El ascenso de Virgil Abloh: cómo se convierte una marca en moda
Hace algún tiempo que observo los episodios del relato que viene armando Virgil Abloh, estadounidense de padres inmigrantes ghaneses, suerte de empresario de sí mismo, reputado DJ de agenda intensa y personaje cada día más en vogue en la burbuja de la moda. La marca que Abloh inició en 2013, Off -White, impregnada de la estética de la calle, como bien sintetiza su logo de rayas blancas diagonales y peatonales, viene pegando fuerte en los mercados centrales de la pilcha cool.
Cabe interrogarse sobre cómo Abloh ha hecho para que se llegue a darlo por sucesor de Donatella en la casa Versace (rumor desmentido por ambas partes) cuando su itinerario es aún breve y su referencia central, su contraseña, ha sido un repertorio de camisetas, joggers, buzos y todo el resto del tralalá del street wear, que se distinguen por un uso rotundo de la gráfica, con elocuentes tipografías en contraste con estampados de la Madonna del Rosario de Caravaggio en blanco y negro o la tan usufructuada Gioconda de Da Vinci. Vistoso, y con duende, sí, ¿pero eso basta? Veamos.
Virgil Abloh (se pronuncia áblo) desembarcó en la industria de la moda proveniente de la música, donde ejerce, desde 2002, de precoz director creativo y artístico de Kanye West, ni más ni menos, diseñando los decorados de sus shows, la mercadería en venta en sus giras y las portadas de sus álbums. No cabe duda de que la cercanía de la fama incandescente del rapero marcó con brillo propio el itinerario de Abloh, que en los últimos tres años cobró un decidido impulso ascendente.
Abloh apunta a alcanzar lo que él considera la cima: la dirección de una maison de prestigio, como declara repetidamente. Sin embargo, Off-White es producida y distribuida por el New Guards Group, de Milán, junto a otros proyectos de nuevo street wear o, si se prefiere, de indumentaria popular repensada con sofisticación, atractiva y destrabada, como Marcelo Burlon County of Milan, Palm Angels, Unravel Project, que se inscriben en un espacio propio, claramente divergente de la moda oficial.
Así sucede con la línea masculina de Off White, siempre fiel a la estética urbana original, de calle y de dance clubs, aun cuando las camisetas de jersey con el cartelón de WHITE cuesten online en torno a los 300 euros. En su colección hombre de la primavera 2018, presentada por invitación de Pitti Uomo en junio del 17 en Florencia, logró la simbiosis sutil a la que aspira entre high y low, sastrería y sport, funcionalidad y refinamiento, tech y tradición –una amalgama rabiosamente actual–.
Pero resulta difícil elogiar con la misma convicción a su prêt-à-porter femenino, que debutó en París en septiembre de 2015. Diez colecciones más tarde los grandes esfuerzos de Abloh por repetir su fórmula de fusión lo conducen sobre todo a la mayor confusión. Sus estudios universitarios en arquitectura e ingeniería civil no se revelan fructuosos aquí, ni sus intuiciones de millennial y sus intentos de jugar con los códigos de la costura parecen, en el mejor de los casos, muy ingenuos.
Por el contrario, descuella en sus líneas de accesorios –fulgurante el efecto pop de sus carteras– sobre con logos de las revistas Time y Life y de sus botas For Walking– y también en sus colaboraciones con marcas del área deportiva y urbana, como Levi's y Nike. El éxito, a este punto confirmado, del joven Abloh, de 36 años, no resulta solo de la paciente construcción de su personaje de intelectual del street wear y analista de la contemporaneidad. Además ha sabido captar los gustos y deseos de una nueva generación pudiente en una sociedad que lleva seis decenios de consumo puramente pop.
Su próximo paso en las alturas lo hará entrar, bien temprano, al museo: el de Arte Contemporáneo de Chicago anunció ya una muestra personal suya en 2019.
El autor ha colaborado en Vogue Paris, Vogue Italia, L'Uomo Vogue, Vanity Fair y Andy Warhol's Interview Magazine, entre otras revistas