Año 2012. Micaela Beloqui era una estudiante marplatense del profesorado de Matemática. Tenía 32 años, acababa de nacer su tercera hija y no sabía cómo decirles a sus alumnos particulares que ya no tenía tiempo para darles clases. Pero se le ocurrió una idea. En el comedor de su casa, apoyó unos libros sobre la mesa y armó dos torres. Dejó un hueco en el medio y fue al placard de su cuarto a buscar una percha. Con ella planeaba terminar su invento: necesitaba algo que sirviera para sostener su celular. Agarró también un cuaderno y unos marcadores. Los acomodó en el espacio donde apuntaba la cámara del teléfono, apretó "rec" y empezó a enseñar a dividir por dos cifras.
En 2015, Félix Díaz, que nunca había visto ni escuchado sobre Micaela, comenzó a trabajar como docente. Daba clases de Filosofía en un secundario para adultos del partido bonaerense de Ezeiza. Tenía alumnos que apenas pasaban los 18 años y otros de cerca de 70. Todos aprendían a distinto ritmo y eso le preocupaba. Uno de ellos, antes de un examen, le dijo: "Cuando lo escucho en clase, entiendo. Pero cuando voy a mi casa y estoy solo y leo, no". Esa tarde, grabó con el celular un audio de tres minutos donde explicaba lo más importante del tema del día: Descartes. Lo subió a YouTube y les pasó el link a sus estudiantes.
El mismo año, a 63 kilómetros de distancia, en la Universidad de La Plata, Damián Pedraza les daba clases "de onda" a sus compañeros de la Facultad de Ingeniería. Le gustaba explicar. Un día, les enseñó los principios de la corriente alterna a dos personas distintas en diferentes momentos. Tal vez, pensó, haya una forma de hacerlo una sola vez para que les sirva a muchos. El fin de semana siguiente viajó a Lobos, donde se crió, y le pidió prestada la cámara filmadora a su mamá.
Hoy, entre los canales de YouTube de cada uno de ellos, suman más de 27 millones de visualizaciones y 950 videos. Forman parte de una nueva categoría de influencers que se dedican a enseñar por internet y que ya tienen nombre: los llaman edutubers. Para los tres, dar clases frente a una cámara se transformó en un nuevo trabajo, que combinan con sus cargos "tradicionales" en escuelas y universidades.
¿Qué pasó en el medio? ¿Por qué un docente se convierte en youtuber?
Damián Pedraza: El traductor de ingeniería
El primer video de Damián fue sobre el método de completar cuadrados. "Un tema al que todos le tienen miedo, pero que en realidad no es difícil", aclara. Dos años antes, había tenido una profesora que le cambió la vida. Le enseñó a enseñar, reconoce, y a cuestionar todo.Se llama María Inés Baragatti y dictaba Matemática "D". Se jubiló en 2014. Un año después, Damián empezó a dar clases en YouTube.
La segunda filmación fue una introducción a ángulos. Siguió con funciones numéricas y trigonométricas. Buscaba explicar de un modo accesible, de la misma manera que hacía Baragatti. Nombró el canal "El traductor de ingeniería". Pasaron meses y tenía tres suscriptores. Todos, amigos de la Facultad. Solicitó a YouTube monetizar su canal. Es decir, que el sitio web le pagara por la audiencia que generaba su contenido. El primer año ganó 15 centavos de dólar. Pero él siguió grabando. "Pensaba que era como una semilla. Yo la planté. Tal vez después tenga un árbol, me dije, o tal vez no, pero eso quedaba ahí por si alguien lo necesitaba", dice Damián.
Un día grabé un video de 38 minutos y lo subí igual, porque sentí que esa explicación tenía amor. Quería fomentar el pensamiento crítico y eso lo podía hacer si me dejaba llevar.
El árbol creció de golpe en noviembre del año pasado, cuando hizo un video de derivadas. "Hasta ese momento, mis filmaciones eran de 10 minutos. Porque si le preguntás a cualquier youtuber, te dice que tienen que durar eso. Grabé 38 minutos y lo subí igual, porque sentí que esa explicación tenía amor. Quería fomentar el pensamiento crítico y eso lo podía hacer si me dejaba llevar", asegura.
