar la realidad. Esta distancia le permite no entrar en polémicas (por ahora). "La serie no es mala, para nada, pero parece demasiado cautelosa, especialmente comparada con los primeros trabajos de Groening –escribió Dani Di Placio en su crítica publicada en Forbes–. Tiene muy poco riesgo. Eso me sorprendió mucho porque los mundos de Groening suelen ser antros saturados, habitados por idiotas sin corazón. Hay una oscuridad muy real que acecha debajo del amarillo pastel de Los Simpson, un cinismo profundo".
Crear una serie para un servicio de streaming, como lo hizo Groening, permite mayor libertad que una para la televisión tradicional. Al no necesitar de auspiciantes que paguen una pauta publicitaria, los contenidos pueden ser más audaces. Eso resulta muy atractivo para los guionistas y directores, pero no significa que no piensen en los límites que pueden cruzar o no, según cuál sea su público. "Todavía pienso sobre los límites, porque quedan algunos –dijo Groening a The New York Times–. En realidad, una de las cosas positivas de la televisión convencional es que los límites están claros en cuanto qué podés mostrar y decir. Netflix nos alienta a que hagamos lo que queramos. Igual, nos dimos cuenta desde el principio de que hay un cierto tipo de chiste vulgar que no encaja dentro de esta serie. Pero ¿quién sabe qué le va a molestar a la gente?".
Más allá de los límites que un creador pueda autoimponerse por ideología o cuestiones morales, cabe preguntarse si las polémicas que se desatan a través de las redes sociales pueden funcionar como una presión hacia la autocensura. "La mayoría que discute a favor de la ‘corrección política’ no está de acuerdo con la censura –dijo Raphael Bob-Wacksberg, creador de BoJack Horseman, en una entrevista con Vice–. Lo que quieren es autocontrol, que los autores sean conscientes del poder que tienen. Yo tengo mucho poder al ser alguien que produce entretenimiento popular. Tenemos que tener cuidado con el arte que producimos, porque tiene influencia sobre la gente y con ese poder viene una gran responsabilidad, para parafrasear a Superman". Bob-Wacksberg puede equivocarse en el origen de la frase sobre el poder (es del tío Ben de El hombre araña y no de Superman), pero sus ideas sobre la influencia del arte tienen sentido. Más aún cuando se ve cómo él las pone en práctica en su serie, que ya tiene cinco temporadas, en la que lleva el humor hacia zonas tan oscuras como las adicciones y la salud mental, siendo provocador y gracioso, pero no ofensivo.
Los creadores de SouthPark, una serie que cruzó varios límites en sus más de veinte años en el aire, también tienen una mirada crítica sobre lo que se llama corrección política y son conscientes de las trampas que existen al utilizar un concepto que engloba significados distintos para distintas personas. "Siento que ‘corrección política’ se convirtió en un término multifunción para cosas que no te gustan", dijo Matt Stone, uno de sus creadores, a Vulture. El caso de South Park es emblemático. Sus creadores (el otro es Trey Parker) siempre enojaron a conservadores y progresistas por igual. Desde hacer que uno de sus protagonistas –son todos niños– muriera en varios episodios hasta meterse con temas sensibles como la violencia en las escuelas norteamericanas, o hacer chistes sobre los musulmanes, los católicos y la Cienciología, son ejemplos de cómo corrieron los límites de lo que se podía mostrar en tevé. En un estudio realizado en los Estados Unidos, la serie fue elegida como el programa de televisión más ofensivo de la historia.
Para cuando South Park se estrenó, en 1997, no solo ya existían Los Simpson, sino que otras series animadas mainstream ya habían creado controversias. Más acá de clásicos como los de Looney Tunes (algunos dejaron de mostrarse por tener material racista, por ejemplo), fines de los 80 y principios de los 90 dos series sacudieron la idea que el público solía tener de los dibujos animados como algo inocente: Ren y Stimpy y Beavis and Butt-Head.
Aunque apuntaba al público infantil, Ren y Stimpy provocó un shock con su humor escatológico. "Cuando salieron al aire, hicimos todo lo que no se podía hacer en animación antes y que ahora parece muy inocente, como mocos y pedos. Eso se consideraba indignante en 1990, lo cual me parece increíble porque cada chico en el mundo hace chistes sobre eso todo el día. Tuve que convencer al canal Nickelodeon para que me dejara hacerlo", contó (en una entrevista con The AV Club) John Kricfalusi, el creador de la serie, que fue despedido luego de un conflicto generado porque la señal levantara un episodio en el que Ren golpeaba brutalmente al hombre abusivo que los había adoptado (Kricfalusi fue acusado este año de acoso sexual a menores en la época en la que trabajaba en la serie).
Beavis and Butt-Head apareció en la pantalla de MTV en 1993. Centrada en dos adolescentes sin demasiadas luces ni aspiraciones, la serie creada por Mike Judge ofrecía una mirada poco piadosa de la juventud que se pasaba horas mirando videos musicales. Cuando un chico de 5 años prendió fuego la casa rodante en la que vivía su familia, causando la muerte de su hermana de 2, la madre acusó a un episodio de la serie en haberlo "inspirado" a cometer ese acto. Pero esa y otras acusaciones no impidieron que la serie continuara y tuviera sus fans. Hasta un episodio se burló de este tipo de reacciones, haciendo que Beavis y Butt-Head acusaran a Benjamin Franklin de darles la idea de hacer volar un barrilete en plena tormenta eléctrica.
