El antihéroe argentino está vivo
Mítico y controvertido, el Cazador prepara su desembarco en el cine y el rodaje se convierte en un viaje a la adolescencia de un puñado de fans
El momento en que el que sentís el impacto por el disparo explotándote en el pecho. La inercia haciéndote volar hacia atrás de un sacudón. Hay una parte de tu vida que queda ahí donde estabas parado antes del impacto, porque la fuerza que te arrastra es una fuerza que se parece a la de la muerte, y volás por el aire, ahora siendo otro, sentís el suelo golpeándote la espalda, pegándose a vos como una pared. Atinás a abrir los ojos. Toda la gente se acerca. Son muchas caras y muchas luces. Tu camisa blanca tiene un agujero. Sentís el dolor a la altura del pecho y ves como la mancha roja se extiende invadiendo todo el territorio de tu cuerpo. Una de las caras entre las luces te pregunta varias veces si estás bien. Decís que sí, que estás bárbaro. La voz del director dice que la toma salió espectacular. Todos ríen. Te ayudan a levantarte de los colchones. Tenés todo el pecho lleno de sangre falsa y un arnés en la espalda. Acabás de cumplir un sueño.
Hace unos minutos, el director de efectos especiales explicaba cómo era el sistema de la explosión de la sangre. Un control remoto en mi bolsillo, una bolsa con sangre falsa, una chapita en mi pecho y un detonador. "Vas a sentir un golpecito en el momento de la detonación, no te asustes." Después me ponían un arnés con una soga que me sostenía de la espalda. Tres tipos tirarían de la soga. Lo habíamos practicado varias veces. Cuando te tiran de una soga para hacerte volar hacia atrás con fuerza, al principio, tu cuerpo se resiste. Después del tercer intento de volar por los aires para caer en unos colchones, ahí vas soltando tu cuerpo, tu cabeza se acostumbra, deja al cuerpo libre, "flojito, para que vuele con naturalidad", como me dijo el de la unidad encargada del sistema de arnés. Así que ahí estaba, haciendo de extra en la película de Cazador, del cómic que había leído de chico. El Cazador disparándome en el pecho, porque yo era un zombi.
Había llegado a la casa donde filmaban en Boedo, una especie de iglesia del terror, pintada de negro y rojo, una creación de quién sabe qué arquitecto loco. Puerta gigante de madera. Parecía no haber nadie. Golpeé. Me atendió alguien de producción. Le dije mi nombre. "Ah, vos venís a actuar en la película." Y le dije que no, que yo iba a hacer una nota de la película. La mujer mucho no me escuchó. Estaba con un handy dando indicaciones. Me hizo subir unas escaleras de una madera que temblaba, una ventana antigua de vidrio, las luces entrando por ahí, me metieron en una sala con zombis, estaban maquillando a zombis: "Vos tenés para un rato, todavía no te vamos a maquillar".
El creador
Bajé las escaleras y traté de explicarles. Yo estaba ahí para escribir luego una nota. "Ah, sí, la nota", me dijo alguien. Me presentaron a un tipo. Jorge Lucas, me dijeron. Y ahí me vino la nostagia. Jorge Lucas es el creador de Cazador, el cómic. Nos tomamos un café, charlé con él de sus comienzos, de cómo empezó el cómic, de la censura que sufrió Cazador en los 90, que tenían que ponerle un nylon negro a la tapa. "No era una censura como la de la dictadura militar, era una censura más cobarde todavía, ya que era una especie de censura judicial, mediante un decreto que venía de la provincia de Buenos Aires, al menos así nos decían, y que luego repercutía en Capital y provincias, te retiraban el número de los kioscos y te obligaban a meterlo en una bolsa negra dónde solo se podía ver el título y redistribuirlo, eso generaba un costo para la editorial, a la larga, hacía que el editor nos presionara para que bajáramos el tono. No había caso, hiciéramos lo que hiciéramos, el Cazador ya estaba marcado y molestaba, incluso en los últimos números, el mismo editor, sin permiso nuestro, censuraba cuadros de la revista, eso hizo que nosotros también nos sintiéramos a disgusto con esa actitud. Pero a la censura, digamos, democrática, le respondimos una vez (luego de que censuraran un número por su alto voltaje), haciendo otro donde se mostraba como debía comportarse correctamente el Cazador de acuerdo a la clase política oligarca y, por supuesto, el Cazador hacía todo mal, lo que provocaba nuevas censuras, y así va a ser siempre, ya que el Cazador, lejos de los críticos que veían a un personaje que sólo insultaba, tiene otra cosa detrás, que es una crítica a una sociedad totalmente discriminatoria y que le lava el cerebro a la gente. Hoy, me parece, se está viviendo nuevamente ese tipo de cosas, por eso para mí es el momento justo para que vuelva, esta vez en cine y también en libros recopilatorios y otros proyectos de material nuevo que tenemos."