Hubo otra diferencia. Hasta entonces, el "set" era su casa. Pero esa vez pidió permiso en su Facultad para grabar en el aula N° 32, la misma donde daba clases Baragatti. Subió el video y, a la semana, lo habían visto 100.000 personas. Sus suscriptores comenzaron a crecer a un ritmo de 3000 por día. Hoy suman 211.000. Tiene 25 años, se recibió de Ingeniero Electrónico y da clases en la Facultad. Dice que está orgulloso de su título, pero que, antes que nada, se siente docente.
Micaela Beloqui: Matemática simple
El año que empezó a subir videos, Micaela se imaginó que solo la iban a ver sus ex alumnos particulares. Bautizó el canal "Matemática simple" y, por ese medio, les enseñaba a resolver las dudas que le mandaban por celular. No les cobraba. Filmaba la explicación y la cargaba en la web. Era más fácil pasarles un link que un archivo, que pesaba mucho y tardaba en enviarse. "Un día en mi página de YouTube apareció un comentario de alguien que me preguntaba por qué escribía en esa letra. Decía que no me entendía porque en su país no la usaban", recuerda. La explicación estaba en cursiva. Entonces, buscó las métricas de su cuenta. Lo que Micaela filmaba en el comedor de su casa de Mar del Plata lo veían personas de México, Colombia, Venezuela y más. "Abrí los ojos así de grandes. No lo podía creer", recuerda.
"Al grabarme puedo explicar un contenido de corrido sin los millones de interrupciones del aula. Ni hablar de cuando me di cuenta de que estoy ayudando a los demás. Para definir los temas, ahora les pido a los chicos que voten en los comentarios qué necesitan", cuenta. Desde 2012, hizo 325 videos y sumó 13 millones de visualizaciones. Además, enseña en cuatro colegios secundarios.
Félix Díaz: Resúmenes Entelekia
Félix, que tiene 30 años y es licenciado en Ciencias de la Educación y docente de varias materias humanísticas, también creyó que su canal, "Resúmenes Entelekia", solamente les iba a interesar a sus estudiantes. Después de esos primeros videos que hizo a fines de 2015, cuando pasó el verano y volvió a abrir su cuenta de YouTube, se encontró con una cantidad de visualizaciones que no esperaba. "Yo no tengo tantos alumnos", pensó. Entonces, se anotó en un curso y aprendió a usar programas de edición. "Durante mis clases, veía que cuando nombraba a un autor, mis alumnos lo buscaban en internet con sus celulares. Estaba el interés y teníamos la herramienta. Solo faltaba usarla", reflexiona. En cuatro años subió más de 470 videos en los que resume las ideas principales de distintos pensadores, desde Pitágoras hasta Marx.
Da clases en tres secundarios del sur del conurbano bonaerense. Cuando conoce a sus alumnos, no les cuenta que es edutuber. Tiene una estrategia. Una semana antes del primer examen les pasa el link de su cuenta y les dice que pueden usar esos resúmenes para repasar. "Lo agradecen", asegura.
Por amor y horas extras
Ninguno de los tres vive de lo que gana en YouTube. Para todos es un complemento de sus sueldos como docentes. El pago varía de acuerdo con la cantidad de visualizaciones. En épocas de cierre de trimestres, es más. En verano, menos. Coinciden en que les sirve para no tener que estar tantas horas frente a un aula. Algo que, aseguran, puede ser cansador.
Micaela cuenta: "Cuando los chicos del barrio se enteraron de que era youtuber, me dijeron: «Ah, sos millonaria». «Sí, mirá el auto que tengo afuera…», les dije en broma. Con los videos, como mucho, hago US$50 por mes".
–¿Lo hacés por vocación entonces?
–Absolutamente.
Movida latinoamericana.
Sol Tiscornia
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