Egipto: el asombroso y nunca antes visto hallazgo en una tumba de la Necrópolis de Tebas
En un recinto funerario cerca de la ciudad de Luxor se encontraron nueve cabezas de animales muy característicos del río Nilo, que habrían sido enterrados como una ofrenda a un dios protector egipcio
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Un grupo de arqueólogos polacos encontró en la Necrópolis de Asasif, próxima a la antigua ciudad egipcia de Tebas (hoy, Luxor), algo que hasta el momento no se había visto en ninguna tumba del antiguo Egipto. Se trata de los restos de las cabezas de nueve cocodrilos que, aparentemente, se habrían enterrado junto a miembros de la nobleza de la era faraónica como una ofrenda al dios protector del río Nilo.
Al excavar el sitio mortuorio de Asasif, que es uno de los más ricos y extensos del Alto Egipto, en la orilla occidental del Nilo, los investigadores del Centro de Arqueología Mediterránea de la Universidad de Varsovia, dirigido por Patryk Chudzik, encontraron quijadas y pedazos de cabezas de los mencionados reptiles.
“Este es un descubrimiento único, porque hasta el momento no se han conocido tumbas con cocodrilos en Egipto. Hasta ahora sólo se han descubierto momias de estos peligrosos reptiles en los templos”, dijo Chudzik a la agencia de informaciones polaca Pap.
Los restos óseos se encontraban al lado de los entierros y, lo más probable, es que fueran animales ofrecidos al dios Sobek, que en la antigüedad era representado en forma de cocodrilo. Las cabezas de estos animales fueron encontradas justo al oeste de la calzada que conduce el Templo Mortuorio de la reina Hatshepsut, según informa el medio de divulgación arqueológica Heritage Daily.
Los arqueólogos de la Universidad de Varsovia realizaron el hallazgo en el contexto del estudio de dos tumbas de la Necrópolis de Asasif en las que trabajan desde 2013. Una de ellas, descubrieron luego de años de estudios, pertenece a Cheti, un importante funcionario egipcio que vivió durante el reinado del faraón Nebhepetra Mentuhotep II, que gobernó entre 2055 y 2002 antes de Cristo. Es decir, unos 4000 años atrás.
El segundo recinto funerario, en tanto, corresponde a un individuo anónimo pero que, según estiman los especialistas, ha sido un visir de la corte faraónica. Los egiptólogos comparan ese cargo con lo que, hoy en día, sería el de un primer ministro.
Los cocodrilos y el dios Sobek
Precisamente en el lugar del último descanso de estos dos destacados egipcios fue donde se descubrieron las cabezas de los cocodrilos. Estos animales no habían sido momificados ni habían recibido ningún proceso de conservación, como sí se hacía en el antiguo reino con los gatos y otros animales considerados sagrados.
Los arqueólogos polacos hallaron los restos de mandíbulas, dientes y cráneos de estos animales envueltos en una tela. Ellos afirman que solo estos fragmentos se conservaron, y no piezas más completas, debido a las excavaciones anteriores, como la que realizó un siglo atrás Herbert Winlock, del Museo Metropolitano de Arte, en las que los exploradores no le prestaban atención a los restos de animales hallados y los arrojaban a un costado sin el menor cuidado.
Así, estos restos fueron hallados en una especie de basurero de escombros arqueológicos ubicado en las tumbas. Pero, a pesar de su deterioro, los investigadores llegaron a la conclusión de que los restos pertenecían a ejemplares de la especie Crocodylus niloticus, uno de los cocodrilos más grandes de los ríos africanos.
El cocodrilo era objeto de culto en el Antiguo Egipto y su representación divina era el dios Sobek, que se representaba con una forma que llevaba cuerpo de hombre y cabeza de cocodrilo. Esta deidad egipcia se asoció también con el poder faraónico, con la fertilidad, la destreza militar y la potencia creadora.
Sobek sirvió también como un ser protector con cualidades apotropaicas (capaz de alejar el mal), invocado para defender a los seres humanos de los peligros que podrían surgir del río Nilo.
“El alma del difunto cuya tumba contenía cabezas de cocodrilo estaba protegida por Sobek y la forma combinada de Sobek-Re. De esta manera podría tomar la forma de un dios y así adquirir sus poderes para estar protegido frente a los peligros que acechaban en el más allá”, señaló Chudzik a la mencionada agencia polaca Pap.
El director del equipo de antropólogos de la Universidad de Polonia publicó los pormenores de su impresionante hallazgo en el Journal of African Archaeology.
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