"Cada programa audaz o provocativo se mete en problemas. Pero la cultura tiene que entender que estamos entrando en una era en la que no es posible controlar la información que llega a los niños. Tenemos que encontrar otra forma de transmitir valores", decía Jonathan Katz a Entertainment Weekly, en 1992. El crítico de medios de comunicación ya preveía un problema que crecería con el advenimiento de internet.
Hoy, el problema de las representaciones de las minorías y con qué se puede hacer humor son centrales en las discusiones sobre la cultura popular. Fue hace un año cuando Hari Kondabolu realizó el documental titulado El problema con Apu, en el que plantea el impacto negativo que el personaje de Los Simpson tuvo en la vida de otros hijos de inmigrantes indios como él. El film abrió el debate: ¿debería seguir existiendo Apu, tal como fue creado hace 30 años?
"Cuando empezamos, éramos parte del declive de la civilización –dijo Groening en una entrevista con USA Today–. Bart decía que era ‘un fracasado y orgulloso de eso, man’. Las remeras de Los Simpson fueron prohibidas en las escuelas primarias. Sentí que la controversia al principio era gente pretendiendo estar ofendida por la muy liviana picardía de Bart. Yo sabía que eso iba a pasar al olvido. El centro de nuestra serie es una familia que va a la iglesia y que come todas las noches juntos y es muy tradicional. Se vuelven locos los unos a los otros, pero se aman".
Los motivos por los que Kondabolu hizo el documental tienen que ver con una experiencia muy personal. "Apu está basado en una falla fundamental, un estereotipo –dijo a Vanity Fair–. Todo está visto a través de la lente de percepción de una persona blanca sobre un inmigrante indio. Son los mismos chistes: India tiene mil millones de habitantes, algo sobre el curry, dioses con muchos brazos y cabezas de elefantes, matrimonios arreglados". El director no es el único que señala el daño que el estereotipo reforzado por el personaje infligió en su vida. Figuras públicas como los comediantes Kal Penn, Aziz Ansari, Hasan Minhaj y Kumal Nanjiani, y la actriz Priyanka Chopra, cuentan en el documental las distintas maneras en las que la existencia de Apu complicó sus vidas en la secundaria y limitó en un principio sus carreras.
La respuesta de Los Simpson fue la inclusión de una escena en la que Lisa mira a cámara y dice: "Algo que empezó hace décadas y fue aplaudido e inofensivo ahora es políticamente incorrecto. ¿Qué se puede hacer?". Luego mira una foto de Apu, como para que el mensaje quede claro.
Esta forma de hacerse cargo de la polémica no fue suficiente para parte de la opinión pública, que también ha criticado que la voz de Apu sea interpretada por un actor blanco, Hank Azaria, quien dijo públicamente estar de acuerdo con abandonar al personaje a esta altura del partido.
Groening dio en una entrevista su propia respuesta a quienes se quejan por la forma en que Apu representa a los inmigrantes indios: "A la gente le encanta hacerse la ofendida". El creador, quien nombró a Apu por la trilogía homónima del cineasta indio Satyajit Ray, se encargó de aclarar luego en The New York Times que no se siente bien al pensar que un personaje que él ama pueda afectar negativamente a alguien pero, al mismo tiempo, opina que la discusión está contaminada y ya no parece admitir matices.
"Es algo que vengo notando hace 25 años –dijo Groening para aclarar su declaración sobre que a la gente le gusta hacerse la ofendida–. Hay una indignación de la semana que va y viene. En un momento, creáse o no, era que los chicos robaban monedas de las carteras de sus madres para ir a jugar jueguitos electrónicos, y eso iba a destruir a la civilización. Nadie se acuerda de eso ahora, porque duró una semana. Creo que en este momento en particular la gente se siente tan agraviada, trastornada y sin poder que está eligiendo las batallas equivocadas".
A pesar de las opiniones de Groening y luego de que la respuesta ofrecida por la serie fuera tan criticada, se rumoreó que los responsables de Los Simpson decidieron sacar al personaje de Apu. Esta decisión (no confirmada) fue rechazada por muchos fanáticos de la serie, incluidos algunos argentinos que convocaron a una marcha para pedir que Apu siga en la serie, la cual no se materializó.
El productor y actor Adi Shankar organizó un concurso de guiones para resolver este problema y se comprometió a producir el episodio ganador, aunque no tenga que ver con la producción de Los Simpson. Más allá de lo que suceda finalmente con Apu, abrir el juego a mayor diversidad de voces parece una buena idea en esta discusión. Bob-Wacksberg recuerda las quejas después de que BoJack dijera en un episodio algo ofensivo sobre los habitantes originarios de Alaska, que en el contexto del chiste se entendía (era una muestra de lo que es capaz de decir el personaje), pero que a pesar de eso, él se vio afectado por el tuit de una persona de esa comunidad que decía que le había dolido que la única mención que habían tenido hasta entonces en la cultura popular reforzara los prejuicios sobre ellos. "No había pensado en eso ni nadie de mi equipo de guionistas lo hizo, porque ninguno es de un pueblo indígena de Alaska". En esa reflexión está contenida una de las posibles respuestas a este tipo de problema. Por supuesto que en ningún equipo de guionistas pueden estar representadas todas las etnias, géneros, religiones y orientaciones sexuales; pero también es cierto que cuánto mayor diversidad haya entre quienes crean y escriben para cine y televisión, mejor se verá reflejado en un desarrollo más profundo y con mayor sensibilidad de distintos tipos de personajes.
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