Jorge Lucas tiene también participación directa en la creación de la película, ya que fue uno de sus guionistas: "La escribí yo, con la participación de Claudio Ramírez, que siempre me ayuda en esto de elaborar al Cazador, aporta buenas ideas que lo mejora y funcionamos bien como equipo, también los directores Georgina Zanardi y Marcelo Leguiza colaboraron aportando sus ideas. Georgina era alumna mía del taller de dibujo y una vez me dijo que estaba estudiando cine y siempre hablábamos de la idea de llevar al cine al Cazador. Unos años después se apareció con Marcelo y me plantearon algo en concreto. Hoy, verlo bien logrado, con un buen maquillaje, y bien interpretado por Luis María Montanari, La Masa de 100% Lucha, fue muy impactante, y muy emocionante a la vez: ver que tu creación cobra vida, y de buena manera, es una gran alegría".
El boom del Cazador se debió en gran medida a sus incorrecciones. En el cómic de los 90 aparecían desde Menem hasta Graciela Alfano o Maradona, todo era un delirio, pero fundamentado, a partir de un personaje que era de Racing y vivía en una iglesia abandonada. "El éxito de Cazador se debe a que representa a la gente común, la de la calle, representa a clases media-baja y baja que no tienen un mango, y hace lo que muchos quisiéramos hacer en actitud y con personas a las que nos gustaría que el Cazador los agarre, es estar en contra de los que los medios nos quieren imponer, esa cultura de yo tengo porque me lo merezco y vos jodete, tanto el Cazador como nosotros, Ramírez y yo, somos anti meritocracia, los dos venimos de ese lado, de Ciudadela, de clases obreras trabajadoras, y por eso no es fácil hacer Cazador. Y eso, tanto Ramírez como yo lo fuimos moldeando en el personaje y es eso lo que la gente ve en él, lo que genera el éxito en su público que lo entiende, ve al personaje como alguien que los representa, es alguien del pueblo."
Mística y polémica
El personaje apareció en marzo 1990, integrante del único número del fanzine Arkham, que contenía siete historias; una de ellas era Cazador. Fue la primera época, interrumpida como las siguientes. Entre agosto y octubre de ese año se publicó una miniserie en tres partes, Las sombras del Apocalipsis; en la primera entrega reaparecía la historia surgida en Arkham. Era una historieta de clima denso y oscuro, con influencias de Dark Knight Returns, la historia de Batman con guión de Frank Miller. Una vez completada la miniserie, la crisis económica impidió su continuidad.
En diciembre de 1992 volvió Cazador, publicado en formato de cómic-book por Ediciones de la Urraca con el título de El Cazador de Aventuras. El equipo creativo fue ampliado, los guiones y dibujos estaban a cargo de Lucas, Claudio Ramírez, Mauro Cascioli (Olivetti sólo estuvo hasta el número 7). No tenía mayor continuidad con la etapa anterior. La historia original, por ejemplo, estaba ambientada en los Estados Unidos, mientras que la nueva en la Argentina. Y el personaje, lejos del científico del comienzo, es ahora ignorante y grosero.
En marzo de 1995 apareció el Libro 1 del Cazador, que reelaboraba la historia (el personaje devino muerto-vivo), y en el número 8°, renace con un nuevo diseño. La revista comenzó a publicarse mensualmente y resultó un éxito a gran escala. Con mucha violencia y sexo, combinación que le causó varios revuelos, el protagonista se ve envuelto en aventuras que lo mezclan con tópicos del terror y la ciencia ficción, entre personajes de historieta argentina y extranjera, incluso celebridades reales.
Marcelo Leguiza es uno de los directores de la película. En un descanso de la filmación viene a la planta baja de la antigua casa. Entre zombis y camarógrafos nos ponemos a charlar de cómo empezó todo este proyecto. "Con Georgina, la otra directora, nos conocemos desde hace un buen tiempo, pero recién el año pasado trabajamos juntos. En la fiesta de fin de rodaje de mi último largometraje, entre charla y charla, le cuento a Georgina que siempre quise filmar una peli del Cazador, y ella me comenta que fue estudiante de Lucas, el dibujante del cómic, y que alguna vez habían hablado de hacer algo, pero que había quedado en la nada. Fuimos a verlo juntos. Estaba en un stand de cómics. En un primer momento, se mostró incrédulo, mucha gente le había ofrecido hacer películas y hasta cortos con el Cazador, pero siempre parecía imposible o trataban de censurar al personaje. Fue ahí que le dije que queríamos hacer una película de calidad y no una berretada, que queríamos conservar el espíritu del personaje, y que una de las condiciones que teníamos desde un primer momento era que para poder realizar la película tenía que escribir el guión él mismo, porque si no la esencia, la magia se iba a terminar perdiendo."
Como con Marcelo casi tenemos la misma edad, le cuento que de chico yo era fanático de Cazador. La leía y se la pasaba a mis amigos que se volvían locos como yo. También él era fanático. "Cuando era más chico, el tío de un compañero de colegio tenía un puesto en Parque Rivadavia y nos pasaba revistas porno y cómics del Cazador. Mis tres primeras películas [filmó cinco desde Mutazombie, en 2008, todas de género] tienen mucho del humor de Cazador. Creo que uno está influenciado por las cosas que curte de adolescente".
La idea de los realizadores es llegar a tener un corte final de la película en noviembre y que en diciembre llegue a las salas para alegría de los nostálgicos. Marcelo cuenta cómo hicieron para recaudar fondos. "Financiamos las fotos y el teaser y parte de las primer jornadas de la película. También hicimos un Caza-fest para juntar plata y pagar gastos de materiales para efectos y catering de las primeras jornadas; en un momento intenté, a través de Idea.me, lanzar una campaña de financiamiento, para una secuela de una segunda película que quería hacer unos años atrás. No logramos el objetivo, pero me quedó el conocimiento para el armado. Ahí es donde vi la primera forma de recaudar capital para la peli. Idea.me se mostró interesado en el proyecto. Nos convocaron a sus oficinas y a partir de ahí me encargué de la campaña y tuve un continuo asesoramiento por parte de la empresa. Mucha gente, en un primer momento, nos ofreció capital, distribución y porcentajes de las ganancias. Pero a medida que crecía el apoyo de los fans, esa gente fue desapareciendo. Esta es una película hecha con garra y corazón, con el amor de todos los que alguna vez se volvieron locos leyendo al Cazador".
Después le digo, medio en broma, medio en serio, que me quieren meter a actuar en la película. "Ya estás en la película, ahora en un rato te van a maquillar de zombi golfista –me dice–. Ahora vas a conocer al Cazador en persona".
La transformación
Las manos sobre mi cara. Siento el algodón, el frío del pegamento en la piel. Me prueban varias prótesis. Cubren mis ojos y pómulos y parte de la frente. Constanza Pugliese, Enzo Giordano y Román Kampelmacher me maquillan durante un rato. Charlo con ellos. Enzo me dice que "se le dedican demasiadas horas a este laburo, tanto para la preparación de un personaje, como para pasar la idea de un director a algo tangible". Aparece una chica de producción y nos interrumpe: "¿Ustedes saben quiénes son los chicos que reciben tiros?". Pero no saben. Se va. Ahora la que habla es Constanza: "Nosotros trabajamos en cine independiente. Te deja muchas cosas positivas, pero no tanto en lo económico, por eso además de hacer máscaras y maquillaje en películas, tenemos otros trabajos más esclavos". Me dicen que cierre los ojos. Me ponen muchas cosas en la cara. Pierdo el sentido del espacio. Alguien me dice que los abra. Lo que veo en el espejo es una especie de demonio-zombi, como una versión mía avejentada y un poco muerta y a la vez hambrienta. Lo peor de todo es que me reconozco. Es una parte de mí, una oscuridad monstruosa que supieron sacar los maquilladores. El demonio-zombi les agradece.
Las luces encendidas. Hay dos cámaras. Iluminadores, sonidistas, asistentes, fotógrafos, extras, muchas caras y muchas luces. Nunca estuve ante una cámara. Pero ahora no soy yo. Soy un zombi-mutante-demonio. El director me habla y me da indicaciones, le digo a todo que sí, pero no sé si lo estoy escuchando, no entiendo mucho qué hago en ese lugar sórdido. Escucho una voz. Es la de alguien que sale con fuerza, con odio. Hace retumbar las paredes. Y entonces me doy vuelta, lo miro. Mi sueño cumplido mide casi dos metros. Tiene la cruz invertida sobre la máscara, tiene un cuchillo y el arma en la cintura. No le tengo miedo a él, sino a lo que siento por el pasado, por ese pibe que fui. Y entonces, delante de mí, de las cámaras y de todas las cosas que me están pasando por la cabeza, el Cazador me dice: "Ahora, pendejo, vas a volar de lo lindo cuando te meta un tiro en el pecho". La soga con el arnés, lista. El FX con el control remoto que va a hacer explotar la sangre en mi cuerpo, listo. Sonido, listo. Cámara, lista. 1, 2, 3. Y yo no puedo explicar la emoción que se siente volar por los aires por el tiro que te pega el héroe de tu adolescencia.
Foto apertura gentileza Idea-Fija